En Manizales del Alma comenzó el certamen novilleril Toros y Ciudad, hubo medio aforo en los tendidos, que en su gran mayoría  eran gente joven y niños. Las lluvias intermitentes, la neblina y un intenso frio; fueron otros de nuestros acompañantes para una tarde que se vino a menos tras la muerte del tercero del festejo y en la que se cortaron tres orejas.

Se lidiaron toros de Las Ventas del Espíritu Santo, propiedad de César Rincón, fue un encierro bien presentado y con juego desigual; se destacaron los lidiados en primer y segundo lugar (vuelta al  ruedo), que en orden les correspondieron a Guillermo Valencia y Francisco Gómez. El encierro, excepto por el sexto, tuvo como característica la fijeza; hay que anotar que sin regirse al reglamento el ganadero trajo un encierro que no incluía sobrero. El séptimo novillo que fue utilizado para rejones, era de propiedad de la ganadería de Dosgutierres; siempre persiguió la cabalgadura y mostró bravura, que se vio un poco opacada por la lidia que recibió.

Guillermo Valencia de la ciudad de Popayán, estuvo serio y concentrado en dar una buena lidia al ejemplar, técnicamente acertó ante un novillo marcado por la nobleza y la clase. Faltó transmisión en el toreo de Valencia, sin embargo su presentación en la lidia fue limpia y agradable para quienes buscan más allá de una emoción, y prefieren detallar lo técnico. Muchos se extrañan de no vivir las mismas emociones que se generaron con Guillermo Valencia cuando era un niño, lo que no saben es  que ese título de “niño torero” tiene un fin, pues Valencia ya es un adolescente que busca en medio de buenas bases taurinas, su propia identidad como torero más maduro, al colmo de su experiencia, claro está. Cortó una oreja.

El novillero boyacense, Francisco Gómez; tuvo en sus manos al mejor novillo de la tarde y lo dejó ir, sin explotar al máximo sus cualidades. Fue variado con el capote, inició de rodillas en una improvisada  porta gayola; que pasó a ser un evento algo extraño, el novillo en vez de atender a su llamado con el capote,  saltó literalmente por encima del novillero como si fuera una prueba de obstáculos.

Gómez conectó con el  público, a pesar de sus fallas técnicas se vio algo de avance en su seguridad en el ruedo; sin embargo ese novillo castaño requemado necesitaba otra lidia, requería de más experiencia  pero pese a no ser mostrado en manos del torero, fue honrado con la vuelta al ruedo. Al novillero le tocaron los tres avisos.

Lo más destacado de la tarde en cuanto a toreros, llegó con el tercer alternante, Juan de Castilla; un antioqueño que a pesar de ser aún un poco nuevo en  la profesión, demuestra gran madurez y sapiencia al torear. La lidia a un novillo complicado de Las Ventas, fue muy acertada, el novillero estuvo por encima de las condiciones del ejemplar; De Castilla es muy aplomado y tiene manos finas para torear. Cortó dos orejas tras la fuerte petición de un público que entendió su toreo, que disfrutó con las buenas tandas de naturales y derechazos.

Hasta aquí la novillada estaba interesante pero tras la muerte del tercero, ya no fue un festejo serio; como se lo merece Manizales, su afición y su empresa, la cual puso empeño en dar la oportunidad a estos novilleros y no recibió respuesta positiva.

Andrés Bedoya por errores de colocación permitió que el novillo lo prendiera y le propinara varios golpes que por fortuna no tuvieron consecuencias graves; pero que si lo imposibilitaron para continuar la lidia. El novillo fue complicado pero bravo y encastado, lo mató Guillermo Valencia.

El novillero Barrera no era apto para presentarse en una plaza de la importancia de Manizales. Sabemos que todos los novilleros son faltos de experiencia y buscan agradar, pero no hay derecho de salir a pedir aplausos sin hacer nada para merecerlos; varias volteretas sin consecuencias fueron el retrato de un joven que no está preparado y que tampoco tuvo mucho interés pues cuando ya debía disponerse a matar, se sentó en el estribo y tuvo un subalterno que obligarlo a pararse. Sonaron los tres avisos.

Como último alternante de a pie, estaba El Moni; tuvo ganas  y valor pero no logró enfrentarse a un toro el cual fue picado y que requería mayor sapiencia, fue un novillo manso que siempre estuvo aculado a tablas; pocos pases pudo ejecutar El Moni, quien por suerte lo mató y recibió algunas palmas.

Finalizó la tarde el rejoneador José Miguel González, quien no supo valorar la movilidad del ejemplar para realmente lidiarlo y no simplemente pasar y permitir que el toro golpeara las jacas toreras. Tiene una hermosa cuadra de caballos que no sabe utilizar, golpes van y golpes vienen.  No fue acertado con el rejón de muerte y su sobresaliente tampoco pudo, sonaron los tres avisos y el toro murió en manos del puntillero.

 

 

Desde Colombia, Informa Carolina Baquero