Fuente: Ramón Avendaño Lugo. A los Toros

   Obligatoriamente, al hablar de toros en cualquier pueblo de Yaracuy, hay que referirse a los toros coleados  en primer lugar. Esta actividad está profundamente arraigada en el sentir del colectivo yaracuyano y permanece en la memoria de transmisión generacional, es un elemento inserto en el quehacer cultural como deporte o como espectáculo. Mueve muchedumbres sin distingo social, incorporando todos los niveles  a un sólo grito de: «cacho en la manga», dispuestos todos a disfrutar de la fiesta de la coleadera de toros y de la conducta variopinta que cada asistente ofrece. Su origen está marcado por el proceso histórico vivido en Venezuela como la resultante de mezcla racial y cultural, llega a Yaracuy y se extiende de manera uniforme por los pueblos y ciudades.
   A Guama se incorpora el coleo después de la gesta emancipadora como una resultante de las grandes convulsiones sufridas durante los años de guerra interna, por las movilizaciones dentro del país, el aparecimiento de nuevos agentes económicos, la relativa paz social republicana y el crecimiento poblacional; de allí que, la vida en la República permite que  Guama  pase de un minúsculo punto en la Colonia a un pequeño pueblo con economía estable y puedan desarrollarse todas las actividades que el nuevo hombre trae. Las condiciones materiales para el coleo  recibe el aporte del medio rural para la cría de ganado vacuno y caballos, además en el pueblo se practicaba «la remonta»  como medio de vida, es decir, el alquiler de monturas para viajeros, faltaba tan solo el aporte costumbrista de los recién incorporados a la comunidad que vienen de los Llanos y que las convulsiones internas desplazaron hacia estos lados.
   Se inician los toros coleados en el pueblo en el marco de las fiestas al Patriarca San José en el mes de marzo; el primer escenario es la calle Real, hoy calle Comercio, hasta la Plaza Mayor, hoy Plaza Bolívar, coleadores y bestias se mueven sobre las piedras de la calle y el chasquido de los casquillos se incorpora a la fiesta al igual que las cintas multicolores que las hermosas damas colocan como premios a los valientes jinetes. Jesús Alberto Barrios es quien acumula más cintas, roba el corazón de las asistentes y se convierte en el personaje  a imitar por los niños. El escenario cambia a la calle del Monte, hoy Calle Occidente, donde se utilizaban dos espacios y se mantuvo alrededor de 60 años. También se incorporan Bucarito, Sebastopol, Ricauter en dos partes y en forma ocasional hasta la construcción de la manga de coleo actual en honor a Julián Garrido, destacado coleador de la segunda generación de jinetes. Con la nueva plataforma metálica y estable, se realizan coleadas bajo cualquier motivo, ya no hay que esperar las fiestas patronales.
   No sólo de toros coleados podemos hablar en Guama, también de la fiesta brava hay testimonios en la memoria colectiva, no es muy dilatada en los años ni en importancia, pero, como actividad la registramos como parte del acervo cultural desarrollado en el pueblo. La primera corrida de toros contó con todos los elementos requeridos para calificarla dentro de la fiesta breva: un coso taurino, toreros y sus cuadrillas en traje de luces, presidencia, burladeros, picadores, se efectuó en 1927, en una vieja casona ubicada donde está hoy en día el Grupo Escolar “José Tomás González», donde antiguamente funcionaba una trilla de café llamada «La Esparragoseña», con amplios corredores que hicieron las veces de tendidos y, en el centro, un amplio patio que facilitó hacer el ruedo para el festejo. Esa tarde, no fue la única, vistieron de luces una terna de jóvenes guameños: Jorge Palencia, Julio González y Diógenes Ortiz. Los trajes fueron elaborados por Rosa y María Esparragosa, ligadas al sitio donde  se llevó  a cabo la corrida. De este hecho hay testimonio de los toreros, de asistentes y hasta hace poco tiempo circuló un botón con foto  de  Diógenes Ortiz vestido con su traje de luces. El afirmaba que fue varias veces que torearon en Guama.
   La segunda corrida como tal fue en 1959. En un rincón del campo de beisbol «Estrellas Occidentales», ubicado en la calle Occidente, aficionados a la fiesta brava montaron un coso, igual con todos los elementos y se vistieron de luces, eran gente de Maracay donde estaban  algunos toreros retirados. La tercera corrida, ultima hasta la fecha, se efectuó en terrenos de la urbanización Santa Eduviges en el marco del Bicentenario del  Natalicio de José Antonio Páez en 1991, bajo los auspicios de Daniel Muñoz, Alcalde Municipal, la terna la integraron: Bernardo Valencia, El  Piti, torero portugués, y Oscar Montesinos “El Yaracuy”. Se lidiaron toros de Juan Campolargo, la jornada se terminó bajo un tremendo aguacero con el triunfo de Bernardo Valencia que cortó dos orejas.