Julián López “El Juli” llegó a Mérida aquejado de salud y con el tiempo justo ya que el día anterior toreó en Medellín, pero su mejor regalo fue encontrarse con “Apresado II” al que toreó de forma magistral. El toro, indefinido en los primeros tercios fue sometido primero por la poderosa muleta de El Juli en doblones largos en los cuales le enseñó el camino. A partir de ahí vino la clamorosa faena, con el torero encajado y roto, echando la muleta adelante y trayéndose toreadas las buenas embestidas del ejemplar, que rompió a más gracias al temple, la técnica, precisión y hondura del madrileño. Largos, hondos y templados muletazos por ambos pitones, fundiéndose toro y torero fueron todo un monumento al arte de torear, una cabal demostración de lo que es un maestro en plena sazón. Faena para el recuerdo, para enseñar en las escuelas taurinas pues lo realizado por El Juli sólo está al alcance de figuras de época. El toro, bravo y encastado fue indultado gracias a un diestro que se rompió a torearlo como sólo los grandes saben hacerlo. Ante el deslucido primero de su lote El Juli cumplió con voluntad y oficio.

César Vanegas estuvo importante toda la tarde, con ganas y valor, sin arrugarse ante las circunstancias, pues el torero todavía sufre las consecuencias de la cornada de San Cristóbal, aunque ello no le restó un ápice de entrega y compromiso. A su primero lo saludó con dos faroles de rodillas y buenas verónicas. Llevando al toro al caballo sufrió un fuerte golpe en la rodilla izquierda que le mermó aun mas, sin embargo banderilleó y realizó una correcta faena, en la que logró muletazos estimables. Sin redondear del todo, su labor fue premiada con una oreja. Ante el sexto, luego de la apoteosis julista, Vanegas banderilleó con exposición y riesgo. Brindó su labor al periodista español Javier Hurtado y cuajó una emotiva faena, con muletazos ligados y de mano baja, unos mejores que otros pero todos amasados con el corazón, con la legítima ambición de querer amarrar el triunfo. Tras una gran estocada paseó las dos orejas de un bravo ejemplar.

Antonio Barrera abrió plaza previo acuerdo con sus compañeros de cartel y la autoridad por tener que viajar a México. Sincero y valiente, se esforzó sin fruto ante el deslucido primero y toreó con corrección al cuarto, destacando tres series de derechazos largos y con ritmo. Se embarulló al final del trasteo, perdiendo la brillantez inicial, fallando con la espada. Fue claramente de más a menos.

 

Al final El Juli, César Vanegas y el ganadero Carlos Roldán abandonaron el coso en volandas por la puerta grande, tras un gran espectáculo, de esos que crean afición.

 

FICHA DE LA CORRIDA

Plaza de toros de Mérida, sábado 13 de febrero de 2010

Tercera de feria. Casi lleno en tarde agradable.

Toros de San Sebastián de las Palmas, desiguales de presentación, de buen juego en líneas generales salvo primero y segundo, ásperos y deslucidos. Nobles tercero y cuarto, bravo y encastado el quinto “Apresado II”, número 610 que fue indultado. Encastado el sexto.        Pesos: 432, 435, 430, 425, 425 y 443 kilos.

Antonio Barrera, de verde manzana y oro con remates negros: (Silencio y palmas al abandonar la plaza)

El Juli, de verde botella y oro (Palmas y dos orejas simbólicas)

César Vanegas, de verde oliva y azabache (Oreja y dos orejas)

 

Buen puyazo de Alfredo Guimera al sexto.

 

                                                                                                                                             Crónica de Víctor Ramírez “Vitico”