El mundialmente conocido como Carnaval Taurino de América discute su futuro organizativo aquí y ahora, ante la mirada atenta de la afición natural de su ciudad origen, Mérida, y el interés de los taurófilos del resto de Venezuela y del mundo. El ferial taurino, hoy por hoy, más importante del país definirá su panorama posterior, por un período de cuatro años: 2014 – 2017, mediante la adopción de decisiones tomadas en el presente que deben, sin lugar a dudas, ser las mejores por el bien y la continuidad de la Fiesta Brava.

Ante esta circunstancia, es la toma de decisiones quien merece especial mención; toda vez que comprende un cúmulo de evaluaciones que deben ser realizadas con sensatez y apelando a la objetividad e importancia del destino jugado precisamente en el ‘aquí y ahora’. Por tal razón en los últimos días mucho se ha dicho, mucho se ha comentado, y el cotilleo propio de los mentideros taurinos (propiciado por las lenguas kilométricas de muchos de sus actores y/o vividores) ha dado lugar a múltiples especulaciones, consideraciones, consultas y hasta imprudencias online por parte de quienes manifestaron ser partícipes del proceso vivido.

Sea cual fuere el caso, la realidad o situación de Mérida y su coso taurino sobre este particular es diferente a tantas otras del resto del país. Mientras en algunas localidades venezolanas corresponde a las autoridades municipales la selección de las empresas taurinas, sea por licitación o contratación, en la Ciudad de Los Caballeros dicha tarea se encuentra exclusivamente en manos de la empresa propietaria de la Monumental Plaza de Toros “Román Eduardo Sandia”, por ende, del Complejo Recreacional Albarregas S.A. (COREALSA), dado que esta atribución no está legalmente, mediante ordenanza, dentro de las competencias del Poder Público Municipal.

En consecuencia, la tan esperada decisión emana formalmente de la Junta Administradora que dirige la referida sociedad mercantil –caracterizada por ser una entidad de orden privado pero con capital mixto–, cuerpo conformado estatutariamente por cinco miembros principales (presidente, vicepresidente, secretario general, tesorero y vocal) y cuatro suplentes (quienes suplen los cargos del vicepresidente, secretario general, tesorero y vocal). Su conformación es la descrita, aunque el desconocimiento de sus estatutos dio pie a la descripción “periodística” de otra estructura directiva sin validez ni existencia, con cargos no previstos en el documento constitutivo.

Como quiera que ya fue decidido por la junta directiva de COREALSA la puesta en práctica de un nuevo proceso de contratación para la selección de la empresa taurina próxima a tomar la vacante actual –y digo nuevo porque el mismo proceso se llevó a cabo para la selección de la empresa encargada durante el período 2010 – 2013, a pesar de algunos señalamientos ignorantísimos de la realidad–, la responsabilidad natural de tal resolución es mucho mayor por las implicaciones subjetivas que pueden privar, así como por el baremo a considerar que debe ser estándar para todos los participantes.

Sin ánimos de injerencia, mas con el firme deseo de elevar una de muchas voces en procura de lo mejor para Mérida y su Feria Internacional del Sol, como merideño imposible es hacerse de la vista gorda sin antes clamar porque el proceso a ejecutar en los días sucesivos sea netamente transparente y realizado pensando en la ciudad, en la fiesta de los toros y en la feliz preservación del sitial en donde se encuentra el ya referido Carnaval Taurino de América; cuyo desarrollo en los años venideros debe comprender un serial en ascenso, pleno de calidad en los espectáculos. Los aficionados expectantes deseamos que su futuro sea mejor, o que al menos se mantenga; pero no contemplamos siquiera la idea de que caiga del pedestal en donde se encuentra.

Ciertamente, los momentos actuales en los que transcurre la fiesta brava son difíciles. La dificultad se encuentra plagada de variables exógenas y endógenas a la propia tauromaquia nacional; así, entre las primeras priva lo económico y lo político; mientras que entre las segundas aflora el real antitaurinismo de los propios “taurinos”, quienes por su forma de proceder hacen más daño a la fiesta que los ‘hippies’ animalistas. La corrosión a la que se encuentra expuesta es externa e interna, pero más daño hace la que emana dentro de la propia fiesta, de quienes viven de ella pero la destruyen paulatinamente.

A pesar de los pesares, los aficionados merideños pedimos que la elección de la nueva empresa taurina sea objetiva, clara y despojada de personalismos e intereses particulares. Por ello, imperioso es señalar que el análisis de las ofertas debe hacerse en términos reales y no sólo evaluar o considerar lo que en forma nominal se plasma sobre el papel, ya que esto puede deslumbrar en un primer momento y generar falsas expectativas, pero que a la larga puede resultar ser un mero espejismo revestido de ficción, con problemas subsiguientes. El papel lo resiste todo.

En aras de mantener el sitial de honor conquistado por Mérida a lo largo de los años como principal feria taurina de Venezuela, y con miras a fortalecer el futuro próximo del Carnaval Taurino de América, escenificado anualmente en la Plaza de Toros Monumental “Román Eduardo Sandia Briceño”, plato fuerte cierto de la Feria Internacional del Sol, es de capital importancia que la Junta Administradora de COREALSA asuma el elevado papel que desempeña y, colegiadamente, mantenga por encima de todo el servicio a la ciudad y a los merideños. En sus manos también se encuentra el futuro de la tauromaquia en la región, pues para nadie es un secreto que el actual gobierno estatal no comulga con el Arte de Cúchares.

Al efecto, en términos administrativos menester es revisar y considerar la reputación, solvencia, responsabilidad y buen nombre de las empresas, así como el de sus representantes; toda vez que dichos elementos forman parte de la plusvalía evaluada, al mismo tiempo, por los aficionados a la hora de abonarse. Igualmente, que las mismas no posean obligaciones con el Erario Público ni con particulares, pues ello da cuenta de su capacidad financiera.

El rey de la fiesta debe ser reivindicado, y bajo ningún concepto permitir la disminución de lo que tradicionalmente ha comprendido el abono taurino en cuanto al número de festejos. Si bien es cierto que muchas veces se describe el ferial merideño como un “tiro al piso”, no es menos cierto que los taurinos propios y visitantes exigen calidad. En virtud de ello, la calidad debe ser una premisa que revista los espectáculos taurinos y conduzca incluso a que los aficionados que durante los últimos años prefirieron  cambiar la feria merideña por otras en la vecina Colombia, u otras latitudes, retornen al coso de Las Américas.

En este orden de días, necesario será el tacto y la proyección de las ofertas hacia el escenario en donde se llevarán a cabo, pues es posible que sean anunciadas de antemano figuras con renombre que a simple vista hagan brillar los ojos pero que, de concretarse, puedan representar un alto costo de oportunidad que incidirá directamente en los precios futuros y la concurrencia del respetable. Por consiguiente, es importante también evaluar costos potenciales a fin de que no se conviertan en un obstáculo para el público en general a través del precio que sea fijado para poder sufragar carteles. En una economía altamente inflacionaria, golpeada por dos devaluaciones en el primer trimestre de este año y con un sistema cambiario controlado rígidamente por el Estado, las acciones deben considerar el poder de compra del soberano.

Los taurinos otorgamos un voto de confianza a la Junta Administradora de COREALSA y deseamos fervientemente que las decisiones que emanen de su seno se adopten en forma colegiada, transparente, con sensatez y acierto, apelando al principio de racionalidad y a la verdadera defensa y exaltación de la Fiesta Brava; que sean tomadas con afición y conocimientos de causa, pues el futuro se decide hoy. Mérida debe ser lo primero. Mérida espera por lo mejor.