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Informa desde Ecuador. María Zaldumbide

En un “loable” afán de alejar a los niños de un espectáculo tan violento como el de la Fiesta Brava, en Ecuador se limita el acceso a los menores de 16 años. Ahora bien, la intención, o no fue bien meditada o simplemente es un ataque más a la más culta de las fiestas y con cada momento que pasa, creemos que va por lo segundo.

Quienes tan “alegremente” deciden por los chicos ecuatorianos, dejando a los padres sin poder de decisión sobre lo que los hijos pueden o no ver; son todos adultos, gente que ocupa cargos oficiales de quienes, lo menos que uno podría esperar es cierto, sentido de lógica.

Muchos de ellos seguramente tienen hijos o niños cercanos a los que, cómo no, habrán regalado en su momento teléfonos inteligentes, tablets y cuanto adminículo tecnológico se consiga en el mercado. Pues algo que es, claro es, que nunca han revisado los contenidos de juegos de esos objetos porque, aquello en lo que supuestamente dejamos entretener a nuestros hijos, contiene una violencia desmedida que nadie controla.

La gran mayoría de los juegos son guerras, todo está lleno de destrucción y muerte.  Entre los juegos más exitosos, está uno en el que te vuelves “el malo de la película” y mientras más gente atropellas o asesinas, ¡más puntos ganas!

Es irrisorio hablar de  violencia en los toros, cuando los niños están expuestos a los telediarios, a las noticias de la prensa escrita, a la brutalidad en colegios y dentro del hogar y a todo esto, le tenemos que sumar los video juegos…

Los Toros son la representación más pura de la vida misma.  ¿Qué violencia que no sea la diaria, pueden representar?

Todo lo que nace muere y esa condición se aplica a todo ser vivo.  Mientras la gente tuvo un contacto permanente con el campo, la muerte de un animal no era más que un episodio entre los muchos que se vivían, día a día, por lo que nadie lo consideraba un pecado de lesa “animalidad”.

El problema es que hoy, se ha “humanizado” al animal y se ha bestializado al ser humano; podría decirse que ¡el alejarnos del campo, nos nubló las entendederas!

Hoy que mucha gente cree que la leche viene en cartón y las presas de animales convertidas en alimento, en bandejas, como los huevos.  Se ha perdido el norte, se pretende proteger a algunos animales (los que te consiguen cinco minutos de gloria en la prensa), porque de los otros animales, tendrá que ocuparse un batallón de “santos desocupados”.

Esta supuesta corriente anti taurina, no es otra cosa que un negocio.  Se sabe que reciben apoyo económico de algún país europeo.  Algo que, realmente se nos escapa es el por qué, ¿en qué les cambiará la vida el destruir la Fiesta Brava?

Los taurinos no somos metiches, el que no quiere toros ¡que no vaya!, con eso sería suficiente, pero el respeto tiene últimamente más de una cara, siendo la más común la de: “respeta mis criterios que yo no respetaré los tuyos”. El terror ha sido siempre parte de la vida del ser humano. Cuando se convirtió en Homo Sapiens, necesitó luchar  con animales espantosos, con otras tribus, entre ellos para ostentar el poder, es decir vivió inmerso en la violencia.

A lo largo de la historia, la humanidad ha promovido y existido a través de la violencia, los grandes imperios nacieron de conquistas lamentablemente, muy cruentas. Por todos esos siglos los niños del planeta han sufrido las consecuencias de ese terror y a lo largo de la historia vemos que aún, con toda esa carga de luchas y muertes, esta tierra ha producido gente maravillosa.

La violencia está servida, desgraciadamente; desde los albores de la humanidad y hoy, los supuestos defensores de los animales, en su afán de cuidarlos y desde la ignorancia de quién no ha visto animales más que en fotos, los condenan a una agonía eterna y dolorosa en muchos ruedos y recientemente en muchas ganaderías que están dejando de existir y que ya no están siendo cuidadas.

Hay que meditar mucho sobre la violencia y aceptar que: “tus derechos terminan donde empiezan los de los demás”, esto recordando siempre que un animal, aunque nos empeñemos en “humanizarlo”, siempre será un animal.