Diego Silveti lanceó bien al tercero, un precioso burraco que se paró muy pronto, pero que permitió ver la gama de recursos que maneja el mexicano. Bien colocado siempre, manejó la muleta con sutileza, perfecto en cites y toques, llevando largo y por abajo al buen “Goloso” al que toreó con ritmo, temple y hondura al natural, dejando el engaño en la cara para ligar las nobles pero tardas embestidas del astado. Ritmo y hondura exhibió el torero, que demostró que posee temple, y soltura en las muñecas. Todos estos atributos quedaron sin premio por una espada amellada. Ante el sexto, chico pero encastado, Silveti mostró otra faceta. Menos asentado pero dispuesto siempre, estuvo variado, resolutivo y con tablas. Abrió su faena con emocionantes péndulos y sin poder domeñar del todo los tornillazos y cabezazos del astado, que sin embargo tuvo emoción, el azteca optó por una variedad que le permitió mantener viva la llama del trasteo sin necesidad de ligar el toreo prototípico de derechazos y naturales. Por el contrario, Silveti estuvo colorido, arriesgado, y variado, bien en pases del desprecio, bernadinas, y soberbios pases de pecho. Volteado sin consecuencias, de nuevo entró a matar en mala forma perdiendo una segura oreja, pero dejando una muy grata impresión.

 

Jonathan Guillén exhibió mucha voluntad a lo largo de la tarde, pero el toreo que es un ejercicio del alma, requiere de un buen soporte técnico para sustentarlo. Toques, distancias, presentación de los engaños, terrenos, conocimiento de los astados, son entre otros matices que deben manejarse a la hora de torear. Evidentemente Guillén que ha toreado muy poco en varios años, acometió la lidia con una sincera voluntad que no vio fruto. Con el primero estuvo dubitativo ante las complicaciones de su antagonista que hacia hilo con la cara alta. Pero ante el bravo cuarto, serio, bravo y noble Guillén no acertó ni en distancias ni en alturas, por lo cual su muleta iba por un lado y las buenas embestidas, iban por otro. Las pocas veces que acertó a llevar largo al utrero, éste se desplazó por abajo con raza y emotividad. Se “le escapó” el novillo a Guillén, un torero de buen corte que desde luego deberá sacar provecho de esta tarde, porque aunque no triunfó dio todo lo que tiene y eso tiene mérito.

 

Juan Gómez, voluntarioso, bisoño y entregado, navegó en las espesas aguas de la falta de oficio, lo que se tradujo en una actuación empeñosa pero poco lucida. Falto de ideas y sitio, intentó ligar muletazos a sus dos ejemplares, destacando su segundo que fue bravo y encastado. Gómez no acertó en cites ni distancias, no pudo templar ni dominar pero es de justicia reseñar que no volvió la cara a pesar de resultar lesionado y se entregó con sinceridad. Su carrera apenas empieza, por lo tanto hay que darle un margen de confianza.

 

FICHA DE LA NOVILLADA

 

Plaza de toros de San Cristóbal.

Miércoles 26 de enero.

Novillada de feria. Un cuarto de entrada.

 

Cinco novillos de Juan Campolargo y uno (primero) de Rancho Alegre. Bien presentados excepto segundo y sexto. Destacó por bravo, noble y con clase el cuarto. Noble pero parado el tercero, complicados primero y segundo. Bravo y encastado el quinto, áspero y con raza el sexto.

Pesos: 410, 380, 396, 400, 408 y 368 kilos.

 

Jonathan Guillén (Turquesa y oro)

Silencio y silencio.

 

Juan Gómez (marfil y oro)

Silencio tras aviso y silencio tras aviso.

 

Diego Silveti (corinto y oro)

Palmas y saludos tras aviso.

 

Diego Silveti se presentó en Venezuela con el novillo “Goloso”, número 859, burraco con 396 kilos.

 

Destacaron en la brega Gerson Guerrero y Enzo Antequera y en banderillas Salvador Moreno, Mauro David Pereira y José Antequera. Colocó  una gran vara Alirio Ramírez al quinto.