La persona sobre la cual recae el peso de las decisiones de cada corrida es el Presidente, siempre acompañado por un asesor y un veterinario, es el que tiene la última palabra y la mayoría de sus decisiones vienen condicionadas a raíz de las peticiones del público. En el caso de las orejas, la primera es decisión del público y si hay mayoría en todos los tendidos, el presidente la concederá. En el caso de la segunda oreja y el rabo es decisión exclusiva del presidente concederla siempre y cuando no disminuya la petición del público.
El medio utilizado para dar el desarrollo de la corrida y los diferentes tercios es el pañuelo, que dependiendo del color dará la orden correspondiente.
El pañuelo blanco ordena el comienzo de la corrida, la salida de los toros, los cambios de tercios, los avisos y la concesión de trofeos.
El pañuelo verde ordena que hay que devolver el toro a los corrales, bien por falta de trapío o fuerza para la lidia, por lesión o defecto del mismo y saldrá un sobrero.
El pañuelo rojo ordena poner las banderillas negras al toro por su acentuada mansedumbre.
El pañuelo naranja ordena indultar al toro, para que sea devuelto a la ganadería donde pasará a semental, tal y como contempla el reglamento.
EL pañuelo azul concede la vuelta al ruedo del toro, como homenaje a su bravura.
Cada torero dispone, una vez comienza la faena de muleta, de diez minutos para realizar la lidia, una vez cumplidos sin que no haya dado muerte al astado recibirá un aviso, a los tres minutos el segundo aviso, y a los dos minutos el tercero y último, en ese momento el torero no podrá matar al toro.
Toda corrida de toros comienza con el paseíllo, que está reglamentado en su colocación. Antiguamente existía la figura del “hondero”, que era el encargado de enganchar el toro a las mulillas.