una-gran-estocada

 

Es posible que algunos no sepáis nada, o a caso muy poco de quién fue en el mundo de los toros el espada bilbaino Martín Agüero, a quien el músico aragonés, nacido en Cariñena, el maestro José Franco Ribate, durante nueve años al frente de la Banda Municipal de Bilbao, compuso un precioso pasodoble para celebrar su éxito en la Feria de Logroño del año 1925, inspirada pieza musical que comentaré a continuación, no sin antes deja­ros una breve pincelada torera del bravo y buen estoqueador bilbaino.

Martín Agüero Ereño nació en Bilbao el 3 de febrero del año 1902, presentándo­se en Madrid como novillero el 24 de julio de 1923, alcanzando de inmediato uno de los primeros puestos del escalafón novilleril, lo que le llevaría a tomar la alter­nativa el 31 de agosto del siguiente año en la plaza de toros de Málaga, de manos del pinturero Manuel Jiménez, «Chicuelo», en presencia de Luis Fuentes Bejarano.

El 7 de julio de 1925 confirma su doctorado en Madrid con toros de don Antonio Pérez, acompañándoles en el cartel los diestros Ricardo Anllo, «Nacional 11» y Braulio Lausín, «Gitanillo de Ricla», toreando su última corrida el21 de septiem­bre de 1930 en Logroño, cuya ya desaparecida plaza de toros de «La Manzanera» está íntimamente ligada al pasodoble que le escribiera y dedicara el maestro Fran­co Ribate en 1925, fecha en la que dirigía la Banda Municipal de Bilbao.

Y sería tan bellísima plaza de toros, cuyo arabizante estilo arquitectónico ya no pueden contemplar los aficionados riojanos, mudo testigo de un especial brindis torero, que a la postre ‘fue origen de la composición del torerísimo pasodoble ti­tulado: «Agüero».

Logroño, capital de La Rioja, celebra tradicionalmente, con grandes corridas de toros, la festividad de su Santo Patrón San Mateo. Transcurre el año 1925, yen uno de sus festejos taurinos está anunciado el valiente diestro vasco Martín Agüero.

La Banda de Música encargada de amenizar las corridas de ese año no es otra que la Municipal de Bilbao con su director don José Franco Ribate al frente.

Martín Agüero, sabedor de que tan celebrada Banda de Música es la encargada de amenizar los festejos, una vez hecho el preceptivo saludo a la Presidencia, se encaminó hacia el tendido ocupado por los músicos, a los que, en el más correcto vascuence brindó la faena que habría de realizar al primero de sus toros. Faena que resultó ser una de las más completas que el espada bilbaino realizara en el coso de «La Manzanera», y que fue rematada, como en él era costumbre, con uno de sus soberbios volapiés.

Cuando el diestro, con la oreja de su enemigo en la mano, se dirigió a saludar a sus paisanos músicos, éstos con el azoramiento propio del momento, no supieron como corresponder al brindis del torero; tan solo el maestro Franco Ribate pare­ció tener la suficiente serenidad y aplomo para solucionar tan apurada y compro­metida situación. Y lo hizo de la manera más airosa y elegante posible. Así, diri­giéndose al diestro y devolviéndole la montera, le anunció, en perfecto vas­cuence, que en recuerdo de su brindis y de su memorable faena, se comprometía, públicamente, a escribirle y dedicarle un pasodoble torero. Así fue como surgió y afloró al pentagrama uno de los pasodoble s más bellos, más torero y mejor compuesto de cuanto integran el repertorio de la música taurina.