APRENDIENDO A TOREAR

 

Dimos en el número anterior un ligero repaso a los pases de capa más importantes, según mí entender, en cuanto que son los que más se prodigan, por no decir que son los únicos: la Verónica, la Media Verónica y la Revolera. Y eso que los lances con el capote son casi tan numerosos como toreros de arte ha habido, amén de con la suficiente imaginación y buen gusto para ver y explotar toda la belleza que encierra el uso y manejo de la capa, así como para incrementar las posibilidades de lucimiento con el toro aún boyante, entero y sin quebrar, mucho mayores que con la muleta, sin disminuir un ápice las de ésta, pues la flámula, con belleza indudable cuando se maneja con pinturería y temple, es más propia para dominar y ahormar la embestida del burel. Pero en el toreo actual se usa todo lo contrario, es decir, lucirse con la muleta solamente, dando pases a troche y moche, mientras más lances mejor, sin entender lo que son pases de castigo, de defensa o quebranto y de adorno. Nada importa cómo se usa la tela, y lo interesante es la cantidad de pases que se dan, olvidando la máxima que tan bien expresó el poeta Duyos:

 

… el toreo es darle al toro

todo lo que el toro pide…

 

es decir, todo y sólo lo que el animal pida, de modo que no se agote y se pare a mitad de faena.

Cuando el toreo era todo de capa y la muleta se usaba tan solo para preparar al toro para el sacrificio, como digo, eran numerosos y espectacularmente bellos los pases de capote, que hoy se han perdido desgraciadamente, relegados a segundo término por la aplastante preponderancia de la muleta. ¿Será por olvido o por ignorancia, que el más hermoso tercio de la lidia ha pasado a peor vida? Vamos pues a recordar, para conocimiento de nuevas generaciones de aficionados que no han tenido suerte de conocerlos de primera mano, algunos de éstos pases, y demos gracias a algunos de los toreros de nueva generación que ponen un más que plausible empeño en recuperar, aunque sea sólo en parte, tan hermoso muestrario del Arte del toreo.

Iniciamos este recuento diciendo que los lances de capa pueden ser: sin que pase el toro; los que obligan al toro a pasar, y las suertes al costado, que pueden ser de las primeras o de las segundas, así como los llamados recortes.

 

CORRER O CAPEAR.- Se puede hacer a cuerpo limpio o a favor de un engaño, sea éste capa o muleta, pero que si le damos el nombre de «capear» es por ser este adminículo el usado, y se emplea para «sacar de capa». El Cossío la clasifica como una suerte por delante, sin cruce o permuta de terrenos; solamente para mudarlos de sitio o distraerlos. El correr toros se practica cogiendo el capote con una o dos manos. Paquiro regla el capear, adaptándose a la velocidad del toro y haciendo flamear el capote cuando el diestro es perseguido, y así ganar el tiempo correspondiente a la distancia que se quiere hacer recorrer a aquél. Cuando se capea a dos manos, el torero se moverá de frente al toro, moviéndose hacia atrás, en zig-zag, arrastrando al toro tras el vuelo de la capa. Solamente fiando en los muchos pies del diestro o en los pocos del toro, se puede hacer trasladándose en línea recta, pero moviendo la capa de un lado a otro, lo que se conoce como «abanicar».

Otra forma de capear es trasladándose con la capa a la espalda y moviéndola alternativamente de costado a costado, lo que se conoce como «mariposa». Esta modalidad la introdujo Marcial Lalanda, como variante de la «gaonera», pero caminando de espalda. Es más arriesgada, por el peligro de liarse los pies en el capote.

Los pases en los que pasa el toro, o sea, donde hay cambio o permuta de terrenos, son:

 

CHICUELINA.- Usado en principio en el toreo cómico o bufo, fue, como su nombre indica, el maestro Chicuelo, que le dio dignidad de toreo serio. Es un pase por delante, que se da generalmente en el centro del ruedo, aunque hoy día se da en cualquier terreno. El torero queda quieto, con la capa tapándole completamente, y cuando el toro llega a jurisdicción se baja totalmente una mano mientras la otra permanece en alto sosteniendo el otro extremo del capote, y gira el cuerpo sobre sí mismo al pasar el toro, envolviéndose en la tela, saliendo por el lado contrario al toro.

Antiguamente se daba este pase para llevar al toro hacia el centro del ruedo desde los afueras, repitiendo el matador el lance por un lado y por el otro, caminando siempre, y en el centro recortaba con una revolera, serpentina o por navarras.

 

NAVARRAS.- Es un pase por delante que se ejecuta citando al toro de cerca, y cuando entra en jurisdicción y mete la cabeza el torero gira la capa en vertical sacando por encima del animal, barriéndole los lomos.

En la «Tauromaquia» de Guerrita se lee: «…se coloca el diestro como si fuese a torear a la verónica; marcada la embestida de la res, se comenzará a tender la suerte hasta que, ya entrada en jurisdicción, estando bien humillada y pasada la cabeza, el matador retira el capote por debajo y da una vuelta en redondo hacia el lado contrario al que haya marcado la salida, volviendo a quedar, frente al toro.

Pepe-Hillo la incluye entre las suertes corrientes en su época, y procede sin duda del movido y ágil toreo de los diestros navarros en los orígenes del toreo a pie. Era bastante frecuente ver este precioso lance en los ruedos hasta hace cuarenta años, y hoy parece renacer de sus cenizas.

 

TAFALLERA.-Es otro pase a dos manos, dado de espalda a la res, aunque el torero procura no perder la cara al toro, pues es realmente peligrosa, no tanto por su ejecución cuanto porque el matador se halla totalmente al descubierto. Colocado, como hemos dicho, de espalda, en la rectitud de la embestida, mantendrá la capa extendida a un costado cogida con las dos manos, moviéndola para provocar la embestida, y cuando ésta se produce y el toro baja la cabeza, levantará todo lo posible la tela, haciéndola resbalar, como si de un pase de pecho se tratara, por el lomo del toro, y girando sobre los pies, mientras la res ya pasada se repone, quedará en posición para dar el siguiente, que será por el lado contrario al anterior, para trastear por ambos pitones.

 

Seguiremos desgranado los lances de capa en el próximo número, para seguir luego con la muleta. Se considera que el capote se use únicamente para el «quite» del toro, aunque no hay ningún reglamento que fije su uso. Todos recordamos al diestro Ortega Cano torear de capa después de banderillear. Y también recuerdo el estupor que causó aquél gesto, pues tenemos la enfermedad de la cortedad de miras, ya que también sirve para quebrar, romper y fijar la embestida; pero sobretodo, y debido al inconveniente de su extensión y peso, hace su manejo más difícil y de una belleza cautivadora… ¿Por qué no se recuperará su uso para el bien de la Fiesta?