Ni sé quien lo ha contado, ni sé en cual entrevista lo he podido leer, ni doy fe de la realidad del hecho… lo que sí me parece, es que resulta el relato de la anécdota más que verosímil, teniendo en cuenta quien es el protagonista, ni más ni menos que Rafael Molina Sánchez Lagartijo -primer califa taurino -, digno autor de numerosas anécdotas y curiosidades a lo largo y ancho de su existencia.

Su vida no fue lenta, fue muy rápida incluso falleció relativamente joven, pues se rompió al borde mismo de los 59 años, sin embargo su carrera profesional, su devenir familiar y de amistades y sus anécdotas, dan para escribir cuando menos cuatro tomos…

Pasemos de puntillas por su intensa y extensa trayectoria vital, y volvamos al hecho que me invita a escribir sobre este relato real, o real imaginación…

Cuentan – y no sería extraño que lo detallara su propio cochero Finito, que para divertirse y como una travesura más, solía sugerir al que maniobraba desde el pescante, que enfilara la Cuesta del Luján, para tomar por la calle de Letrados y seguir por Paraíso, dirección Hotel Suizo…. Al parecer, también tomaba café en el establecimiento, – germen de la la histórica Confitería La Perla – como fue el Café Cantante.

 

PLANO DE COMIENZOS DEL SIGLO XIX

Recordaremos que esta calle o cuesta, en principio fue terriza, y a partir de 1862-1863 la vía central fue empedrada, por lo que con un poco de desgaste fue posible transitar con el carruaje. Salen las cuentas, porque Lagartijo solía subir con 32 o 33 años, en plena efervescencia de su carrera taurina. Los escalones que actualmente conocemos se diseñaron y construyeron hacia 1928 .

Imagino la conversación testaruda de Lagartijo y el cochero:

– Que sí Finito, entra con más “velociá”..

– Maestro que las “rueas” patinan mucho en el “empedrao”

– Tira “palante” que no pasa “na”… Ya mismo estamos en la calle Paraíso…

LAGARTIJO                                FINITO

Según cuenta Manuel Franco Sánchez Finito, en una entrevista que le hizo José Luís de Córdoba, Lagartijo disponía de dos coches de caballos, pero el que más usaban ambos, era el carruaje tipo manola tirado por una jaca.

 

IMAGEN DE UNA MANOLA

El Café Cantante lo pusieron en marcha los señores Vázquez y Reina en 1887, aproximadamente diez años después, pasó a manos de José Fernández Vasallo y su esposa Rosalía Vergara Sánchez, matrimonio que ya conocía los entresijos, porque dirigían en el Realejo una confitería desde 1879. Y desde ese momento, el establecimiento hostelero de la popular Tendillas, se dio a conocer como CAFETERÍA Y CONFITERÍA LA PERLA.

 

INVITACIÓN DE LOS SRES. VÁZQUEZ Y REINA

HOTEL SUIZO LA PERLA

Al centro urbano de Córdoba, es a donde se dirigía Lagartijo para tomar café y echar el rato con sus amigos. Repartía su tiempo de asueto entre El Café Cantante entonces y la cafetería del Hotel Suizo (inaugurado en 1870). Localizaciones que efectivamente, se podía llegar a ellas, a través de la empedrada Cuesta del Luján como ya hemos descrito. No tiene pues, nada de extraño, la versión del acceso caprichoso por esa vía.

Francisco Bravo Antibón

Jose Luis Cuevas

Montaje y Editor

Escalera del Éxito 254