Informa desde Venezuela. Rubén Darío Villafraz. Periodista Taurino

No es el título de aquella película de suspenso de comienzos de la década de los noventa, que pone en vilo al espectador desde el mismo momento de inicio hasta el final. No se trata de eso, se trata de un hecho que reiteradamente está pasando en el ámbito taurino emeritense desde hace varios años y que de una u otra manera ha tenido repercusiones en el devenir y futuro del lio taurino local.

Me explico. Pasan autoridades municipales por la Cámara del Municipio Libertador del estado Mérida, y poco o nada se hace para corregir o renovar nombres de los miembros de la Comisión Taurina Municipal. Cuando me refiero a renovar no es simplemente colocar unos en una función y dejar a otros en otras labores, al final y al cabo quedando los mismos nombres pero distinto decorado, dirían por allí. Observamos que vemos que son los mismos nombres que desde hace 35, 25 y 15 años adornan nuestra pajarera presidencial al momento de los festejos taurinos, con cuestionadas acciones, que se han repetido en reiteradas ocasiones. ¿Para qué están entonces allí? Dicen defender la integridad y voz del aficionado y resulta que defienden su protagonismo al momento de ejercer funciones de autoridades taurinas, donde repetimos, han cometido y siguen cometiendo errores de gran calado a la categoría y seriedad de nuestra plaza en primeras instancias. De último queda quien dicen representar, me refiero a quien se retracta en taquilla.

Sirve esto de prólogo a los corrillos que se manejan desde el despacho del actual y recientemente elegido alcalde merideño, como es Alcides Monsalve, quien una vez conocida su designación por voluntad del electorado emeritense se le han acercado numerosas “aves de rapiña” del ámbito taurino para supuestamente “asesorarle”. Craso error, pues si de algo sé de Alcides es su total conocimiento de la situación e intríngulis taurino de estos últimos años en los alrededores de la Plaza de Toros de Mérida.

A todo esto viene a colación la intervención solapada que desde el despacho de la Avenida Urdaneta viene haciendo Don Fortunato González. Es la mano que mece la cuna que está detrás de todo lo que ha venido embargando tanto la designación de la junta administradora de COREMER como de la misma forma lo quiere hacer y viene haciendo del palco presidencial emeritense, el cual el propio Alcides Monsalve está dispuesto a limpiar de personas “apadrinadas” por Don Fortunato, con los ya antecedentes y acciones ya comentadas.

Sirve esto de reflexión de muchos taurinos en general sobre la circunstancia de hacernos ver estos señores apadrinados por Don Fortunato de ser los únicos capacitados para ejercer funciones de autoridad taurina. Poco creíble punto de parecer, a tenor que se han enquistado en dichas funciones los mencionados desde más de tres décadas y poca o nula alternabilidad destinan para ello, y si lo hacen lo hacen bajo una figura simbólica.

Es tiempo de dar un viraje a lo que se ha hecho. Bien vale la pena aires nuevos de cambios, y dar rostro y visión nueva a lo que desde la máxima autoridad taurina municipal se ha venido haciendo. Eso sí, con la firme intención de renovación, y no la perpetuidad casi vitalicia que algunos creen tener. Al final, como bien dice Bolívar en uno de sus famosas frases: «Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía». Ahí queda eso mi estimado Alcides Monsalve.