“Entre Sevilla y Triana” se estrena el 26 de enero tras 50 años desaparecida

 

Por Enrique Sancho

 La espera ha valido la pena. 72 años después de su estreno en el antiguo Teatro Circo Price de Madrid y tras más de 50 años perdida, finalmente “Entre Sevilla y Triana” de Pablo Sorozábal llega al templo de la zarzuela. No es fácil entender el olvido de una de las mejores zarzuelas de todos los tiempos y, sin duda, la obra cumbre de Sorozábal, un autor que entonces era muy popular y exitoso. Se trata de explicar porque el argumento –una madre soltera que se reivindica a pesar de las leyes y la sociedad del momento– no era del gusto del público en pleno franquismo, pero no parece causa suficiente porque, además, ese tema es una parte menor de la historia en la que predomina el humor, los cotilleos de barrio, la fiesta flamenca y el buen baile. Incluso en su momento la obra recibió el Premio Ruperto Chapí, que convocaba la Delegación de Cinematografía y Teatro, a la mejor producción lírica de la temporada 1949-1950,

 En todo caso esta joya perdida –o tal vez escondida a propósito– resucitó en 2007 gracias al director musical Manuel Coves y al actual director de escena de la obra Curro Carreres, en los archivos de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) con anotaciones manuscritas del propio compositor como valor añadido. La actual producción pasó por el Teatro Arriaga, coproducida con el Teatro de la Maestranza de Sevilla, los Teatros del Canal de Madrid y el Teatro Campoamor de Oviedo. Ha tardado en llegar al teatro de la Zarzuela, pero por fin podrá disfrutarse –y mucho, además– en las escasas diez representaciones que habrá entre el 26 de enero y el 6 de febrero. Pocas parecen para el enorme trabajo que han hecho más de 50 personas en el escenario, la orquesta y todos los que están detrás. Ojalá haya prórroga…

La lista de protagonistas es grande, empezando por la dirección musical de Guillermo García Calvo –director musical del coliseo– al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro y del Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, la dirección de escena de Curro Carreres, en el amplio reparte están Ángel Ódena, Javier Franco, Carmen Solís, Berna Perles, Andeka Gorrotxategi, Alejandro del Cerro, Ángel Ruiz, Anna Gomà, Jesús Méndez, Gurutze Beitia, José Luis Martínez, Manuel de Andrés, Antonio MM, Rocío Galán, David Sigüenza, Lara Chaves, Alberto Caballero o Resu Morales. La original y cambiante escenografía en la que cabe destacar la espectacular aparición del barco que llega a puerto, está firmada por Ricardo Sánchez Cuerda, el colorido vestuario por Jesús Ruiz, la cuidada iluminación es de Eduardo Bravo y la bella y estudiada coreografía es de Antonio Perea. Se ha tenido el acierto de mantener la ambientación original del año 1950, lo que resulta idóneo para la obra y su historia y destaca, más aún, su extraordinario valor por la época del estreno.

 Un autor genial

 Pablo Sorozábal fue un músico todo terreno que aborda con inusitado éxito y aparente facilidad cualquier estilo que se le ponga por delante y, lo que es más difícil, siempre logrando o rozando la excelencia. Como indica García Calvo, “si en ‘Katiuska’ enseguida nos seducían los giros melódicos de la música rusa interrumpidos por los números de cabaret parisino, en ‘La del manojo de rosas’ el carácter castizo de Madrid se hace música y en ‘La tabernera del puerto’ escuchamos las olas del mar, en este nuevo título encuentra para sí mismo un lenguaje andaluz con ritmos y armonías flamencas. Las sevillanas, el zorongo, la farruca y el pasodoble nos cuentan la historia bailando, con una poesía y una autenticidad increíbles, como si las hubiera escrito un García Lorca”.

 A su juicio, no hay que perder de vista una partitura «que podría haber salido de la pluma de Manuel de Falla» y en el que están muy bien dosificados los números más folclóricos, con sevillanas o pasodobles y coreografías extraordinarias, con los dúos y romanzas introspectivos en los que la música dice más que las palabras acerca de los personajes. A medio camino entre el musical y la zarzuela, «muy amena y perfecta para quienes nunca hayan visto nada de este género», todo queda aderezado por pequeños intermedios de bulerías y soleares en los que un cantaor y un guitarrista harán viajar al público a esa Sevilla idealizada de los años 50.

 ‘Entre Sevilla y Triana’, la «zarzuela sevillana», es un canto ilustrado y sabio contra la monotonía musical y teatral. El título está, sin lugar a dudas, entre las grandes creaciones de Sorozábal. Con un texto de Luis Fernández de Sevilla y Luis Tejedor, de una poética y un lirismo muy avanzado, y un extraordinario valor que entre otras muchas cosas radica en la innegable originalidad de su argumento o la fidedigna ambientación de Sevilla y Triana.

 Tras el inmerecido silencio de más de medio siglo, el regreso de ‘Entre Sevilla y Triana’ a la escena no solo restituye esta página, último sainete del compositor vasco, al lugar que le corresponde por méritos propios, sino que constituye un nuevo argumento para mostrarlo como un neto ejemplo de cómo llegar a la entraña y al espíritu de lo popular por una honda comprensión, manteniéndose siempre en el estrecho y difícil equilibrio entre la renovación estética, la transgresión y la inteligibilidad para el público general.