Diversiones populares 

 Lejos de estos actos se encontraban las peleas de gallos, actividad que contaba con un considerable gusto popular, a la que acudían “galleros» de distintos puntos de Andalucía y en las que se cruzaban importantes apuestas.

Una de las actividades más significativas de aquellos años, era la cabalgata de gigantes y cabezudos que se realizó en 1992. Esta cabalgata anunciaba la feria y estaba compuesta de bandas de música, carrozas, caballos…

Los fuegos artificiales, tan importantes antes como ahora, no dejan de estar, con mayor o menor intensidad, a lo largo del siglo XX, gozando de gran predicamento popular sobre todo entre el público más joven. Otra práctica que se celebraba era la de las carreras de cintas. Las cintas eran bordadas por “señoritas» (chicas casaderas) que depositaban éstas en un establecimiento comercial de la capital. El juego consistía en lo siguiente; las cintas se sujetaban mediante un aro a un listón horizontal mientras jinetes, organizados en dos bandos, pasaban a toda velocidad debajo del listón tratando de ensartar la cinta; cuando lo conseguían, la entregaban a la joven que la había bordado. El juego de ramos era similar: se trataba de recoger un ramo de flores de unos pequeños pedestales, luego se lanzaba al público produciéndose una especie lluvia de flores. Eran juegos de habilidad y de galanteo.

Pero, la actividad clave de la feria de la Salud en Córdoba ha sido a lo largo del siglo XX la fiesta de los toros, aunque ésta, ahora, por varias circunstancias, no despierte las grandes pasiones de comienzos de siglo. Los toros tenían una gran capacidad de movilización popular, el espectáculo por antonomasia. Los espectáculos taurinos que se celebraban en Córdoba tenían una gran fama y motivaba el desplazamiento a la ciudad de numerosos forasteros.

 

Coche repostando junto al coso de los Tejares. 1947. Foto: Ricardo.

 Los carteles de toros a celebrar en la feria eran básicamente de cuatro tipos: la corrida clásica, la corrida de rejones, la novillada y la becerrada especialmente organizada por el “Club Guerrita», animado y dirigido por el torero Rafael Guerra, a la cual asistían fundamentalmente mujeres. El espectáculo que contaba con mayor aceptación sin duda, era la corrida clásica. De hecho, por la Feria de Córdoba pasaron los mejores toreros de cada época: Lagartijo, Guerrita, Machaquito, el rejoneador D. Antonio Cañero, Manolete, El Cordobés etc.

 Pobreza y marginalidad

La otra cara de la feria 

 Un elemento constante en las ferias del pasado siglo era el ejercicio de la caridad durante ellas como práctica asentada, resultando llamativo, para nuestra mentalidad actual, que incluso se incluyeran las distintas actividades benéficas en los programas y carteles de feria, cuestión que muestra su institucionalización y aceptación por, al menos, un sector de la sociedad.

Las autoridades municipales intentaban esconder el problema de la mendicidad durante las fiestas, con el objetivo de maquillar el aspecto de la ciudad alejando de la vista pública aquellos elementos sociales que “enturbiaban», con su presencia y condición de pobre, la alegría de los cordobeses y forasteros.

Los actos de caridad que se organizaban con motivo de la feria eran diversos. De manera habitual se informa en la programación de la existencia de casetas en las que se expedían bebidas y otros elementos de consumo, donados por ciudadanos bien acomodados, y cuyos beneficiosn⁶ se destinaban a los más pobres. También con esa finalidad se realizaban rifas, no faltando el anuncio de comidas para los ancianos del Asilo o la distribución de pan a los más indigentes. Más adelante en 1942, y según el diario Córdoba, se distribuirán más de 16.000 comidas a los pobres durante los días de feria.

 

Damas de honor de la becerrada homenaje a la mujer Cordobesa . Coso de los Califas. Arriba. Abajo: homenaje a la mujer Cordobesa. Mayo 1976. Foto: Ricardo.

 Situada también en los límites de la marginalidad, o en ocasiones plenamente dentro de ella, se encontraba la etnia gitana. En las ferias de ganado, tan importantes hasta la mecanización del campo, es reconocida su función de tratante. De hecho, la prensa, las revistas y la literatura de la época están llenas de alusiones a los gitanos. Estas oscilan desde el desprecio, más o menos presente, más o menos oculto, en chistes, historietas y poesías hasta una versión edulcorada y poética de la belleza de sus mujeres, centrada en sus hermosos ojos y su habilidad para el baile; en cuanto a los hombres se cita su habilidad artística de los cantaores, y, de una forma negativa, su pretendida capacidad de engaño.

Otro problema social que se disparaba en la Feria era la de la delincuencia. La concentración de personas en un lugar relativamente pequeño, con la cartera más nutrida de lo habitual, en un ambiente de fiesta y posiblemente con unos grados de alcohol de más en el cuerpo, resultaban un todo sumamente apetecible para los delincuentes. Había los que ejercían su “oficio» dentro del Real de la feria, en las casas, cuando sus dueños estaban fuera, o incluso en los alrededores de Córdoba, o cuando los visitantes regresaban a sus pueblos en coche.

 La feria en tiempos difíciles 

 En 1931, tras la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), España asistió a un cambio del régimen político con la proclamación de la II República del 14 de abril. Este hecho no podía pasar desapercibido en Córdoba, y así, a principios de la feria de aquel año se cambió el nombre de la plaza de las Tendillas por el de “Plaza de la República». Las autoridades republicanas siguieron la tónica de comienzos de siglo en cuanto a utilizar las ferias para fomentar el desarrollo económico y en 1932 se realizó una Feria de Muestras provincial que, según el periódico “La Voz», resultó todo un éxito. Esta feria se repitió al año siguiente, efectuándose otras muchas exposiciones a lo largo del periodo republicano, centradas, como en las primeras décadas del siglo XX, en la promoción de la riqueza agraria e industrial de la provincia.

 

Poblado Moro erigido en la Exposición de Artesanía  Marroquí de la feria de la Salud de 1946. Foto: Zubillaga.

 La feria de 1936 fue especialmente divertida, pese a flotar en el aire la inmediatez de la tragedia que se avecinaba. Tan solo dos meses después, el golpe militar, liderado por el general Franco, daría al traste con toda esta forma de entender la feria. La guerra civil cubrió Córdoba de crueldad y represión, tal y como denotan los libros de cementerios y registro civil. En semejantes circunstancias, la Feria fue prácticamente suprimida, quedando reducida durante la contienda a la feria de ganado y a la celebración de algunos espectáculos taurinos.

En 1939, recién terminada la guerra (1 de abril: en adelante, “Día de la Victoria”) se organiza la feria, a toda prisa, con un programa variado que pretendía volver a la situación de antaño, y en el que destaca la inclusión de un “Museo de la Guerra» en el Instituto Góngora en el que se exponía una representación del…botín fabuloso bizarramente arrebatado al infame adversario” y armamento propio. Esta feria estuvo intensamente impregnada por la derrota de la República.

Recién finalizada la segunda guerra mundial, en 1945, el programa festivo estuvo nutrido de actividades muy diversas donde las corridas de toros contaron con un importante cartel, al igual que las deportivas: carreras ciclistas, un partido de balonmano entre selecciones de Castilla y un equipo de Córdoba, y ¡un doble partido en que el Córdoba le ganó al Real Madrid! También ganó en 1947 al equipo de “Os Belenenses», por 2-1, en un partido internacional celebrado en la feria de ese año.

En ese mismo año, el 29 de agosto, muere un hijo de Córdoba en el pueblo minero de Linares. Un toro de Miura de nombre “Islero» arranca la vida al mejor de los toreros, Manuel Rodríguez Sanchez “Manolete».

En 1950 y como nota distintiva hay que mencionar la celebración de unos fuegos artificiales acuáticos que congregaron una gran multitud: “Con tal motivo se reunieron en las márgenes del río millares de cordobeses que formando un cordón humano desde el estadio del Arcángel hasta el final del puente romano por la Calahorra, daban un impresionante aspecto multitudinario como pocas veces se ha podido observar en Córdoba, La sesión de fuegos, tanto los que en la superficie del agua formaban culebrones, palmeras, peces, cisnes y otras variedades, como castillos terrestres, fueron muy del agrado del numerosísimo publico», También ese año celebró una batalla de las flores que congregó, según el diario “Córdoba», más de 30.000 personas y el primer torneo nacional de ajedrez “Nuestra Señora de la Salud».

Después de la guerra, la fiesta de los toros sigue teniendo un lugar preeminente en la feria. En 1950, un grupo de amigos simpatizantes de “Manolete» se movilizó para la creación de un trofeo con objeto de honrar la memoria del diestro de Córdoba, muerto a consecuencias de la cogida que sufrió en Linares el 28 de agosto de 1947. El Ayuntamiento asumió el trofeo premiando con él, la mejor labor desarrollada durante la feria de mayo.

A principios de años sesenta, hizo irrupción en la Feria de la Salud el que más tarde sería no solo un torero sino también un fenómeno de masas de la España del desarrollismo: Manuel Benítez Pérez “El Cordobés “, el cual tomó la alternativa en la Plaza de toros de “Los Tejares» (hoy derruida y cuyo solar lo ocupa “El Corte Inglés “) el 25 de mayo de 1963, siendo apadrinado por el caraqueño Antonio Bienvenida y de testigo José María Montilla. En esa corrida “El Cordobés “ salió a hombros de la plaza después de cortarle las dos orejas a “Palancar”. (Toro de la prestigiosa ganadería de Samuel Flores). Pero, incluso antes, siendo novillero, ya era conocido y despertaba una atracción popular como pocos toreros han conocido.

 

«.Ana y Manolo en su seiscientos camino de la feria».

 En esos años, el ideal de costumbres y prácticas sociales se fue paulatinamente diluyendo con el desarrollo económico, el turismo y la emigración, entre otros, y, aunque el “destape» no se realizó hasta los años finales del franquismo y primeros de la Transición Democrática un planteamiento más libre y desenfadado de la vida se fue abriendo paso.

Tales corrientes influyeron, también, en nuestras ferias, y poco a poco, el espacio de lo tolerado se fue ampliando. Así, por ejemplo, la feria de mayo de 1970, cuenta con el famoso “Teatro Chino Manolita Chen», (ya presente y famoso en años anteriores), el cual anunciaba las “Galas Orientales 1970”, con 30 artistas de circo y variedades, 20 bellísimas jóvenes señoritas, 15 atracciones internacionales y 3 sensacionales parejas de cómicos”. Por su parte, el Gran Teatro presentaba la “Gran Compañía de Revistas Colsada», también muy conocida en Córdoba, con “la sugestiva supervedete Viky Lussón, la Venus de Fuego», mientras en el Teatro del Duque de Rivas la compañía de Alejandro Ulloa, con Queta Claver, tenía en cartel la obra “Las chicas». En todos estos espectáculos estaba prohibida la entrada a menores de 18 años. También fueron famosos, entre otros, los cómicos Zori, Santos y Codeso y los espectáculos del “Teatro Lido».

Pero al mismo tiempo que se iniciaba lo que algunos sectores sociales o del régimen entendían como una dudosa relajación de las costumbres, las mujeres españolas en general y cordobesas en particular iban adquiriendo espacios sociales y laborales tradicionalmente reservados a los hombres. Así, en la feria de mayo de 1970, siendo alcalde Antonio Guzmán Reina, entraron en servicio

diez policías municipales femeninos en la ciudad de Córdoba que fueron destinadas, justamente, a los actos celebrados en el Alcázar de los Reyes Cristianos y a la inauguración oficial de la Feria del Motor. Estas jóvenes policías locales serían las primeras en alcanzar tal condición, cuestión que tuvo una notable repercusión en el conjunto de España.

También los años sesenta y setenta significan el acceso de buena parte de manera creciente, de la población a los avances de la técnica. Es decir, se comienza a entrar de lleno en una etapa de consumo de masas en la que el frigorífico, el televisor, los aparatos de música, y, gran icono, el coche (como el mítico “600”), empiezan a estar al alcance de un buen número de españoles. Los sesenta son además una época de mecanización profunda acelerada del campo. La feria recoge todo este desarrollo técnico y a finales de la década se organizan Exposiciones del Motor. En ellas las diferentes firmas y empresas exponían desde neumáticos a diversos aparatos eléctricos, como asimismo tractores y otras maquinarias para los trabajos agrarios, camiones (como los “Pegaso»), motocicletas (“Vespa» entre otras), coches (algunos casi legendarios como el “Mini» o el Simca en 1970), furgonetas (DKW entre otras)…

 La feria en tiempos de cambio 

De la misma forma que los años sesenta-setenta significaron una nueva apertura en cuanto a las costumbres y el acceso al consumo de masas, los movimientos de oposición al franquismo en ese periodo se organizaron en Córdoba con desigual fortuna, pero de una forma creciente, hasta la recuperación de las libertades democráticas en el periodo que abarca aproximadamente los años 1977-1979. También, al calor de las movilizaciones del sector de la construccion en el año 1975, se organizó una caseta de feria que tenía un nombre altamente simbólico “El Ladrillo». En ella, diversos albañiles cordobeses quemaron pertenecían a diferentes organizaciones obreras lograron crear durante los días que duró la Feria un lugar de encuentro entre trabajadores de la construccion que, dadas las condiciones de clandestinidad del momento, sirvió seguramente para, entre otros factores de más peso, crear las condiciones para la que luego sería la más importante acción de los trabajadores de la construcción durante el franquismo; la huelga de 1976.

 

La Transición a la democracia en los municipios fue un hecho con las primeras elecciones de abril de 1979. Ese año, el Ayuntamiento presidido por el recientemente fallecido Julio Anguita, estableció novedades significativas en la programación de la Gran Feria de Ntra. Sra. de la Salud. En primer lugar, la apertura a todos los ciudadanos de la caseta municipal (la más grande de ese año, con 4000 metros cuadrados). También se consideró necesario reforzar la fiesta de los toros y, como innovación cultural, se dio cabida en las actividades festivas al teatro independiente, aunque este último no tuvo éxito. En el Gran Teatro se puso en escena la ópera de Verdi “Rigoleto», no faltando las actuaciones de varias revistas y compañías de teatro.

La resonancia pública que había tenido el hecho de que Córdoba fuese la única capital de provincia de España en la que el PCE hubiese ganado las elecciones municipales, y los buenos resultados de esta partido en muchos pueblos de la provincia, seguramente motivó la celebración de una reunión del comité central de este partido en Córdoba cerca de la feria de 1979. Santiago Carrillo cerró la reunión con un mitin en el Teatro al Aire Libre.

La feria, escaparate año tras año de los avatares económicos, políticos y sociales de la sociedad a la que por unos días le regala otra dimensión de la realidad, también reflejó los procesos de reconversión industrial habidos en España en los años ochenta del siglo pasado, y que nuestra ciudad se cenaron especialmente con las fábricas del metal (Secem y Cenemesa -luego Westinghouse-). Así, el 23 de mayo de 1989, veintitrés delegados del Comité de Empresa de Westinghouse saltaron al ruedo de la plaza de toros en protesta por la situación de la citada empresa; días más tarde hubo un apagón del alumbrado público del ferial y en algunas casetas en solidaridad con las acciones de la plantilla.

 La ferial entre dos siglos:

Del paseo de la Victoria a “El Arenal». 

 En los años finales del siglo pasado hicieron su aparición nuevos sones y nuevos bailes, distantes de los tradicionales de las sevillanas, las cuales fueron adquiriendo preponderancia a lo largo de la centuria al mismo tiempo que el traje de faralaes afianzaba su actual preeminencia. Las casetas empezaron a poner música pop y de otros estilos (caribeños por ejemplo en la caseta del “Rincón Cubano»), y la programación de la feria, acorde con esas otras músicas, acogió varias ediciones de la “Muestra Pop-Rokera».

 

Finalizado el siglo, el largamente discutido emplazamiento idóneo de la feria se resolvió en 1994 con el traslado de la misma al actual recinto del Arenal, bajo la alcaldía de Herminio Trigo. Dicho traslado, aunque cargado de reticencias iniciales, fue bien recibido por el conjunto de la ciudadanía según parece desprenderse de una investigación social realizada entonces. El nuevo espacio, situado al sudeste de la ciudad, ocupa 32 hectáreas de superficie, de las que 27 lo son para el recinto ferial y las cinco restantes para el nuevo estadio municipal de El Arcángel. La redacción del proyecto corrió a cargo de un equipo de arquitectos de la Gerencia Municipal de Urbanismo de Córdoba, dirigiendo la obra uno de ellos, José María García Ruiz. En su inauguración se plantaron más de 1.500 árboles y 172 casetas, con sus toldos blancos y verdes, que poblaron las diez calles habilitadas para ellas. Las mayores superficies correspondían a la Caseta Municipal(6.120 metros cuadrados), de la Juventud 6.000), Diputación, PP,PSOE y PCA, todas ellas con 1.300 metros cuadrados. 150.000 bombillas formaron la iluminación de ese año.

 

Montaje de la feria del Arenal. Mayo 1984. 

Foto: Rafael Mellado.


Coincidente con este cambio, la feria de ganado también estrenó nueva ubicación entre el Molino de Martos y el puente de El Arenal, a orillas del Guadalquivir.

Los festejos taurinos esta feria de 1994 tuvieron por indiscutible triunfador a “Finito de Córdoba», que abrió la Puerta Grande del coso de Los Califas saliendo a hombros después de cortarle las dos orejas a un toro de Torrestrella la tarde del día 26 de mayo. Hubo también toda una batería de conciertos en los que actuaron Afro Brass, Cristina y los Subterráneos, Los Marismeños, Tate Montoya El Desierto Que Viene, La Década Prodigiosa y Paco Clavel.

La feria de 1996 fue la más larga de los últimos años, (finalizó el 2 de junio) y también fue la primera del Partido Popular tras las elecciones municipales del 28 de mayo de 1995 en la que se alzaron con la victoria en Córdoba capital.

Las ferias de los cuatro años del PP en el gobierno municipal comenzaron con un extraordinario cartel en el que hubo corridas, novilladas y festejo de rejones. Destacó la presencia de “Finito» que lidió junto con Manzanares, Ponce y Joselito entre otros. En esa feria el cañetero José Luís Moreno, tomó la alternativa de manos del valenciano Enrique Ponce; el joven torero tuvo un gran éxito al cortar dos orejas saliendo de la plaza en hombros, al igual que su padrino Ponce. Ese año 325.000 bombillas conformaron el alumbrado de la feria, en la que el premio a la mejor caseta en su conjunto se lo llevó la denominada “Vuelva usted mañana». Como nota curiosa cabe señalar que hubo también una muestra de tiburones en el Parque Acuático Atlántide.

Siendo alcaldesa de Córdoba Rosa Aguilar Rivero (1999-2009), en el año 2003, se diseñó para la portada de la Feria, una reproducción de una alegoría del escudo o anagrama de la ciudad y una réplica de la Puerta del Perdón de la Mezquita, que daba paso a un amplio espacio en forma rectangular en el que se ubicaban arcos que se asemejaban a la nave principal de acceso al Mihrab, este espacio se coronaba con una torre a imagen y semejanza a la de la Mezquita, en cuya cúpula destaca una imagen de San Rafael, convirtiéndose en un rasgo distintivo de la Feria de principios del siglo XXI. En ella es además constatable la evolución del diseño tradicional de casetas hacía las actuales carpas, en las que para aplacar los rigores del calor, se han ido incorporando toldos, aire acondicionado y sistemas de pulverización de agua. Durante estos años se mantuvieron una fuerte polémica ante la proliferacion de discocasetas en perjuicio de las casetas tradicionales. La música disco, el exceso de ruido y la subida de precios se adueñó del recinto. Esta realidad impulsó al Ayuntamiento a replantearse el modelo de feria, habilitando tres zonas para concentraciones juveniles como parte de la movida del botellón: en el balcón del Guadalquivir, frente a Mercacórdoba y a la entrada de El Arenal, junto al río. También se redució el número de casetas (en el 2004 se disminuyó a 130) en beneficio de áreas de encuentro y descanso y del paseo de caballos se hizo mayor (850 metros).

 


Para 2007 se esperaba una remodelación de la feria en el sentido, entre otros, de evitar que hubiera árboles en el interior de las casetas, ante la

proliferación de carpas bastantes cerradas. Asimismo, los árboles más desarrollados se instalaron en las calles, para aprovechar su incipiente sombra y se creó un oasis con palmeras en la zona de encuentro de la Feria; igualmente, con la pretensión de cuidar el aspecto estético y devolver su esencia a la feria, las casetas volvieron a sus tradicionales colores: añil, verde, blanco, albero y rojo.

En este año de 2007, el Ayuntamiento inició los trabajos pertinentes para que la UNESCO declarase a los Patios cordobeses, tan ligados a la feria, “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. A la Gran Feria de Córdoba de Nuestra Sra. De la Salud le correspondió, la enorme responsabilidad de llevar con dignidad el título de su ciudad, no en vano, siglos de fecunda Historia le daban derecho a ello…. Y aquí me quedo amigos. No, sin antes dar a conocer a mis paisanos la letra del pasodoble-himno que en su día dediqué a los Patios Cordobeses.

 

 PATIOS CORDOBESES.- 

Primera letra.- “Cuando llega el mes de mayo / mi Córdoba se engalana, / se llenan sus hermosos patios / de claveles y geránios / y olor a albahaca. Con el frescor de la noche / bajo el limonero de blanco azahar… Patios de misterio / cuajados de flores / en noches de amores / se oye este cantar:

Estribillo: “Niña, niña cordobesa / cuida la belleza de tus gitanillas…Niña, recoge tu pelo / tan caracolero / con mil florecillas…Niña, cimbra tu cintura / divina criatura / que a mí me enloqueces / te rindo admiración / ¡Ay! Córdoba de mi pasión / ¡Olé! tus “Patios Cordobeses”.

Segunda letra: Barrio de Santa Marina / San Agustín y San Lorenzo / Plaza de la Lagunilla / calle de San Basilio / de mi Alcázar Viejo… Patios de hechizos morunos / perfumes de adelfas, nardos y jazmín… Mujeres de ensueño / su embrujo y majeza / de inigual belleza / les quiero decir. Al Estribillo: y final. 

 

Antonio Rodríguez Salido.-

Compositor y letrista.-

 Escalera del Éxito 176.-