Mi apoderado, Salvador Sánchez «Pipo», me había contratado para matrimoniarme con la Peña de Usera de Madrid, la decana de las peñas madrileñas. Era un matrimonio de conveniencia: decana y decano. Yo, decano de los cronistas taurinos. Casi estoy por poner la mano en el fuego que no existe otra persona viva que en 1951 escribiera su primera crónica taurina y que luego mantuviera a lo largo de los años ese fuego sagrado de la crítica. La crítica es generalmente subjetiva. La información, objetiva. Hice de ambas cosas y amplié mi ejercicio profesional a los distintos ámbitos del periodismo. Por eso preparé lo que os remito en este correo. Era un largo parlamento del que yo iba a entresacar las palabras a pronunciar en el acto de la Peña Taurina Usera, más allá de Legazpi, frontera con el matadero. Probé mis fuerzas y me dí cuenta de que de movilidad estoy peor que la nueva Gran Vía madrileña. No aguanto un paseo de cien metros. Tengo una válvula de tocino en el corazón, con la que voy a cumplir 11 años, gracias doctor Sánchez Navarro, y mi cardiólogo me recomienda andar mucho. Pero me canso. Poco a poco. En casita y sin hacer esfuerzos. Me hubiera gustado ir a Madrid y al barrio de Usera y recordar a la familia de los Pirri, la de los innumerables toreros y un jokey. Su padre, al final de temporada, invitaba a la prensa taurina y a los médicos a unos callos a la madrileña por las cercanías del Matadero. Viejos recuerdos.

Un abrazo,

Benjamín Bentura Remacha – Escalera del Éxito 85