En primer lugar puntualizar que una plaza de toros debe tener un mínimo de 45 metros de diámetro y no más de 60, podrán ser permanentes o portátiles, siempre que estas últimas cumplan las exigencias de la normativa que se establece en el reglamento taurino.

Por otra parte, en las novilladas sin picadores la edad de las reses no será superior dos años, en el caso de ser con picadores el peso no podrá exceder de lo establecido según categoría de la plaza, los toros serán utreros (tres años) y deberán tener el trapío suficiente. El peso mínimo de las reses en plazas de primera categoría será de 460 quilos, en las de segunda de 435 quilos y de 410 en las de tercera. Las astas deberán estar íntegras. Las reses una vez embarcadas en la ganadería deberán ser transportadas exclusivamente a los corrales de la plaza y han de desembarcar al menos 24 horas antes del festejo. Previamente designados, los veterinarios procederán al reconocimiento exhaustivo de las reses, tras el informe de dicho reconocimiento se levantarán actas y se informará a las autoridades competentes, que darán visto bueno o no a la celebración del festejo. Antes del sorteo de los lotes la empresa estará obligada a liquidar los honorarios de los actuantes. De las reses a lidiar se harán lotes equitativos según numero de espadas a participar y se decidirá mediante sorteo el lote correspondiente a cada matador. Una vez finalizado el sorteo, los toros serán enchiquerados según el orden de salida al ruedo. 
Resuelto todo lo anterior, una hora antes del comienzo de abrirán las puertas de acceso al público. Todos los lidiadores deberán están en la plaza al menos 15 minutos antes del comienzo junto con sus correspondientes cuadrillas y mozo de espadas. Habrá un orden de lidia regido por la antigüedad como matador de toros de los espadas, el más antiguo (años de alternativa) será el director de lidia abriendo plaza y cerrando, y así en el mismo orden los demás toreros. 
El presidente, una vez llegada la hora en punto anunciada para la celebración, sacará el pañuelo blanco, para que clarines y timbales anuncien el comienzo del espectáculo, seguidamente los Alguaciles procederán al despeje del ruedo para a continuación y al frente de los espadas, cuadrillas, areneros, mulilleros, picadores y monosabios realicen el paseíllo. Se entregará la llave de toriles al torilero por los alguaciles.
Una vez el matador pide el toro al torilero, el astado salta a la arena y será recibido por el diestro con el capote. Seguidamente el presidente enseña el pañuelo blanco y ordena la entrada al ruedo de los picadores y dará comienzo El tercio de varas, en el cual se pica al toro mediante una vara de madera que llevará colocada en su extremo una puya en forma de pirámide triangular con una cruceta que evitará que se clave más de lo debido. Como es reglamentario actualmente los caballos llevarán un peto para protegerlos de las embestidas del toro (antiguamente se picaban los toros con caballos sin protección alguna), así mismo el picador ira protegido en su pierna con la gregoriana para evitar ser empitonado por el animal. En las plazas de primera es necesario que el toro entre un mínimo de dos veces al caballo, en las de segunda solo es necesario una. Una vez que el matador considera que su toro esta picado, solicita el cambio de tercio, o el presidente decide hacerlo a su criterio y se dará paso al segundo tercio de banderillas con el pañuelo blanco enseñado por el presidente. En este tercio los subalternos juegan un papel muy importante ya que son los encargados de banderillear al toro, alternándose entre ellos y cambiando el cuerno de recorte para colocarlas. El mínimo de banderillas a poner son cuatro y seis el máximo, no obstante cuando el matador es quien banderillea si el lucimiento es considerable el presidente podrá permitir que se coloquen cuatro pares de banderillas. Este tercio permitirá observar al maestro porque pitón puede embestir mejor el toro.
De nuevo con el pañuelo blanco se da paso al tercer tercio o tercio de muerte. El matador montera en mano pedirá la venia del presidente. En este tercio el matador en solitario ante el toro compone su faena de muleta. Es el tercio más importante de todos y en este momento donde el maestro ha de demostrar poniendo su vida en ello su maestría, es donde hay que parar al toro, mandar en él y plantarle cara, embeberlo en la pelea con la muleta, templar su embestida hasta conseguir componer con quietud, energía, templanza y sentimiento el arte del toreo, transmitiéndolo al público (el respetable) con toda la pureza posible. Una vez terminada la faena de muleta llega el momento de la suerte suprema, donde el torero coloca al toro a su mejor juicio para darle muerte con el estoque. De frente y escasa distancia el maestro fijara al toro y entrara a matar. Del resultado de la ejecución de tercer tercio al completo llegará la bronca, el silencio o el triunfo del torero, los trofeos serán: ovación y saludos desde el tercio, vuelta al ruedo, una o dos orejas y en casos excepcionales el rabo del toro y en muy contadas ocasiones el indulto del animal como máximo reconocimiento al matador por entenderlo y al toro por su bravura, bondad y fuerza.
Saludos taurinos