La Plaza de toros Real de San Carlos está ubicada en el departamento de Colonia, Uruguay, a pocos kilómetros de la zona histórica de esa ciudad, también conocida como Colonia del Sacramento. Es la única plaza que se mantiene en Uruguay y fue erigida con un estilo Mudéjar, muy similar a las plazas de toros de España, consevando arcos y algunos detalles de circunferencia. Es una obra realizada por el arquitecto argentino José Marcovich y el ingeniro Dupuy.

La plaza fue construida en ocho meses con el aval del parlamento uruguayo, quien otorgó los permisos para iniciar las obras del complejo. El material utilizado para su edificación fue suministrado por la fábrica de ladrillos y mosaicos La Arenisca. El diámetro del lugar asciende a los 100 metros, con un ruedo de 50 metros de diámetro.

La estructura de hierro de la obra, fue traída de Gran Bretaña y armada en su totalidad en Colonia. Éste hierro oxidado de la construcción se puede apreciar en parte de lo que conforma las ruinas de la plaza, considerada Monumento Histórico Nacional.

El lugar funcionó dos años consecutivos, hasta que en 1912 fueron prohibidas las corridas inexorablemente bajo la presidencia de Batlle y Ordóñez. En la actualidad, la plaza se encuentra en ruinas y no se puede ingresar a la misma por riesgo de derrumbe.

En sus inicios, los espectáculos que se brindaron fueron instrumentados con toreros y toros traídos de España, si bien se utilizaron toros de algunos países de Sudamérica como fue el caso de Perú, y en algunas ocasiones las corridas fueron realizadas con toros de Colonia. Los toreros que inauguraron oficialmente la plaza fueron los hermanos Rafael y Ricardo Torres, ambos oriundos de España, que vinieron especialmente para el espectáculo. Hubo vapores que se habilitaron ese día y en las corridas posteriores desde Colonia hasta el Muelle Real para las personas que deseaban llegar y retirarse del lugar, convirtiéndose en una atracción turística visitada por cientos de espectadores.

El proyecto tuvo dos años de auge y prosperidad donde espectadores de otros departamentos del Uruguay se acercaban a presenciar las corridas. También acudían fanáticos de Argentina en los vapores que se habían oficializado para el traslado de visitantes. La plaza contaba con restaurante, bares, escenario y un teatro, asegurando la extensión de otras atracciones como peleas de boxeo, murgas y cantantes. En el programa de una de las corridas se podía leer el siguiente texto:

“Se recuerda al público que no habrá derecho a protestar, por aquello de que a caballo regalado no se le mira el pelo. No mirar pues en domingo el pelo a la fiesta. Se ruega no arrojar al redondel objetos ni personas; no silbar ni traer a cuento la familia de los lidiadores, que no tienen nada que hacer en el asunto”.

Si bien el público uruguayo no se mostraba simpatizante de las corridas de toros, la concurrencia era importante en cada evento -ocho mil personas participaron de la inauguración de la plaza. Con la prohibición de las corridas, la plaza y el Complejo Real de San Carlos eran utilizados para espectáculos artísticos, y el hotel siguió funcionando al igual que el casino.

Si bien hubo intenciones de reinaugurar las corridas, éstas no tuvieron éxito. Se consiguió una habilitación de la Intendencia Municipal de Colonia para realizar corridas de toros únicamente en ese departamento, iniciativa que no prosperó, siendo clausurada en 1912. En 1943, el Complejo Mihanovich, pasa a manos del Municipio de Colonia debido a las demandas contra la Sociedad Real de San Carlos. De esta manera, comienza el descuido que culmina con el abandono del Complejo y de la Plaza de toros, la cual es hoy un edificio en ruinas que ha sufrido algunos saqueos en su estructura. Su estructura de estilo sevillano puede visitarse y apreciarse desde las afueras del recinto, cercado por vallas para limitar el acceso al predio.