Una muy buena entrada registró la Monumental Plaza de Zacatecas. Ocho toreros se disputaron una vez más el Escapulario de Plata de la Virgen del Patrocinio, que muy merecidamente se lo llevó Ignacio Garibay a petición del respetable. Omar Villaseñor cortó la única oreja de la tarde –protestada-,  pues mató con una estocada totalmente desprendida. Fue en el octavo toro de la tarde, cuando Jorge Delijorge resultó cornado muy cerca del recto al poner el tercer par de banderillas; herido salió de la enfermería a continuar con su labor y después fue intervenido en la Clínica Santa Elena, desde donde lo reportan estable.

                El juez Carlos Ibargüengoitia, muy acertado en algunos detalles, pero no se sostuvo a la hora de negarle la oreja a Omar Villaseñor, pues una mayoría de pañuelos en los tendidos la solicitaba. El reglamento taurino en su artículo 81,  Fracc. I, dice que “Se otorgará una oreja cuando tras una labor meritoria del espada, una visible mayoría de espectadores la solicite, ondeando sus pañuelos”, y aunque la última parte se cumplió, la labor de Villaseñor no puede ser considerada meritoria pues la estocada estuvo sumamente defectuosa, un auténtico bajonazo. Paradójicamente, el respetable, pese haber solicitado el apéndice, le negó luego el escapulario: el máximo premio de la corrida.

                Rodrigo Santos (de negro y oro), recibió a Magno, No. 36, de 490 Kg., toro castaño, bocinero y carifosco, que terminó despitorrándose al estrellarse contra el burladero y que sin embargo embistió con violencia y bravura durante la lidia. El rejoneador tuvo una actuación pésima pues expuso torpemente a sus caballos y tres de ellos resultaron heridos. Falla con el rejón de castigo y a pie, lo despacha al cuarto viaje. Pitos y bronca del público.

Eulalio López el Zotoluco (de verde y oro), tuvo en suerte al primero de la lidia ordinaria, Güerito, No. 4, 505 Kg., cárdeno oscuro, entrepelado, caribello, bragado corrido, sobaquero y cornidelantero. El Zotoluco lo toreó brevemente con el capote; el toro recargó bien en los caballos; brinda al respetable. Con la muleta, el toro al inicio embistió bien y fue toreado con largueza, sobre todo por naturales, su mejor lado. La Internacional Banda del Estado, interpretó bajo la Dir. de Salvador García, el paso doble Puerta Grande –paso doble favorito del matador- pues lo estaba toreando con tersura; pero luego Güerito cambió de lidia y reculando se refugió en tablas. Despacha a Güerito al primer viaje deja una estocada entera, cruzada y letal. Petición de oreja no concedida.

Rafael Ortega (de azul marino y oro), tuvo en suerte a Guindoso, No. 16, de 514 kg., negro enmorrillado, carifosco, el burel más malo de la corrida; Ortega se negó a poner banderillas y se echó encima al público; el toro no se prestó ni un segundo a ser toreado, Ortega optó por abreviar su labor y al segundo viaje despacha a este petardo. Pitos del respetable.

Fernando Ochoa (de gris perla y oro), recibió a Andino, No. 11, 480 Kg., negro salpicado, listón, gargantillo, bragado corrido, caribello y acucharado; un toro débil de los remos delanteros, que rehuía a la muleta espiando al torero; Ocho se vio voluntarioso, pero Andino resultó ser otro mal toro; lo despacha al segundo viaje con una estocada entera y desprendida. Palmas.

Ignacio Garibay (blanco y oro), recibió a Caudillo, No. 12, 500 Kg., cárdeno, nevado de los cuartos traseros, bragado corrido, espejeado, gargantillo y cornidelantero; lo lanceó por verónicas y el quite por chicuelinas caló hondo en los tendidos. Brinda al respetable. Con la muleta, Garibay estuvo espléndido, toreó a Caudillo con parsimonia y suavidad, deleitándose y emocionando como sólo él sabe hacerlo; por esa capacidad de Garibay de ser un torero mandón y artista, el público se le entregó y La Marcha de Zacatecas le acompañó en su desempeño. Falló con la espada, pero Garibay tiene duende, por eso dio la vuelta al ruedo.

Omar Villaseñor (de azul pavorreal y oro); toro Independiente, No. 1, 520 Kg., negro, listón, enmorrillado, bragado, meano, cómodo de cornamenta. Villaseñor hizo una labor voluntariosa, variados fueron los pases que iba improvisando con creatividad a lo largo de la lidia; pero faltó transmisión y mató con un bajonazo. Aún así, fue premiado con una oreja; pero no le fue concedido el escapulario.

Jorge Delijorge (de palo de rosa y oro); recibió a Bicentenario, No. 6, 491 Kg.; negro, zaino, listón y paliabierto. Delijorge toreó muy bien con el capote, lo recibió con larga cambiada de rodillas y luego lo llevó a los caballos con tapatías; al quite por caleserinas y remató soltando la punta del capote. Puso banderillas, los dos primeros pares en inmejorable sitio e igualados; fue en el tercer par cuando sufre el percance, al intentar poner cortas y citando de rodillas. Pese a estar herido, salió al ruedo a torear a Bicentenario; lo hizo con profesionalismo, salió a cumplir de manera profesional y con ganas de llevarse los apéndices del toro, pero falló con la espada. El público se le entregó y agradeció su arrojo y valentía. Bien por el torero.

Al final, una duda surge ¿quién es la máxima autoridad en la plaza? Si Omar Villaseñor cortó la única oreja de la tarde, se supone debería haberse ganado el escapulario; pero la empresa solicitó al público que con aplausos se definiera el premio.  El juez otorgó una oreja a Villaseñor, pero se la negó al Zotoluco –quien tuvo un desempeño mucho más meritorio-.  Sigue faltando orden en la plaza.

 

Jánea Estrada Lazarín