“Me encantan todos los preliminares de la lidia y me regocija lo pintoresco y musical del espectáculo”.

Rubén Darío (1867 – 1916)

Por deseo de José Luís Cuevas Flores, alma mater de esta humilde publicación, he aceptado muy gustosamente a recopilar datos, anécdotas y textos de los pasodobles que componen el repertorio de cualquier Banda de música taurina que se precie, y que se popularizan por los ruedos de toda España.

Qué es el pasodoble

El pasodoble es el ritmo más genuino y representativo de la música española, sin duda alguna. Puede ser considerado, en esencia, el estandarte sonoro que la distingue en todas partes del mundo. Se trata de un ritmo alegre, con aire garboso, pleno de brío, castizo, flamenco unas veces, pero siempre reflejo del más genuino sabor español. Vale la pena, aunque solo sea por curiosidad, profundizar algo en la historia del pasodoble español, no solo para subrayar lo mucho y bueno que se ha escrito en torno a esta pieza musical, sino para que no se olvide el lugar que este tiene reservado en la música española .

Tipos de pasodobles

Son considerados pasodobles toreros todos aquellos que están dedicados a diestros, personajes de la Fiesta, o que hacen referencia directamente a temas relacionados con ella. En ocasiones, el público desconoce el título del pasodoble que oye, pero inmediatamente reconoce su melodía; estos son los denominados pasodobles “clásicos”.

Es evidente que no todos los pasodobles son toreros; los hay que son de concierto, o de canción, o festivos o pasodobles-marcha, los cuales a su vez incluyen los pasodobles regionales y lo estudiantiles de las tunas universitarias.


En el pasodoble-marcha la función condiciona el estilo. Los giros melódicos y armónicos han de ser más sencillos para facilitar su ejecución

mientras se va desfilando. Son ejemplos: “Los Voluntarios” de Jerónimo Jiménez; “Las Corsarias» Francisco Alonso, etc.

Así mismo, “el pasacalles” que no es marcial como los anteriores, sino “marchoso”, callejero… pueden ser sus representantes: “La Calesera”, “Las Leandras” los dos también de Francisco Alonso. Luego están los pasodobles regionales, que existe tanta variedad como regiones tiene España. Los hay con aire asturiano gallego, andaluz, montañés, valenciano, vasco, navarro, catalán, aragonés…por ejemplo: “Viva la jota», Aires gallegos de Pascual Marquina; “Islas Canarias» de José María Tárridas; “Santander» de Ernesto Rosillo, “En er mundo» y “Talento” de Juan Quintero, “El fallero» de José Serrano etc. Las tunas cantan habitualmente “ La morena de mi copla» de Carlos Castellanos; “Clavelitos” de Genaro Monreal o «Estudiantina portuguesa» del maestro José Padilla.

Los pasodobles de concierto pretenden ser más solemnes, más clásicos y presentan una estructura musical que no se debe alterar en lo más mínimo: tras una breve introducción, la primera parte es brillante, arrogante y la segunda también llamada trío, se caracteriza por su rasgo melodioso y colorido instrumental. Uno de los primeros compositores que cultivó esta variedad fue el maestro Eduardo López Juarranz (1844 -1897), autor del pasodoble “La Giralda», a quien siguieron Ramón Roig, autor de “La gracia de Dios», Antonio Álvarez Alonso, autor de “Suspiros de España» y otros.

Entre los festeros o festivos se considera, que el primer pasodoble fue compuesto por José Espí Ulrich en el 1801 y se tituló: “Anselmo Aracíl”. Pero el más conocido, sin duda, es “Paquito Chocolatero» de Gustavo Pascual Falcó.

Los pasodobles-canción merecerían muchas páginas no solo por la cantidad y calidad de títulos sino también por la cantidad y calidad de sus intérpretes, además de anécdotas y curiosidades que de ellos se pueden encontrar en la bibliografía.

La canción española nace cuando comienza el declive de los charlestones y cuplés, y alcanza su máximo apogeo en las décadas de los 50 y 60. Cuplés como “Las tardes del Ritz” de Genaro Monrreal, “Tápame, tápame” de Ricardo Yust o “Fumando espero» de Félix Garzo M. Viladomat etc. 

 

Las artistas de las décadas de los años 20 y 30 como Encarnación López “La argentinita”, Carolina Otero “La Bella Otero» que eran las figuras de aquellos escenarios, son las que van cediendo -progresivamente- la gloria del éxito a Estrellita Castro, Conchita Piquer, Juanita Reina, Angelillo, Paquita Rico etc, que interpretaban otros estilos como zambra, bulerías, canciones, tanguillos, farrucas y, por supuesto, el pasodobles-canción. Son ejemplo de ello títulos como:, “Cárcel de Oro», “A la Lima y al limón», “Eugenia de Montijo», “Lola Puñales», “Mañana sale», “Tatuaje”, “Ojos verdes», “Y sin embargo te quiero», “La zarzamora»… Otros títulos: “Capote de grana y oro», “El relicario”, “Mi jaca». “Francisco alegre», “Con divisa verde y oro», “Chiclanera» y una lista interminable de grandes éxitos discográficos entre los que se encuentra la conocida canción:

“Córdoba mora» del cordobés Enrique Báez Centella. Canciones de mucho éxito también por conocidas fueron: “Carmen la de España», interpretada por Carmen Sevilla. “Romance de valentía», “En tierra extraña», un trasunto de “Suspiros de España» cantada por Concha Piquer, “Ay, Maricruz”, “Triniá», “El beso», “Luna de España», “Doce cascabeles», “Y viva España» y “Viva el pasodoble”, que cantara la inolvidable Rocío Jurado.

Pero que si importantes son los títulos y los intérpretes, también debemos de acordarnos de los creadores de la música y el texto. Son ellos, desde la sombra de un segundo plano y eclipsados por la figura del intérprete, -con quien el público identifica la canción- los verdaderos artífices de las partituras. A ellos, o más propiamente a su inspiración y su técnica, les debemos esos momentos de alegría, esas sensaciones de exaltación del espíritu, cuando escuchamos las grabaciones o las interpretaciones en directo. Manuel López-Quiroga compuso más de cinco mil canciones, muchas de ellas con letra de Rafael de León y Antonio Quintero, se trata de verdaderos poemas con música, verdaderas historias en tres minutos. Parece que los tríos eran el secreto de aquellos éxitos y así hubo otros tríos formado por el músico Juan Solano y los letristas José Antonio Ochaíta y Xandro Valerio. Otros más fueron: Juan Mostazo Morales, Ramón Perelló, Salvador Valverde, Manuel Gordillo, Genaro Monreal, Fernando Moraleda Legaza, Manuel Alejandro etc…

Su excelencia el pasodoble torero

Digamos que el pasodoble torero es a la vez, alegre y melancólico. Difícil de lograr porque debe reunir tres condiciones indispensables: ha de ser popular, de modalidad aflamencada, con cierta melancolía, valiente y ha de tener un garbo especial que lleve dentro todo el espíritu de la fiesta. Así los diferentes recursos armónicos utilizados por el compositor se pueden identificar con otros tantos momentos interpretados por el torero: la semicadencia equivaldría a PARAR, la cadencia rota sería TEMPLAR, la cadencia plagal supondría MANDAR y la cadencia consonante o decisiva , que son los últimos acordes del pasodoble, traduciría la suerte suprema. (Habría que explicar al no entendido que, “cadencia” en música es una serie de acordes melódicos-armónicos que suele coincidir con el final de una obra).

En definitiva, el pasodoble es un ingrediente indispensable, aliado del torero en las grandes faenas o cuando pasea los trofeos en la vuelta al ruedo, como ocurre en “Las Ventas”. Contribuye a la vistosidad de un elegante paseíllo que despierta en el aficionado nuevas ilusiones de que, esa tarde, instantes después, va a presenciar magistrales actuaciones de cuadrillas y matadores de toros, o a veces –en el lado opuesto de la fiesta- el pasodoble acompaña las labores que desempeña el mayoral con los mansos, después de que el presidente haya mostrado su pañuelo verde para devolver el astado a los corrales de la plaza.

Casi todos los toreros de fama tienen algún pasodoble escrito expresamente en su homenaje, sin embargo, no siempre corren parejas la fama del matador y la del pasodoble: es el caso de “Gallito”, “Vito”, “Angelillo» y “Dauder», pasodobles famosos cuyos destinatarios no fueron figuras del toreo, y al revés, pasodobles que no han alcanzado la popularidad se han dedicado a grandes matadores de toros: “Lagartijo», “Guerrita», “Machaquito», “Joselito”, ”Belmonte» etc. Afortunadamente ahí están: “Manolete”, “Marcial», “Domingo Ortega», “Agüero» y otros que sí comparten su calidad con la fama del torero a quien fue dedicado.

Para finalizar, solo insistir que muchos títulos de pasodobles hacen referencia, no solo a los verdaderos actores de este espectáculo, los toreros, sino a multitud de elementos taurinos, unas veces forman parte de la Plaza de Toros, otras del traje de luces, en ocasiones de la ciudad o del público, como es el caso del pasodoble que traigo hoy, que dá lustre y brillo a este artículo. Se trata de dar a conocer la historia de uno de los pasodobles con más calidad y flamenquería de los que se tocan hoy por todos los ruedos del mundo. Su título.- “ESPAÑA CAÑÍ», su autor.- Pascual Marquina Narro (1873 – 1948).

Aquí está su historia:

 ESPAÑA CAÑÍ.-

Mariano Sanz de Pedre, cronista musical e integrante, por oposición de la Banda Municipal de Madrid dirigida a la sazón por el extraordinario músico Ricardo Villa (autor de numerosos y bellísimos pasodobles), escribe en su libro «La Música de los toros y la Música en los toros» la historia real del pasodoble

ESPAÑA CAÑÍ.-

Pascual Marquina Narro bilbilitano de nacimiento (1873-1948) contaba con un ferviente admirador de su música en la localidad albaceteña de Almansa. Era José López de Osa, patronista (diseñador y preparador de moldes) de una fábrica de calzados de la población manchega, y tenía la curiosa ilusión, que el compositor de Calatayud (Zaragoza), a quién admiraba, le dedicará un pasodoble.

La Banda de Ingenieros dirigida por Marquina Narro, actuaba todos los años a petición municipal y estimulada, sin duda, por los deseos del patronista, en las fiestas del mes de mayo en Almansa; y aquél mayo de 1925 no podía ser diferente, de manera que la banda fue de nuevo contratada. Marquina, que había prometido al admirador de su música su ansiado pasodoble, cayó en la cuenta de su olvido el día anterior de marchar hacía Almansa, y para cumplir su promesa, en pocas horas compuso el pasodoble «El patronista cañí». Durante el viaje en tren ensayaron la pieza y entraron en la ciudad manchega interpretándola, con gran contento para el propio patronista y la población, que también conocía la promesa de Marquina. !Qué habría ocurrido si no llega a componerlo…!

 A Madrid llegó el pasodoble un año después, oyéndose por primera vez en la capital en el concierto ofrecido por la Banda Municipal en el Parque del Retiro el 9 de mayo de 1926, dirigida entonces por Ricardo Villa, y obteniendo, como no podía ser de otra manera, un clamoroso éxito.

Pero…Y España Cañí?…

Sanz de Pedre aclara que la gran bailaora, cupletista, actriz y coreógrafa Encarnación López Julvez «La Agentinita» (1897-1945), bonaerense, hija de padres españoles, que había llegado a nuestro país con seis años de edad, estaba preparando un espectáculo para su presentación en Nueva York y quiso en él incluir el pasodoble del maestro Marquina, pero cuando conoció el título se dirigió personalmente al músico y le dijo: «Maestro, tiene usted que cambiarle el título a este pasodoble. Con «Patronista Cañí» no me dejan salir a escena. Por qué no lo titula usted «ESPAÑA CAÑI»?

Y con ese título se estrenó en 1932 en el Metropolitan Opera House de Nueva York, formando parte de un programa en el que se ofrecía una danza de Enrique Granados, Leyenda de Isaac Albéniz, la farruca de «El Sombrero de Tres Picos» y la canción y danza del fuego de «El Amor Brujo» de Manuel de Falla. Así recibió el título definitivo uno de los pasodobles más famosos de todos los tiempos, que es hoy junto con «El concierto de Aranjuez» del maestro Rodrigo, la obra española más interpretada en el extranjero.

 «ESPAÑA CAÑÍ»

 Pasodoble

 Oye mi cantar

para ti lo eché a volar.

Para ti, España, bajo el sol andaluz,

cuna de la raza cañí,

donde hay que beber para olvidar y ser felíz.

Soy gitano de «Graná,»

nacido en el Albaicín,

un barrio popular

tan blanco, lo mismo que un jazmín.

Yo camelo a una mujer

gitana también como yo,

hermosa p’al querer,

morena de piel y buen color.

Distingo el paladar

del vino de Jerez,

las palmas a compás,

el Polo del Mirabrás,

y el cante de un calé

por zambra y «soleá».

Tú no sabes lo que te quiero,

España del alma mía,

si me apartan de ti me muero,

pues vivo de tu alegría.

Soy cañí,

porque así me hizo Dios,

mi «rumí»

es la luz de mi amor.

!Ay que si mira, mira mírame!

yo por tu ojitos no sé lo que hacer.

Tiene mi reina labios de coral,

que de noche y día quisiera besar.

 El pasodoble «España Cañí» es singular por otros motivos. Se trata del primer pasodoble que sonó en la Plaza de Toros de las Ventas de Madrid, en el histórico paseíllo de la tarde del 17 de junio de 1931, cuando en dicha plaza se celebró el primer festejo (una corrida a beneficio de los parados de Madrid), organizada por el alcalde de la capital Don Pedro Rico y presidida por el presidente de la segunda República don Niceto Alcalá Zamora. Actuaron los espadas: Diego Mazquiarán «Fortuna», Marcial Lalanda, Nicanor Villalta, Fausto Barajas, Luís Fuentes Bejarano, Vicente Barrera, Fermín Espinosa «Armillita», y Manuel Mejías «Bienvenida».

Sin embargo, la inauguración oficial de la plaza tuvo lugar, el domingo 21 de octubre de 1934, con un cartel compuesto por Juan Belmonte, Marcial Lalanda y Joaquín Rodríguez «Cagancho». El inspirador de la construcción de Las Ventas fue el diestro «Joselito», que contagió su entusiasmo al arquitecto y gran aficionado don José Espeliú. Ninguno de los dos pudo ver terminada la plaza que habían soñado y diseñado conjuntamente.

 BIBLIOGRAFIA.-

-Blas Vega José: “La canción española». Colección Metáfora 1996. Pág. 11

-Delgado Iribarren Manuel: “Los toros en la música”. COSSIO. Tomo 7 Pág.597-611.

-Sanz de Pedre Mariano: “La música en los toros y la música de los toros». Ed. Musigraf Arabi 1981. Pág. 17.

-Sanz de Pedre Mariano: “El Pasodoble Español». 1961. Pág. 63-68.

-Gallego Castuera Lorenzo: Exdirector de la Banda de Música de la Plaza de Toros de “Las Ventas» de Madrid.

 

 Antonio Rodríguez Salido.-

Compositor y letrista.-

 

Escalera del éxito 176