Bajo una enorme expectación, lo que llevó a la afición de Guadalajara a cubrir más de tres cuartas partes de la Plaza Nuevo Progreso, se celebró el esperado mano a mano entre Morante de la Puebla y Diego Silveti, dos importantes toreros que se enfrentaron a un encierro de distintas ganaderías que, en general, no ofrecieron el juego esperado.

 

Por desgracia, Diego Silveti sufrió una aparatosa cogida en el sobrero de regalo que lidió en séptimo lugar. La cogida fue tremenda, cayendo Silveti sobre el cuello, por lo que se temió que pudiera sufrir una grave lesión en las cervicales. Además del tremendo golpe, el torero fue corneado de manera grave en el gemelo. Trasladado a la enfermería, se decidió llevarlo a un hospital, siendo inmovilizado el cuello con un collarín, por lo que de inmediato se le realizó un intenso estudio para descartar cualquier lesión en la columna. Los resultados de estas pruebas fueron satisfactorios, pasando posteriormente a ser intervenido de la herida. Una vez en el quirófano se le detectó una cornada con tres trayectorias de de quince, diez y ocho centímetros, que le rompió el gemelo, y de la que fue intervenido durante el espacio de casi dos horas.

 

En lo taurino se lidiaron toros, por este orden, de Campo Real, Xajay, Teófilo Gómez, Los Encinos, Campo Real, Barralba y Bernaldo de Quirós. El resultado de los toreros fue: Morante de la Puebla, palmas, oreja y silencio; y Diego Silveti, silencio, palmas, palmas y herido en el de regalo.

 

 

Diego Silveti puso todo de su parte en una corrida que para él tenía un enorme significado, pues volvía a una plaza donde el pasado año consiguió uno de los triunfos más importantes de su temporada mexicana. Además, verse la cara en un mano a mano con Morante de la Puebla, con el que toreaba por vez primera, suponía todo un reto. Sin embargo, ninguno de los toros que tuvo que enfrentar se lo puso fácil. El primero de Xajay, toro bien hecho y muy bien presentado, se prestó para ser toreado muy bien con el capote, tanto de salida, como en un galleo para llevarlo al caballo. Brindó al público, y el toro se movió sin verdadera clase, sirviéndole a Silveti para exponer e intentar corregir el defecto de embestir con demasiada violencia. Luego se enfrentó a un toro de Los Encinos también muy bien presentado, serio y de finas hechuras. Extraordinario fue el quite que realizó por gaoneras, antes de brindarselo a Morante de la Puebla. Inició su labor por estatuarios, pero el toro pronto se desentendió de las suertes, durando muy poco. El de Barralva que hizo sexto, cornalón, también se movió, pero sin entrega. En un momento de la faena, y debido a las ganas y al arrojo, Silveti fue volteado. Volvió a la cara del toro para rematar la faena con arriesgadas bernadinas. Sin quererse marchar de vacío, Diego decidió regarlar un sobrero de Bernaldo de Quirós, que fue el que le propinó la grave cornada.

 

Por su parte, Morante de la Puebla, muy esperado por la afición, comenzó en Guadalajara su periplo por tierras mexicanas, siendo el único que cortó una oreja del tercer toro de la tarde, un buen ejemplar de Teófilo Gómez. Con este toro, el maestro de la Puebla cuajó una torerísima e importante faena, que puso a la gente en pie en varios momentos. Morante estuvo a gusto con el toro y sus muletazos tuvieron profundidad y mucho ritmo. Con el primero sólo pudo dejar algunos detalles, mientras que con el quinto, que dio poco juego, lo intentó sin poder conseguir derrochar los buenos momentos que había dejado con el de Teófilo Gómez.