Escribe: Antonio Portillo Peinado, investigador taurino y escritor. lamontera.com

En el ámbito taurino imaginábamos que a lo largo de este 2020 iba a haber un torrente continuo de artículos y eventos conmemorando el centenario de la trágica muerte de José Gómez Ortega «Joselito el Gallo», abreviadamente «Gallito», en la plaza de toros de Talavera de la Reina el 16 de mayo de 1920. Sin duda el maldito coronavirus además de quitarnos la libertad a todos y la vida a demasiados, parece como si también nos hubiera quitado la memoria a los aficionados a la Fiesta Nacional.
No voy a entrar a describir pormenorizadamente su biografía, ni a analizar en profundidad su tauromaquia, ni su trágico final. Sólo apuntar que pese a no haberlo conocido, a través de mi afición e investigación, considero que posiblemente haya sido el torero con más influencia en la actividad y el negocio taurino a lo largo de la historia.

Su capacidad de influencia en autoridades, empresarios, ganaderos y profesionales taurinos, no ha tenido parangón, sólo «El Cordobés» es comparable en este aspecto. Baste comentar que fue el inventor e impulsor de las Plazas de Toros Monumentales en su afán por llevar el máximo de gente a las plazas, tal como ocurrió con Benítez en la segunda mitad de los años 60 del pasado siglo. Así mismo, por su gran conocimiento del comportamiento de los distintos encastes, se convierte en el principal impulsor de la selección ganadera, ya iniciada por su «padre» taurino «Guerrita».

Con otros dos cordobeses, «Lagartijo» y «Manolete», considero que constituyen la terna que ha influido de forma más determinante en la evolución de la Tauromaquia hasta la actual. «Lagartijo» transforma frente al toro, la «lucha» por el «arte»;

«Gallito» funde el dominio y el arte, inventando el toreo en linea, y apuntando el toreo en redondo y «Manolete» se mete en el terreno del toro con ajuste en el embroque, toreando en redondo, que predice el toreo actual. Todo ello con dos eslabones fundamentales que completan «la cadena» evolutiva : Belmonte y «Chicuelo».

Prefiero conmemorar a «Gallito» en su relación con Sevilla y la feria de abril, con su Sevilla y su feria. En una época que era un hito cortar una oreja a un toro, «JOSELITO» CORTÓ 41 OREJAS EN SEVILLA, de las que 19 las cortó en las 34 corridas que torea en las ferias de abril de 1913 a 1920, y como veremos nada menos que 15 en una sola feria, la de 1919.

Ese fué sin duda el año de José en lo que a la madurez de su tauromaquia se refiere. Analizando la filmografía existente del torero se puede comprender su evolución desde la alternativa, ya filmada, hasta las últimas películas rodadas fundamentalmente en 1919, en las que esboza el toreo en redondo, que «Chicuelo» desarrolla.
En esa evolución tuvo, sin duda gran importancia la influencia de Belmonte (José influye en Juan al principio, y Juan en José al final), así como años más tarde «Chicuelo», que funde en su toreo a ambos, la tuvo en «Manolete».
En Sevilla se llevaba con todo rigor que no se concedieran orejas, posiblemente como contrapunto a las anteriormente concedidas en Madrid, a Vicente Pastor, «Machaquito» y otros… Hasta que José con tan solo veinte años y tres de alternativa cortó la primera oreja en la Maestranza la tarde del día de San Miguel de 1915 al toro «Cantinero», lidiado en quinto lugar en corrida de seis astados de Santa Coloma para él solo. Ni que decir que el éxito alcanzado fué apoteósico.

Su relación inquebrantable con la afición sevillana se puede apreciar a través de sus comparecencias en la Feria de Abril. No ocurrió igual con los maestrantes, con los que tuvo sus más y sus menos por su afán de popularizar en mayor medida las corridas, para lo que concibe las Plazas de Toros Monumentales, y específicamente la de Sevilla.
Ahora, en fechas próximas a la suspendida FERIA DE ABRIL DE SEVILLA, qué mejor homenaje a «Joselito el Gallo», como recuerdo por el centenario de su muerte, que traer a colación los éxitos del torero de Gelves en la feria de abril, en SU FERIA.

Como matador de toros, salvo la temporada de 1917, toreó en la feria todos los años, incluido el de 1920, poco antes de su cogida mortal.
La temporada de 1913, primera tras su alternativa en la feria de S. Miguel del año anterior, toreó los días 18,19 y 20 de abril, tres corridas. Tras los éxitos alcanzados, el año siguiente 1914 vuelve a la Maestranza en 5 tardes, las del 18,19,20,21 y 22 del mismo mes.
El año 1915 vuelve José a su feria de abril los días 17,18,21 y 22, cuatro tardes. Ese año, en la feria de S. Miguel, como he referido corta la primera oreja que se concede en Sevilla, puesto que en las tres ferias anteriores descritas, triunfa, pero no llega a desorejar a toro alguno.
En 1916 y tras el éxito de la primera oreja, torea nada menos que seis tardes, los días 23,26,27,28,29 y 30 de abril. El día 29 vuelve a otro récord, pues le corta las DOS orejas al quinto toro de la ganadería de Nandín.

En ese año se inician las obras de la primera Plaza Monumental que promociona «Gallito», la de Sevilla situada en el taurino barrio de S. Bernardo, las demás se construyeron tras su fallecimiento, terminando con la de Madrid en el inicio de los años treinta, coincidiendo con el derribo de la de Sevilla. Esta plaza era SU PLAZA pues, al igual que en las demás monumentales que se proyectaron en vida del torero, asesoró a los arquitectos proyectistas en los aspectos fundamentales que sirvieran para mejorar el funcionamiento y contemplación del espectáculo, así como la comodidad de los espectadores.
La proyectaron y dirigieron el arquitecto D. José Espiau y el ingeniero D. Francisco Urcola. Con un aforo de 23.055 plazas, prácticamente duplicaba el número de espectadores de la Maestranza, cumpliendo así el objetivo socializante que perseguía «Gallito».
La construcción se hizo con demasiadas prisas, pues José se empeñó en estrenarla en la feria de abril del siguiente año 1917. Pero entre la urgencia y la mala calidad de algunos materiales, en el proceso de construcción, sufrió dos derrumbes parciales. Finalmente terminada en el mismo mes de abril de 1917 y con «Gallito» contratado para la feria, unos días antes se realizan unas pruebas de carga que la estructura parcialmente no resiste, motivo por el que se suspenden las corridas, siendo por tanto ese año el único que José no torea su feria.

La reestructuración parcial de la Monumental no llega a tiempo de la feria abrileña del 1918, motivo por el que vuelve a la Maestranza cinco tardes, las de los días 18,19,20,21 y 22, lidiando ganado de Albaserrada, Federico, Miura, Concha y Sierra, y Santa Coloma. ¡Igual selección de encastes que ahora, querido lector!. Los días 18 y 21 corta una oreja cada tarde.
El día 6 de junio de ese año se inaugura por fin la Monumental de S. Bernardo con un nuevo éxito del torero de Gelves, pues le corta la oreja al primer toro.

El año 1919 es el año de la proeza, jamás igualada en Sevilla, pues se entretiene en cortar nada menos que 15 OREJAS en las siete tardes que actuó, los días 19,20,26,27,28,29 y 30 de abril, en SU PLAZA MONUMENTAL.
El día 20 le corta la oreja al cuarto toro de nombre «Catalán» de D. Esteban Hernández.
El día 26, apoteosis, pues le corta las dos orejas al tercero, «Perruno» de Guadalest, y otras dos al quinto, «Trianero».
El día 27, con toros de Tamarón, le corta una oreja a «Cocherito» y las dos de «Cachucho».
El día 28 le corta las dos orejas a «Camero», toro que abrió plaza en la corrida de Pablo Romero.

El día 29, corrida de Murube. Le corta una oreja a «Culoatrás», que abrió plaza, y otras dos al cuarto, «Decidido».
Y el día 30 le corta las dos orejas a «Cortesano» de D. Gregorio Campos. En total nada menos que 15 OREJAS en una sola feria de aquella época, que no eran orejas como las de hoy. De las siete corridas, salvo la primera del día 19, en las seis restantes «toca pelo». ¡Ahí queda eso!

En la temporada de 1920, y tras la vuelta desde Lima, donde hizo la temporada invernal de 1919-20, única vez que toreó allende los mares, torea su última feria de abril, repartiendo actuaciones entre las dos plazas los días 19,21,22 y 23. Ese año no corta orejas.

Como he dicho veintitrés días después de la última actuación de José en SU FERIA y al día siguiente de sufrir el injustificado agravio del público de Madrid, que compartió con su compañero, amigo y rival Juan Belmonte, fué a morir por las astas de un toro a Talavera. A Belmonte el día anterior le dijo: Juan será mejor que por lo menos un año no vengamos a Madrid. El pobre no sabía que no volvería más…