Un Rafael Reyes poderoso ha firmado en Hinojosa del Duque lo mejor de
El encierro constaba de cinco novillos. Cuatro de Toros de
Abría plaza Víctor Janeiro que bregó con un eral muy repetidor que humillaba y trasmitía. Janeiro inició su labor muleteril rodilla en tierra, al hilo de las tablas hasta llegar así al tercio. Seguidamente prosiguió con la derecha en series muy templadas. El animal dobló las manos en varias fases de
Sergio Sanz recibió a su enemigo con dos largas cambiadas de rodillas, para continuar con apretadas verónicas hasta el centro del ruedo. Igualmente de rodillas, desde las tablas al centro del anillo, comenzó la faena de muleta. El pitón era el derecho y por ahí comenzó Sanz su labor. Por el izquierdo tenía la embestida más incierta pero el torero lo aguantó bien y acabó dominándolo. Volvió a la derecha y acabó con ajustadas manoletinas. Los cinco descabellos, tras una estocada que asoma y otra casi entera, le privaron de un triunfo mas sonado. La oreja que consiguió la paseo entre ovaciones.
Israel de Córdoba acreditó su falta de festejos. Por lo tanto el oficio que es la clave de la soltura ante la cara del toro, brilló por su ausencia. Con el capote tardó en acoplarse y con la franela la faena tuvo altibajos. Bien es verdad que el novillo que le cupo en suerte embestía con la cara alta y nunca se entregó. A su favor su afán por agradar y su entrega sin resquicios. Tres pinchazos y una estocada, pusieron en sus manos una oreja, tras aviso.
En el ecuador del festejo actuó el joven rejoneador Luis Valdenebro que sigue sumando enteros en este difícil y precioso arte del toreo a caballo. Esta tarde, ante un buen novillo, bravo y con buen tranco, que se comía la cabalgadura, y al que se le dio la vuelta al ruedo, demostró su progreso. Toreó muy ajustado, sobre todo cuando consintió mucho al hacerlo de costado, recorriendo gran parte del anillo, con el animal pegado al estribo. Igualmente las piruetas para irse de la cara del toro arrancaron fuertes ovaciones. Con rejones, banderillas, largas y cortas, estuvo muy acertado. Para liquidar a su oponente necesitó de un rejón y descabello, pie a tierra. Dos orejas fue el premio a su magnífica labor.
La plaza registró casi tres cuartos de entrada en tarde de calor soportable.
Crónica de Ladislao Rodríguez Galán
Periodista