La casta, la bravura y la buena crianza hacen un toro serio igual al de José Escolar es costumbre dejar para las corridas finales de la feria de san Isidro, las llamadas toristas. Se caracterizan por encastadas con bravura y poderío. En esta ocasión se han corrido toros de la ganadería abulense, de Lanzaita. Propiedad de José Escolar, emcaste Santa Coloma, actualmente el de más garantía.

 

La presencia de estos toros en el ruedo hace que todos los aficionados mantengan la atención en sus evoluciones. En otros festejos no son tan atentas siempre a los toros y se desvían a las damas que tenemos próximas, otros miraos alrededor de la plaza si la hora coincide con el nuestro, o se nos va la mirada hacia las banderas que ondean en el alto de la fachada de la plaza. Con esto queremos expresar que lo que sucede en la arena no tiene el mismo interés para retener nuestra atención. 

 

El fundamento de la corrida de toros, el protagonista indiscutible es el astado y en razón de sus características de embestida juzgamos al torero. Por contrario concentramos nuestra atención en la guapa de la derecha o de la izquierda así hurtamos la mirada a lo que pasa en el ruedo para fijarla en ella, hoy no ha sucedido así. Nos interesaba más la evolución de la lidia de los encastados y ver a los toros de Escolar más que la guapa de turno.

 

 

Domingo López Chaves no se encendió con el primero que cumplió en varas con genio y frenó en banderillas, muleta en mano trató de hacerse con la res se dobló bien con el toro para dominarlo y acabó de media estocada y dos descabellos. El cuarto peleó bien en varas, se vencía por el pitón izquierdo corrió bien la mano con la muleta plana y acabó de una estocada.

 

Fernando Robleño genio y figura siempre se mostró valiente y torero como tiene acunada su figura. El segundo empujó en varas, lo toreó a la verónica sin perderle la cara que buscaba para abajo. Valiente y torero aguantó la embestida dominando en una faena que redondeó tras oír un aviso de una estocada. Saludó desde el tercio. Las miradas estaban fijas en el ruedo. El quinto dio guerra en banderillas embistiendo con genio. Metido en la muleta se quedaba corto en la embestida y echaba la cara arriba pasó al desolladero de una estocada delantera y dos descabellos.

 

José María Lázaro vio que el tercero peleó bien en varas como corresponde a un toro encastado. Repitió en la embestida sin quitarle la muleta de la cara, sacó meritorios pases y lo remató de un pinchazo y dos estocadas sin puntilla. El sexto lo maneó al caballo en varas. Embistió bien por el derecho y por el otro lado se vencía le obligó por ambos pitones ligando muletazos y remató de estocada y dos descabellos.

 

Al final nos liberamos de la vista fija en el ruedo y la esparcimos por el acceso hacia la calle comprobando que la existencia femenina era de buen ver.

 

 

 

 

 

José Julio García

Decano de la Crítica Taurina

Periodista – Escritor

Escalera del Éxito 103