Fue una tarde de poco entendimiento. Alejandro Corona al protestarle su primer novillo, poco o casi nada se le tomó  en cuenta lo que le hizo al que abrió plaza, y además estuvo mal con la espada escuchando un aviso. Su segundo se dejaba más, y aunque con movimiento de pies le intento sacar lances y pases que poco proyectaron hacia las alturas, estando mal de nuevo  al matar, terminando de estocada en los costillares de la res.

Fernando Cantú igualmente se mostró voluntarioso, pero no pudo sacar provecho de su primer novillo que pedía mando y aguante, algo de lo que careció el norteño. Tampoco anduvo fino con los  aceros. Con el quinto, tal vez el menos potable del encierro de Ernesto Cuevas, anduvo dubitativo y sufrió desarmes sin llegar a acoplarse con su oponente. Trasteo sin relieve para terminar mal de nuevo con la espada.

Roberto Morales tuvo en su primero un novillo con el que no terminó de fajarse, y al que  ahogó la embestida cuando el astado pedía distancia y aguante. Destacaron algunos muletazos sueltos de buena factura antes de pasaportar a su enemigo de pinchazo, entera caída y varios descabellos. Con su segundo, Roberto salió más decidido iniciando con larga de hinojos, verónicas y quite por chicuelinas. La feana de muleta tuvo altibajos con algunas tandas buenas  que fueron jaleadas.  Fue  lo más destacado de la tarde, pero cuando todo pintaba bien la espada se le fue muy baja y las palmas y pitos se dividieron para el novillero, mientras se aplaudía al novillo en el arrastre.

Poco provecho se obtuvo en tarde nublada, pero sin problemas climatológicos como para echarle la culpa.