El pasado lunes 8 de diciembre falleció en Madrid la relevante pintora de asuntos taurinos Peñuca de la Serna (Escalera del Éxito 63), hija del que fue matador de toros Victoriano de la Serna, viuda del crítico taurino  Vicente Zabala y madre del actual crítico de toros de el diario El Mundo, Vicente Zabala de la Serna  (Escalera del Éxito 161) y del ex torero de nombre como su abuelo Victoriano de la Serna y hermana de José Ignacio de la Serna que dirige el gabinete de prensa de la empresa de la Plaza de Toros Monumental de Las Ventas.

Desde niña vivió el ambiente taurino de cerca y su vocación pictórica se plasmó dentro del tema, aunque las flores también alcanzaron protagonismo en su hacer pictórico. Inició su andadura artística en la escuela de cerámica de Madrid y después se formó en la escuela de acuarelistas y pintores de Madrid. Pertenecía a la Asociación Internacional de Mujeres en las Artes y expuso en diversas salas de España y el extranjero.

Hija del matador de toros Victoriano de la Serna es preciso hacer una semblanza de este para conocimiento de la joven generación de aficionados taurinos: Victoriano de la Serna nació en Sepúlveda el 1 de septiembre de 1910. Este especialísimo artista de la torería, al que por tener título facultativo le llamaban don Victoriano. Torero importantísimo, que surgió con un estilo tan super original que sorprendió e interesó inusitadamente a la afición. Joven de familia acomodada, con buena educación y licenciado en medicina, pensó muy pronto en ser torero y armó un verdadero alboroto en sus actuaciones en los distintos ruedos, sobretodo en la novillada de su presentación en Madrid el 27 de agosto de 1931 con novillos de Pinto Barreiro, actuando con “Chiquito de la Audiencia” y Alfredo Corrochano. Cuanto hizo sobre todo destacó el temple, la suavidad y la mecida duración que imprimía a sus lances de capa. Nadie los había igualado ni siquiera por soñación. Pero Victoriano tuvo y retuvo detalles sin llegar a Rafael “Gallo”, lo que a desigualdad se refiere. Se le aproximó bastante. De ahí sus altibajos en cuanto al sitio que ocupó en el toreo. Fue un torero de gran inventiva, su fuerza fue la originalidad, a él se le deben las manoletinas después tan emboga que decidieron llamarse “leserninas”, aunque Victoriano las dio sin agarrar la muleta por detrás con la mano izquierda y otros muchos lances y muletazos improvisados que aun resultándole inspiradísimos y de gran éxito momentáneo, no intentó si quiera repetir preocupado constantemente por la creación de otros nuevos en su obsesión de ser original. Tuvo siempre en el ruedo una extraordinaria “pose” y una languidez afectada por natural que para sí quisieran muchos toreros gitanos. Quizá demasiada “pose” y languidez. De ahí su personalidad. Rápidamente se colocó en lugares destacados como novillero y tomó la alternativa el 29 de octubre de 1931, en Madrid de manos de Felix Rodríguez, con toros de la viuda e hijos de don José Aleas, siendo testigo Pepe Bienvenida. En 1933 y 1934 toreó más de cincuenta corridas poniéndose al nivel de las primeras figuras de entonces, compitiendo con categoría y popularidad, en América actuó en plazas de Venezuela, Colombia y Perú. En 1940 se retiró, pero reapareció en 1943, al año siguiente obtuvo en Madrid un éxito clamoroso. Sufrió varios percances graves que no mermaron su afición. En 1945 toreó solo festivales benéficos y se retiró. Fue un torero de característica original. 

 

José Julio García
Decano de la Crítica Taurina
Periodista – Escritor
Escalera del Éxito 103