(Agencia Efe)El torero Enrique Ponce, al recibir hoy en Madrid el «IV Premio Antonio Bienvenida a los valores humanos», dijo que «poder hacer feliz a la gente es lo más bonito que me ha dado mi profesión». «Eso, y los amigos, por supuesto también la familia, y mi mujer, que me ayudan a ser cada vez mejor», recalcó Ponce, que fue homenajeado por el «Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida» en un acto multitudinario que tuvo por marco el madrileño Teatro Muñoz Seca. «El título del premio -dijo el torero-, compromete, pues este reconocimiento significa un peso, una responsabilidad que hay que asumir también cuando uno se viste de luces. Visto así, me gustaría estar ya retirado. Pero no, porque me siento muy feliz con lo que hago. Y eso que cada toro que sale puede cambiar mi vida, para bien o para mal. Es algo que no pienso porque, en este caso, estaría ya retirado».

Al referirse también al momento que atraviesa profesionalmente, «de espléndida madurez», ahora que se nota «capaz de cuajar todavía grandes faenas para que disfruten los aficionados», Ponce recordó las palabras de su abuelo Leandro en el sentido de que «para serlo (torero) hay que parecerlo». Y porque considera que «siempre hay que estar a la altura de las circunstancias, incluso delante del toro», Ponce procura tener presente otro consejo del abuelo: «la humildad abre todas las puertas, y aún ayuda a mejorar». La figura del homenajeado fue glosada por varios oradores, el primero, el vicepresidente del «Circulo Amigos de la Dinastía Bienvenida», Juan Lamarca, que justificó el premio «por tratarse de un torero de época, y fiel representante de los valores de la gloriosa dinastía que lo inspira, por humanidad y caballerosidad, y por estar en posesión de la sabiduría del toreo».

También el presidente de la entidad organizadora, el doctor Fernando Claramunt, alabó las cualidades del diestro al afirmar que «con él, portador de valores eternos, la imagen del toreo ha subido al pedestal más alto». Por su parte, el escritor Andrés Amorós dijo que «no cabe más en un concepto del toreo basado en el dominio, el valor y la estética», poniéndole a su carrera una única pega: «le han faltado rivales de su categoría». José María Álvarez del Manzano, ex alcalde de Madrid, proclamó que «Ponce acredita el título de maestro de una forma extraordinaria», mientras que Pío García Escudero, portavoz del Partido Popular en el Senado, lo puso como «ejemplo de torería, en la plaza y en la calle, por su educación, caballerosidad, humildad y señorío», aclamando su forma de torear con un contundente «si hay una tauromaquia del siglo XXI, es la de Enrique Ponce». Finalmente, el representante de la dinastía Bienvenida, último eslabón torero de la misma, Miguel Bienvenida, al entregarle la estatuilla que representa a un torero en actitud de prepararse para abrir la faena de muleta, obra del escultor Santiago de Santiago, con la que se le reconocen sus valores humanos, recordó a su padre, Ángel Luis, en su penúltimo «San Isidro» como espectador, tan entusiasmado viendo torear a Ponce, que llegó a gritar de pié «¡óle los toreros buenos!».