Previo al inicio del festejo, se realizó la habitual procesión, con la estatuilla de la Virgen Esperanza llevada en andas por el propio Ponce y su cuadrilla, a la luz de las velas y sobre un fondo musical que le otorgó un carácter de misticismo y religiosidad a la noche.

Ya ante el primero, de Huagrahuasi, Ponce se lució con el capote en las verónicas iniciales, así como en los quites por chicuelinas. Con la muleta, el de Chiva instrumentó varias tandas de derechazos bien enjaretados así como naturales citando con la muleta retrasada para otorgarle mayor dimensión a cada pase. El huagra tuvo repetición y codicia, y Enrique lo aprovechó al máximo. Tras una bien trazada serie final de muletazos diestros iniciados con una capeína, el valenciano despachó a su oponente con un pinchazo hondo y un golpe de descabello, cortando una oreja, mientras los despojos del burel fueron aplaudidos en el arrastre.

Con el segundo, de Triana, Ponce quitó por delantales, y lo brindó al conocido taurino español Gitano Rubio, iniciando el trasteo doblándose con el toro en los adentros. A continuación Enrique provocó la embestida con toques prolijos, conduciendo a la misma con gran magisterio. El astado fue noble, pero tuvo las fuerzas justas, por lo que el valenciano lo consintió llevándolo siempre a su aire, rubricando derechazos seriados con temple y mando, y  matando con tres cuartos de estocada.

 Ante el tercero, de Triana, Ponce, estuvo inspirado con el percal meciendo la embestida, mientras que con la flámula, dibujó tandas de templados derechazos en los medios, toreando siempre con mucho empaque y poderío. Tras la estocada, saludó desde el tercio.

 Al último de la noche, de Huagrahusi, astado que romaneó al caballo de picar y que  tuvo mucha clase en la muleta, Enrique lo brindó a Don José Luis Cobo, e inicio el trasteo manejando distancias, alturas, tiempos y pausas con maestría sin igual. Magníficas fueron las series de derechazos y naturales, instrumentados con la muleta a media altura. Para finalizar su quehacer, Ponce efectuó el cartucho de pescao, citando al huagra por la izquierda con la muleta plegada, y levantando el clamor de la parroquia. Pero lamentablemente, lo pinchó y cortó tan solo una oreja, saliendo al final en volandas. Los despojos del cornúpeta fueron premiados con palmas en el arrastre.

 

Cabe señalar que al promediar el festival, el Dr. Guillermo Acosta Velasco fue homenajeado por el Círculo Amigos de la Dinastía Bienvenida.

 

 

Crónica de Fabricio Guerra