CELOS 

Amalia Fernández Heredia, fue una de las modelos preferidas por Julio Romero de Torres, junto a Natalia Castro y María Teresa López, de hecho tal preferencia ha sido base de muchos artículos, en ellos se argumenta que en concreto Amalia y Natalia, sobre todas, eran “las predilectas de Julio para plasmar en sus cuadros, los ojos negros, profundos, vivos e inmensos que tanto le cautivaban… Independientemente de tal notoriedad, conoció en mayor o menor grado de amistad, a otras muchas mujeres encantadoras y por tanto privilegiadas. De su amplia nómina de modelos, destaca por su dulce mirada la mencionada María Teresa, que no fue ni más ni menos que la cautivadora “Chiquita Piconera”, orgullo del catálogo julioromerista.

La Saeta

 

Amalia Fernández Heredia, nació el 11 de enero de 1888, hija de Julio Fernández y Carlota Heredia ambos gitanos de pura cepa. Fue bautizada como indica Mercedes Valverde en la parroquia del Sagrario, pues vivía muy cerca de la Mezquita-Catedral, ubicación de la que apenas se despegó, pues fue una vecina, domiciliada muchos años en la plazuela de La Alhóndiga. La vida le sorprendió tristemente al fallecer sus padres y quedar huérfana cuando contaba tan sólo ocho años de edad. A partir de aquí su vida fue un desastre, salvando el periodo en el que posó para el pintor cordobés, encontrar el sustento diario era un logro triunfal, no fue fácil mantenerse cuando menos alimentada.

PLAZA DE LA ALHÓNDIGA

 

De su etapa más risueña podemos decir que aún no había cumplido los veinte años, cuando Julio se enamoró artísticamente de su forma de mirar y de posar, era algo distinto a lo usual, era una gitana brava y bella, una esmeralda que acababa de aflorar y nunca mejor dicho, era una bellísima flor… Artículos, biografías y ensayos cuentan, que Julio la conoció un buen día cuando Amalia paseaba cerca del Círculo de la Unión Mercantil, y alguien le lanzó un requiebro y entonces, el pintor anticipándose, se acercó diciéndole: Yo soy Julio Romero y me gustaría pintarla…

Empezaron los contactos entre pintor y modelo, y llegó a representarla en una cifra cercana a las veinte ocasiones, bien como protagonista o en escenas secundarias pero con mucha garra.

Relación resumida de la mayoría de sus posados:

Alegrías (la que palmea),

La niña de la manzana,

Mal de amores (con la guitarra)

Niña de la Ribera,

La saeta,

Marta y María (ella es Marta y María es Rafaela Ruiz Lubián),

La malagueña,

Celos,

Judit,

Salomé,

Cabeza de santa,

Retrato de una dama,

Consagración de la copla (simbolismo grupal).

Córdoba judía (del Poema de Córdoba),

Arcángel San Rafael,

La gitana de la naranja,

Magdalena…

Cuando Amalia enfilaba la segunda mayoría de edad, a partir de los cuarenta, y más concretamente, cuando se produjo el fallecimiento de Julio Romero, y ella contaba cuarenta y dos años, la modelo a la par que amiga, echó de menos a su protector que tanto le ayudó, y se sintió muy herida por el devenir de la vida. Se torció su hasta entonces apacible rumbo, e inició un declive imparable. Se le empezó a complicar hasta la búsqueda de lo más elemental, el puchero que debía hervir cuando menos día sí día no, para procurar el sostenimiento de su familia de la plaza de La Alhóndiga. Al faltar la fuente que paliaba la normalidad sufrió y padeció con crudeza, las consecuencias de una descuidada cartilla de ahorrro…

POEMA DE CÓRDOBA

 

La dureza del camino no le sorprendió porque desde pequeña y al quedarse huérfana, tuvo que echar mano de buscar cartones de día y bailar por la noche, con un grupo que que alegraba con sus bailes y cantes las reuniones festivas.

Según le contó al cordobés de alma y de pluma, Francisco Solano Márquez, Amalia, la gitana de los ojos grandes y profundos, recordaba a Julio Romero como “cariñoso y agradable”, y a pesar de ser un hombre de mundo era -según su propia expresión – “corto de genio”; ah y que le pagaba “diez realitos por posar”…

 

RETRATO DE UNA DAMA

 

La NIÑA DE LA RIBERA, JUDIT, SALOMÉ, la de CELOS, la de CONSAGRACIÓN DE LA COPLA, etc, nos dejó en 1976, llevándose jirones de su privilegiada existencia como modelo de Julio Romero, y de su depauperado y desgraciado segundo tramo de la vida que le tocó superar.

 

Francisco Bravo Antibón

 

José Luis Cuevas

Montaje Y Editor

Escalera del Exito 254