En la belleza de una tarde esplendorosa, sumida en un ambiente sin igual de cielo azul y de peculiar sol, que atizaba con la calidez de sus rayos revitalizantes, los cuerpos de los taurinos que en un casi tres cuartos se agolparon en los tendidos de la Román Eduardo Sandia, como preludio de la tarde que se estaba por vivir, con pasión de aspirante a torero, cada presente en la plaza, intuía lo que iba a acontecer desbordadamente, sumidos todos los corazones en una incontenible emoción, al ver el nacer de una real esperanza aragüeña, y la consumación de una primerísima figura del toreo, en su segura herencia del testigo de Maestro. Todo esto ante el rey de la fiesta, que con edad, y con los pesos de aceptable presencia, aunque con pobreza total de pitones, se corrieron en esta plaza, de verdad que dos platanitos serian más ofensivos, Don Miguel Gutiérrez, disculpe Usted. Eso sí, bravos en conjunto, para los de a caballo, y de nobleza que fue explotada por los toreros, vuelta al ruedo al cuarto de nombre “Ejidense” en honor al buen subalterno emeritense José Guillén, “El Ejidense” fallecido recientemente. Toro cundido de cierta sosería, el quinto de la tarde, en general la corrida, se dejó en mayor o menor cuantía, los seis toros del encierro lidiados de Don Ernesto Gutiérrez de la prestigiosa ganadería colombiana.

Tarde exquisita de Toros, en el coso emeritense, donde se tributó un merecido y sentido homenaje al cúmulo de toreros, que se han ido a la barrera de los cielos. Y sale “Cóndor” bautizado en honor del Maestro César Faraco Alarcón, el esplendoroso “Cóndor de Los Andes” que desde la barrera de los cielos, nos mira atentamente. Toro de 441 kilos marcados en la romana, herrado a fuego con el número 156, negro entrepelado, que colaborará para el nacer de una esperanza que le mientan como Hassan Rodríguez “El Califa de Aragua” que se ciñó a su moreno cuerpo, un precioso rosa y oro, se abre de capa el calicantino con soltura de manos y, ritmo con cadencia en las suaves  verónicas, todo lo hace en torero. Suerte de varas sin exigencias, el aragüeño con decisión y desbordante afición, se  echa el capote a la espalda, ligada a tafallera, repite a la espalda, afarolado y media verónica, ya por la ovación de un excelente quite, coloca el calincantino las banderillas mostrando a montón, la ilusión que le emana fehacientemente por los poros, preámbulo a la soñada ceremonia del doctorado, entrega de los trastos por su padrino Julián López “El Juli” y testigo de excelencia del francés Sebastián Castellá, se sumerge el maracayero en una ilusión palpable en la plaza de toros emeritense, tandas de entrega con la mano derecha, suspira ardientemente en naturales estirándose y, vaciando cada muletazo con sentimiento de profunda justificación, variedad y frescura en cada pase que instrumenta, bien en todos los sentidos, nace una esperanza y, se le premia con Una Oreja concedida a toda ley.

En el sexto de la tarde, ya noche en la ciudad de los Caballeros, y como tal sale el maracayero, a ratificar su justificada alternativa, ante el toro de nombre “Conejo” de 455 kilos de peso, negro entrepelado de capa, herrado a fuego con el número 114,  disposición a montón, pero con un ejemplar de incierto comportamiento, se sobrepone ante tal situación, lances de suave trazo, todo entrega con las banderillas, y el público se lo agradece con las palmas, faena de muleta de corte lidiador, que demuestra los conocimientos adquiridos en la dehesa del campo bravo español, aunque habrá que pulir arduamente en cada presentación,

Se esperará con sobrada razón y emoción, su actuación en el coso de calicanto, La Maestranza César Girón de Maracay. El torero aragüeño se le premia con Palmas de muy buen sabor.

El toreo en lo maravilloso y, denotado esplendor en la  máxima figura del toreo, se hace presente en el porte del madrileño Julián López “El Juli” que sale ataviado en un bello turquesa y oro, recibe al segundo de la tarde de nombre “Valenciano” en honor al Maestro Bernardo Valencia. De pobreza total de pitones, dos platanitos serian arteramente mas ofensivos, justeza de carnes en los 428 kilos de peso, herrado a fuego con el número 82. Todo arte, todo con suavidad en capotazos de manos bajas, y temple de ensueño, curso intensivo de maestría, mando en cada expresión en el ruedo, director de lidia consumado, faena de empaque de clase y, valor a raudales dosifica toledana, tras pinchazo y se le concede por petición mayoritaria Una Oreja.

En el cuarto se abre el baúl de los recuerdos, del toreo con pasmosa lentitud, ante el toro de nombre “Ejidense” bautizado en honor del buen subalterno merideño, orgullo de la población de Ejido José Guillen “El Ejidense” herrado a fuego con el número 204, negro entrepelado de capa, mejor de pitones, con 470 kilos de peso, muy en el encaste de Don Ernesto Gutiérrez, toro que le costaba transportar, en cada embestida los kilos que atesoraba, pero que en las manos de esta máxima figura del toreo, todo se convirtió en arte consumado, verónicas de lento trazo, armonía total en los movimientos de toro y torero, aceptable suerte de varas, y fijeza en las banderillas, faena de muleta que se desarrolla en la pasmosa forma de templar del madrileño, suavidad en los pases, como caricia de amante enamorado, circulares eternos con la derecha, aunados a la efervescencia, del toreo de salón emanado de las dislocadas muñecas, del seguro Maestro del toreo, que le menta Julián López “El Juli” tandas de naturales de largura eterna y hermosa lentitud, estirarse hasta la saciedad en su figura, vaciando los muletazos detrás en su alocada cintura, magnifica las condiciones del toro, creando la duda del indulto, la seriedad del palco presidencial está marcada en el honor, y se le ordena la suerte suprema, a pesar de la locura colectiva provocada, en el  público que está extasiado, de la increíble forma de torear del madrileño, pero todo está en un toreo de salón, consumado espectacularmente en un seguro Maestro del toreo, con el que Dios nos ha bendecido en tarde de ensueño. Marca la suerte de la verdad, y tras una toledana hasta la cinta, se le premia merecedoramente con Dos Soberanas Orejas. Para que salga en volandas de la plaza, después de tal clase magistral al torear de salón, ahí queda eso, y el que venga detrás que arree, si es que puede.

Sebastián Castella, viene detrás y quiere arrear con fuerza, se viste bellamente con un traje cardenal  y oro, el espigado francés, sale en el tercero a repostar al madrileño, y al venezolano, ciertamente lo consigue, ante el toro de nombre “Girón” en homenaje al Maestro Efraín Girón, negro entrepelado de capa, escaso de pitones, de 440 kilos de peso, y herrado a fuego con el número 105, faena con el percal, a pies juntos en verónicas de manos bajas y temple de empaque y clase, suerte de varas de bravo, y fijeza en los palitroques, disposición a contestarle al torero español y venezolano, para no quedarse atrás, estatuarios en son de cuatro, y a los medios, tandas con la diestra de mano baja, largura en su trazo, y denotado temple, dosantinas, pases cambiados por la espalda, y se le ameniza con la música, naturales ayudándose pero de sobrada calidad, valor en cantidades industriales, se va tras la espada y se le concede Una Oreja, y hasta aquí las cuentas y las cosas entre los alternantes esta saldada, a por igual y, en el ambiente se siente el pique entre ellos.

Sale a por todas, en el quinto y a jugársela cara, por la calle del medio. El francés está que arde, por el pique firmado por la faena del madrileño al toro anterior, sale “Pom Pom” de nombre, alto de agujas, de 490 kilos de peso, que le costaría mucho al toro transportar, tantos kilos en cada embestida, herrado a fuego con el número 143, incierto en sus embestidas y con marcada sosería, Sebastián Castella se abre de capa, y le instrumenta verónicas a pies juntos de hermoso trazo, pero de escasa transmisión ante lo soso de su antagonista, suerte de varas de aceptable juego, banderillas de rigor, faena de muleta de ensimismo tratando que como diera lugar, pudiera repostar la cuesta arriba impuesta por Julián López “El Juli” se empeña meritoriamente en tandas de manos bajas, temple de calidad y largura en su figura, pero no es ciertamente apreciada por el público, naturales de empaque torero, pases cambiados por la espalda, el de las flores, pero todo es en vano, no cala totalmente en los tendidos, el pique ha quedado por esta vez en favor del madrileño, aunque con todo respeto, en la palabra del Toro Bravo, se ha equivocado en la lidia de este quinto de la tarde.