Bueno, Bueno, Bueno es el vino cuando el vino es Bueno de verdad,  y es que este dicho popular español, se lo ha auto bautizado con todas sus letras, el gentilicio maravilloso de Turmero, en el estado Aragua. Y es que, hay que ver, el aguante de las mujeres, hombres y niños que en un tropel de dos veces llenar la plaza de toros, que acudieron con inusitada devoción, a los terrenos de la Feria, donde se erigió majestuosamente el coso del arte del toreo. Porque es que la plaza estaba a reventar a las tres de la tarde, y pasada media hora yacía en los alrededores de la portátil, otro tanto de aficionados sedientos de satisfacer sus exquisita afición a los toros. Qué maravillosa experiencia la vivida por El Toro Bravo, Toma La Palabra, el pasado día domingo,  en la celebración de la corrida de toros en honor de la Feria de Nuestra Señora de La Candelaria.

 

Todo era jolgorio mayúsculo, todo era alegría por doquier, y como balde de agua fría, se da el bocinazo general de que los toros de Don Juan Campolargo, vienen en camino con un ligero retraso, se toparon con una tranca descomunal en El Palito, y han tenido que regresar y tomar la vía de Nirgua. Al  poco rato entre los bajos de los tendidos, surge otra versión, que el camión con los ocho toros, yace a la vera del camino accidentado, y cimentado en Nirgua, sin poder seguir rodando. Que si están trasbordando los toros con grúa a otro camión. Que ya viene un camión con tres de los ejemplares por delante, y el otro a escasos minutos. Que no. Que va, Que van en un camión toda la corrida, ya en camino con los ocho toros. Ahora están detenidos en el túnel de La Cabrera, en una cola kilométrica, que los retiene forzosamente, ocasionada por la pérdida de un eje de un camión. Mentiras por aquí, mentiras por allá, y paremos de oír mentiras. A todas estas trascurre el tiempo y, el público que plena la plaza de toros comienza, a calentar las manos con las palmas, los de los parches y metales a trabajar, pero que no están toreando, que a tocar  se ha dicho. Es la manera de apaciguar el ímpetu y la ansiedad de los aficionados que claman por los toros.

 

El ganadero luso venezolano no atiende el teléfono, que si esto, que si aquello, incertidumbre en el comportamiento que comienza a tildarse de engaño y, desarrollando el sentido de la mentira a montón, complicada, difícil e irrespetuosa la actitud del ganadero, ante la maravillosa y hermosa afición de Turmero. Que al pasar los minutos eternos, las horas de reloj de arena, que ya pasa de dos, y suman tres. El público se añeja en las tablas de roble de los tendidos, como los buenos vinos, llenos de la cepa de la Paciencia, la nobleza y la verdad.

 

Surge del burladero número dos, un espontáneo delgado como una hoja, moreno de tanto sol, pero de oportuna y magistral ocasión, con los brazos abiertos como suplicando perdón, y amenizada su tortuosa y larga espera con el pasodoble. Suspiros de España, No, No, No. Lo que retumba en los aires, es el coro de Suspiros de los de Turmero por ver toros, a como de lugar, y extasiarse profundamente, porque sus corazones de pureza y verdad, laten alocadamente por atreverse a disfrutar de la corrida de ocho toros, al espontáneo, le mientan desde los tendidos, El Moreno de Turmero, en su mano diestra despliega su vaso lleno de sangría, vamos allá, a torear el viento de la soledad de los medios, en la bella locura de la nobleza del aficionado de Turmero, que tan solo manifiesta con timidez a los cuatro burladeros, su inconformidad con la mentira, con la que se les ha lidiado, ya en tres extenuantes horas de espera, que cunden con molestia y desesperan.

 

Le jalean los aficionados al Moreno de Turmero, a que lidie en faena de ensueño, a otro ejemplar de la ganadería del viento, y a por ello sale el delgado espontáneo, ya son en número de dedos de una mano, los vasos llenos de sangría, que en soberanos buches, refrescan su garganta taurina, se lo ha tomado en serio y se atreve a pedir. Un par de banderillas y de poder a poder con todas las ventajas dadas, las coloca en los medios de la plaza, estalla una soberana ovación, que ni al El Fandi, se le ha tributado. Otro par que me ha gustado, y el delirio de pasárselo bien es ya consumado, en la alegría que inunda a todos los tendidos. Qué público por Dios, Qué noble afición ésta de Turmero, lo que les brota por los poros es paciencia, de Verdad Taurina.

 

Es de agarrar palco, la larga espera, a ver quien osa hablarle a esta afición, porque las calderas están a todo tren, y están a punto de reventar, son ya más de tres horas delirantes, y ya en tal escenario la situación se torna tensa, esporádicas manifestaciones de enojo, de algún que otro aficionado, con sobrada y segura razón. Hacen entrar al ruedo a la ambulancia, para perifonear e informar al público, son cuatro horas por favor. Manuel Medina El Rubi empresario y Torero, se debate en un hervidero sin control, su corazón está a punto de caducar, la cabeza se le adormece en lo paralizante del momento. El Maestro Leonardo Benítez preocupado en sus adentros, pero con pasmosa serenidad taurina, les manifiesta a todos sus compañeros de oro y plata, hay que estar muy pendientes de todos ustedes, que están vestidos de toreros, en este instante no sabemos qué pueda pasar.

 

Pero no contábamos con la reacción de tan maravillosa y hermosa afición, y sumidos en la incredulidad que nos embarga, y boquiabiertos es que sólo lo que piden todos los aficionados, en una sola voz es que lleguen los toros, porque lo que desean intensamente es disfrutar de verlos torear, es inevitable que discurran las lágrimas, de todos los presentes. Ante la ilusión extraordinaria del gentilicio de Turmero, que está fundamentada en la impresionante lección, de paciencia, nobleza y verdad taurina de esta bella y buena afición. 

 

Tras más de cuatro infinitas horas, en los cobijos de la noche, por fin llegan los de Campolargo, ya no más mentiras señores, han llegado los que van a decir la verdad, y tomarán la palabra, y a cada quién le darán la razón que merezcan, disparejos en presentación, sin sorteo salen los ejemplares, que por parte de los profesionales del toreo, ceñidos al oro, no les queda otra que dar el Do de Pecho, y la pata palante. Para retribuirle con creces al maravilloso compartimiento de esta paciente, noble y verdadera afición.

 

Francisco Marco ataviado en un precioso Rioja y Oro, consume su valor en una entrega total, en faenas de empaque de raza torera, gustándose en su desprendimiento y, con la toledana rubrica su impresionante decisión de triunfar, Cuatro Orejas en su esportón y salida a hombros como el Máximo Triunfador.

 

Manuel Medina El Rubi, tras superar los miedos a la incertidumbre, si llegaban o no los toros, y tras la ardua y larga espera del público, que le jaleaba minutos antes con insistencia, al ataviado de Azul Rey y Azabache, a quien ahora se exige en su bagaje de torero, y rodaje de alta alcurnia como profesional, y El de Cagua sale por La calle del medio todo justificación, y desparramando valor, todo su repertorio taurino de experiencia en la provincia, lo destapa del frasco que atesora, se consume con nobleza y, se le premia con salida a hombros tras el corte de Tres Merecidas Orejas.

 

José Antonio Valencia, el heredero del bastón de mando de la dinastía Valencia, es puro valor y, no quiere dejarse ganar la pelea, en su bello traje Rosa y Oro se ilumina toda su entereza taurina, con determinación ante las exigencias, supera con creces la papeleta, aunque sin quedarse quieto, en pasajes de sus faenas, dosifica toledanas que le aseguran Tres Orejas. Y su salida en volandas de la plaza.

 

Javier Cardozo tocado en las alas de su salud, manifiesta mayúsculamente la merma de condiciones, y aunado a tan larga espera sufrida, que irremediablemente dan al traste con sus ilusiones de triunfar, instrumenta faenas de premios con valor a raudales, pero en el transcurrir de cada una de las lidias, escasean sus fuerzas y, se pone pesado con los aceros, con el ingrediente de la falta de una pisca de decisión, para irse tras la espada. Hay que hacer honor a su titulo de Matador. Cueste lo que Cueste Torero.

 

Don Juan Campolargo haber si se acuerda de aquella copla que escuchara algún día, el respeto que usted dignamente se merece, igualmente se lo merece la afición de Turmero, y ese mismo absoluto respeto, con mayor razón se lo merecen sus toros. Nada costaba cuando se es tan buen aficionado y ganadero, como usted lo ostenta. Pero Nada constaba, haber embarcado la corrida con suficiente anticipación, y haber estado sus ejemplares en la salida del sol en Turmero, de este bello y apasionante domingo. Nada constaba embarcar los toros con el tiempo suficiente y algo más, para prevenir cualquier eventualidad que acontezca, como lamentablemente sucedió. Que esta letra de esta humilde copla, esté suficiente aprendida, y que no se repita, para que cantemos con alegría por soleares, celebrando con. Un Fuerte abrazo Don Juan Campolargo, Disculpe Usted. Pero la afición de Turmero se merece eso y algo más. Como Hincarse de rodillas, ante tan maravillosa y Hermosa Afición.

 

Bueno, Bueno, Bueno es Turmero,

 

Cuando Turmero es Bueno, que se ha Armado de Paciencia, Nobleza y Verdad Taurina.

 

Enhorabuena de Verdad Turmero