Frente al Caribe colombiano. Sabanas tórridas de Bolívar, Córdoba y Sucre. Cuadrícula de anchos y terrosos ríos. Inmenso pastizal de sangre y fuego. Música y llanto. Ron y miedo.

De sombrero vueltiao y fiesta del santo. De cándida Eréndira y abuela desalmada. De fandango y corraleja. De tauromaquia pregoyesca, multitudinaria y caótica. De modesto heroísmo, bufo y trágico.

Tierra de toros que matan al hombre, no al revés. Van de pueblo en pueblo, con billetes en los cuernos. Asustando, alegrando. Dejando regueros de manteros anónimos. Ganando cartel, dinero, trovas.

Convocando muchedumbres, derribando plazas. Como en Sincelejo el 20 de enero de 1980, fiesta del Dulce Jesús, cuando los tendidos no resistieron el sobrecupo, sepultando a cientos. Y, al final, muriéndo de gloria y vejez.

Reino del astuto Chivo Mono de Vinicio Cordero, 43 muertes, siete la misma tarde, en Planeta Rica. Del fúnebre Sietecajas. De los temibles Frentepelúa. Del cantado Arrancateta, que criará Ricardo Sierra, quien por perdérsele a la guerrilla, le cedió el crédito en el célebre porro de Armando Contreras a su amigo…

Aníbal Monterrosa que tiene un toro, que se respeta, y que hace la fiesta, y todos lo llaman famosamente, en todas las plazas, el Arrancateta.

Del certero Yacabó. Del siniestro Iguano. Del colorado Balay. Del intocable Plazalimpia. Todos figuras, con su leyenda y su himno…

Ha llegado El Chivo Mono, muchachos tengan cuidado, que es un toro muy valiente, y es Fidel quien lo ha toreado.

En la plaza de Planeta, fueron siete que mató, lo llevaron a Tres Palmas y fue Fidel quien lo toreó.

Cuando salía el Chivo Mono, a la plaza de Montería, pobrecito el que cogía, lo dejaba en agonía…

Las corralejas, son patrimonio cultural de Colombia, por ley 1272 del 5 de enero del 2009.