La verdad es una distinción de alto relieve que debe de concederse con mucho rigor ante los méritos de quien la ha de recibir, no se puede distinguir a cualquiera por un auge de popularidad o porque suene su nombre, a veces, por acciones fuera de los ruedos u otras porque a pesar de todo no ha alcanzado esa supremacía en el toreo para merecerla. Toreros, hay muchos, pero todos no son buenos lidiadores y menos poseen arte, empaque de figura del toreo en su hacer ante los astados. Hacen lo que saben o pueden.

                Otros apuntan buenas maneras y se quedan en estos, se mantienen en la martingala, o como se dice en argot, en la chufla.

                Cuando se inició la concesión de la referida medalla, hoy en entredicho entonces nadie la discutió, era nada más y nada menos que a Antonio Ordoñez, concesión indiscutible. Se esperaban que la siguiente fuera para Paco Camino, y no fue así, este grandioso matador de toros, la recibió bastante tiempo después, inexplicablemente, al fin se hizo justicia. También la poseen con todos los honores Pepe Luis Vázquez, Antoñete, Curro Romero, Rafael de Paula, José María Manzanares, padre, y José Tomás. Echamos en falta la concesión de tal condecoración, que suponemos por olvido lamentable a Julio Aparicio, padre, José Fuentes, Pepín Martín Vázquez, Curro Vázquez, Carlos Escolar “Frascuelo”, Pepín Jiménez, Julio Aparicio, hijo; José Miguel Arroyo “Joselito” y José Ignacio Uceda Leal.

                En el escalafón de banderilleros hay varios ejemplos de arte en el manejo del capote y al clavar los rehiletes, el más relevante es Julio Pérez “Vito”. Hay varios más, aunque no me atrevo a citar nombres, porque no quiero caer en lamentables omisiones que sentirán con todo el alma.

                En resumen, para el Toreo en un honor conceder a destacados intérpretes de la tauromaquia con sello de calidad y buen gusto, clase y arte, más personalidad, sin oír cantos de sirena para evitar concesiones equivocas que suelen venir de recomendaciones inoportunas y entonces el galardón convierte el oro en oropel.

 

 

 

 

 

 


    

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Firma: José Julio García

Decano de la crítica taurina española