Con este encierro que tenía mucho que torear para dominarlos y someterlos, quedó patente que salvo casos muy determinados de la actual torería entre los de alternativa y los que todavía están para alcanzarla, como los espadas de esta ocasión, Julián Simón, Nuno Casquinha y José Carlos Venegas carecen de recursos de lidiador para poder dar réplica a reses que acusan casta y tienen que torear. Para hacerse con astados como estos hay que saber torear empleando recursos de lidiadores, no prodigar pases y más pases, sin cruzarse y sin mandar. Y si se observa falta de poderío lidiador, algo igual ocurre con la suerte de matar. Ya no se mata al volapié como mandan los cánones. Ahora se perfila al hilo del pitón, no se juega la muleta, y se ataca con el brazo suelto para clavar. Y las otras formas de ejecutar la suerte suprema, la de recibiendo o también la de aguantar a toro arrancado, o la de paso de banderillas y la de cuando la res no ofrece otra posibilidad que de atacar, y también la de media vuelta. Pero todo esto se desconoce y se ha olvidado. Así, no se a donde va a parar el toreo y la Fiesta de los toros.

 

 

 

 

 

  Desde Madrid, crónica de José Julio García

Decano de los críticos taurinos de España