Si algo nos regala un mundo tan pintoresco, único y rico como es el Taurino es la explosión de sentimientos que provoca en los aficionados. Sentimientos tan variados como intensos o impredecibles. En apenas dos horas podemos pasar de la incertidumbre a la pasión, de la alegría al aburrimiento o al enfado tan rápidamente y tantas veces, que ni nos damos cuenta. O del entusiasmo al miedo.

O del miedo al alivio. O incluso de la exaltación al siempre triste hastío.

Pero el mundo taurino no solo está definido por su máxima expresión que es la corrida, sino que abarca muchísimo más, siendo por ende mucho más complejo y amplio de lo que un profano pueda pensar.

Es un estilo de ver o sentir las cosas, una filosofía entre vital y trascendental. Y ese mundo que nos apasiona, que nos atrae y que en última instancia nos absorbe, es además un mundo donde lo increíble puede hacerse tan real como creíble y lo imposible posible.

Es este el caso de la anécdota que voy a contaros. Una anécdota que sucedió hace ya mucho tiempo, concretamente el 6 de Septiembre de 1.959, en una época tan distinta a esta que permitía que casos tan extraordinarios como este pudiesen darse. Una anécdota hoy seguramente impensable, pero que culminó aquel día en la Plaza de toros de Peñaranda de Bracamonte.

Hace dos años, en la habitual felicitación taurino – navideña que hacemos mi padre y yo, planteamos un reto que nadie fue capaz de resolver. A favor de aquellos que lo intentaron, creo justo decir que acertar era entre complicado y casi imposible, dada la complejidad del asunto.

Lo ocurrido fue lo siguiente:

Aquel año 1959 en la Plaza de Toros de Peñaranda de Bracamonte se programó una corrida  para los siguientes diestros; Luís Alfonso Garcés, Martín Sánchez “Pinto” y El Viti. Como podéis imaginar, al ser un cartel “fuerte”, la expectación fue grande y la ilusión corrió como la pólvora entre los lugareños y aficionados de pueblos cercanos, y el alcalde decidió, lógicamente, publicitar la corrida por todo lo alto, con esa clásica actitud de nuevo rico que tenían muchos regidores en aquella época. (Y que muchos siguen teniendo hoy en día, para que negarlo)

Pero cuando los programas estaban ya en la calle, y el tema de conversación por excelencia era el inminente festejo, hubo de hacerse un nuevo programa, esta vez con la siguiente terna: Luís Alfonso Garcés, Manuel Sánchez “Pinto” y en sustitución de “El Viti” el inferior Alfonso Ordóñez.

Evidentemente la decepción entre muchos fue mayúscula, ya que por aquel entonces El Viti era una figurísima del toreo, pero como decía, ante la inminencia del festejo, la rueda continuó girando y el “mal trago” fue asumido más que con estoicismo con resignación.

Pero a la hora de la verdad los toreros que definitivamente actuaron tampoco fueron estos, sino Luís Alfonso Garcés, Manuel Sánchez “Pinto” y Miguel Flores.

Una corrida atractiva por supuesto para el buen aficionado, pero de menos relumbrón que la programada originalmente.

El último cambio se realizó un día antes, por lo que no hubo tiempo siquiera de hacer programas nuevos por tercera vez…

Y es aquí donde planteamos el reto en nuestra felicitación navideña de hace dos años, reto que quiero lanzar de nuevo a ver si algún lector es capaz de averiguar las circunstancias que llevaron a estos cambios tan repentinos como inesperados…

Cambios que desvirtuaron o alteraron por completo el festejo.

Explicaré lo ocurrido en la segunda parte de este artículo, pero si algún lector da con la solución, le agradecería que la envíe a la redacción de Los Sabios del Toreo a mi nombre, para que no solo tenga constancia, sino para que lo mencione en la segunda parte si da tiempo, porque como podréis imaginar, somos todos un poco esclavos de las exigencias de los maquetadores y de las imprentas.

En aquella felicitación, después de exponer lo ocurrido en Peñaranda de Bracamonte, lanzamos las siguientes interrogantes, entre las cuales de forma sutil se encuentra realmente la solución:

¿Historia de una pasión? ¿Historia de una venganza? ¿Diferencias económicas? ¿Casualidades encadenadas?

Lanzamos nuestro “guante” a las siguientes y destacadas personalidades afines al mundo taurino.

1.-  El Zorro de Medina, también conocido como El Gran Hermano (R. B. R), interesantísimo personaje por su enorme cultura y por ser entre otras muchas cosas un excepcional bibliófilo taurino.

2.- El Niño del Brillante (S. S. M), persona a la que sin duda quienes le conocen profesan no solo admiración sino gran cariño. Editor y Director, además de alma máter, de la mejor Revista Cultural Taurina que existe, así como ex empresario o ex apoderado taurino.

3.- El Presidente de la más famosa peña taurina del mundo. Sabio y profundo conocedor del arte del toreo, aúna no solo conocimientos, sino criterio y un amor a la Fiesta tan grande como rara vez he conocido. (E. M. J)

4.- Un Periodista Taurino de la Sierra de Madrid, que realmente ejerce allí por cercanía y comodidad, pero que a pesar de no estar en la capital colabora en distintos proyectos y es persona tan agradable como erudita en lo referente a los toros. Últimamente anda algo desaparecido de nuestros ámbitos habituales. (J. F. L)

5.- El ex Torero que en su día fue conocido como Finito de Pantoja. Hoy abogado de prestigio, experto en derecho inmobiliario, pero por encima de todo una gran persona con un enorme corazón y un extraordinario amigo. (V. M. D)

6.- Y por último un aguerrido, valiente y luchador periodista taurino de Salamanca, de la escuela de Alfonso Navalón (de quien fue predilecto discípulo). Periodista que además de amigo es para mí un gran crítico con una pluma amena y con ese puntito ácido que tanto aprecio. (F. J. S. C)  

Y los cito, porque a pesar de sus amplísimos conocimientos, ninguno fue capaz de dar en el clavo… Insisto en que a pesar de que mi padre lo pintó como un reto medianamente accesible, yo pienso que no lo es, ya que para acertar no solo hay que saber, sino además tener la fortuna o de haber estado allí o de por esas casualidades que tiene la vida, haberse enterado en su día de lo ocurrido por los cauces que fuesen A nivel hemerotecas yo desde luego no pude en su momento encontrar la solución, lo cual tampoco quiere decir que no esté, simplemente que no la encontré.

La solución como os digo la daré en el próximo artículo y a día de hoy que yo sepa la conocen aparte de mí, mi padre, que lo vivió de cerca y Atanasio Candelas Moreno, nuestro querido amigo que estuvo presente aquel año y en aquella fecha en el bonito cosa de La Florida…

Imagino que algunos os preguntaréis que por qué he elegido este tema para mi artículo. Y puede que incluso algunos estéis un poco sorprendidos por dicha elección, ya que a priori parece simplemente una anécdota. A priori. Porque esta anécdota es una triste muestra de las muchas miserias que existen en nuestra fiesta. Miserias que permanecen ocultas en lo más profundo del mundillo taurino, pero que son prueba fehaciente de las intrigas internas que tantas y tantas veces no ven la gran parte de los aficionados, pues viven deslumbrados por la grandeza exterior de nuestra Fiesta.

Y que conste que esto no lo digo como crítica, pues yo soy el primero que ha sido ajeno a esta suerte de intrigas, hasta que por un motivo u otro me he enterado y con sorpresa he visto lo cierto que es ese dicho popular que reza “No es oro todo lo que reluce”

Espero las respuestas de aquel lector que crea saber lo que ocurrió, tanto como espero impaciente la hora de que mi próximo artículo salga a la luz y pueda concluir esta curiosísima historia.

 Continuará…