Ya saben ustedes aquello de: “Son mis amores reales…como consecuencias de la rivalidad de Felipe IV y el conde de Villamediana; o la sangrienta historia de José Ulloa “Tragabuches», el torero bandido, y la bailaora “La Nena»; o el mal fario de Rafael Soto Moreno “Rafael de Paula» y Marina Muñoz Miralles, hija de su primer mentor…

Con esto no trato de justificar nada, pero pienso que eso de “los amores» es un tema tan comprometido y tan difícil de acotar su significado, que su resultado, depende de la aptitud de los que se encuentren involucrados. Pregunto: ¿es cosa de uno frente al otro o de dos confundidos en uno? Creo que es muy complicado delimitar esa frontera. Pero al margen de su definición, ustedes saben lo que es el amor y quienes son los toreros.

Todos estaremos de acuerdo en que el diestro valenciano Enrique Ponce Martínez es un personaje popular, además de uno de los grandes toreros de la historia.

Los más entendidos aseguran que Enrique Ponce es una anomalía en la historia del toreo: “No sólo porque en sus 30 años en los ruedos ha fulminado todos los récords posibles sino, sobre todo, porque “torea como si pintara» (Fernando Botero) y porque “es una persona extraordinariamente sencilla, generosa, sin las pequeñeces que acompañan a veces al genio» (Mario Vargas Llosa). Lo cierto es que el maestro de Chiva, arte y disciplina a partes iguales, sigue ahí, embelleciendo cada faena porque, según sus propias palabras, “me encuentro en el mejor momento de mi carrera» y porque la Fiesta necesita quien la proteja…

Por eso, por ser tan extremadamente popular no escapa de las envenenadas garras de la prensa rosa más bien “amarillita”. De ese tipo de periodismo escandaloso y exagerado que trata con ello de aumentar sus ventas, aunque por lo general las noticias que dan no cuenten con ninguna evidencia y sin una investigación bien definida…y claro, Enrique Ponce humano, mortal y por grande que me lo pinten tiene también sus propios problemas y por ello cae en sus redes convirtiéndose en presa fácil.

 

Saben ustedes que después de 24 años de matrimonio más 3 de relación y, de mutuo acuerdo, a puesto punto final a su idílica unión con Paloma Cuevas hija del también matador de toros Victoriano Valencia.

Bueno, pues ahora parece que por tal motivo, la llamada prensa del corazón se interesa por sus devaneos más íntimos. El abundante y hasta agresivo cotilleo en todos los platós de las televisiones de este país convierten, tema tan personal y delicado, en el plato de mesa preferido del día, como anteriormente lo fueron: los hermanos Rivera ( Francisco y Cayetano), Palomo Linares, Manuel Benítez, su hijo Manolo Díaz, y ahora reciente, Miguelito Báez

y Alejandro Talavante -aunque este vuelva de nuevo con su esposa después de dos años de separación.

Visto está que, el torero Enrique Ponce no interesa más que como personaje popular y no podemos estar más en desacuerdo por injusto, parcial e injustificado con los términos que emplea la prensa de “color”, al definir a una figura histórica del toreo como es el diestro chivano.

 

El maestro Enrique Ponce merece todo el respeto del mundo por ser un elegido, un artista incombustible, amo y señor de la técnica y que ha batido todos los récords posibles. Ha salido a hombros de todas las grandes plazas después de haber logrado todos los máximos trofeos y realizado faenas para el recuerdo en ruedos tan importantes como: Madrid, Bilbao, Sevilla. En toda su etapa de matador ha indultado más de 50 toros. En seis ocasiones ha sido el triunfador de las Corridas Generales de Bilbao, con cuatro Puertas Grandes en Madrid y una sola en Sevilla. Por favor… más respeto.

Sabemos que es un peaje que hay que pagar, sobre todo, los que se meten en ese cenagoso y fangoso mundillo de la popularidad. Pero una cosa sí hay que advertirles a esos periodistas de la “vida social» y a los millones de “cotillas” que les ven en televisión o les leen y que tanto les aplauden… que no se olviden nunca que don Enrique Ponce Martínez es un triunfador por méritos propios, un referente del valor, del esfuerzo y la entrega a una vocación, un ¡torerazo! de una vez. A fin de cuentas, un ser humano, con todos sus defectos y con todas sus virtudes.

Pero esto desgraciadamente no es ninguna novedad. Anteriormente también) pasó con otros toreros muy importantes y no creo se formara tanta escandalera como ahora. Así, en un voleo, se me viene a la mente un “puñao» de matrimonios desunidos: “Curro Romero” – Conchita Márquez Piquer; “Antoñete» – Pilar López Quesada; “Paco Camino” – Norma Gaona; “Paquirri» – Carmina Ordoñez»; José María Dols Abellán “Manzanares» – Resurrección Samper; Jaime Ostos – María Consuelo Alcalá Rubio; Juan Antonio “Espartaco» – Patricia Rato; Luís Miguel “Dominguín»– Lucía Bosé; Rafael Molina Sánchez “Lagartijo»- Rafaela Romero y un más que largo etc.

 

Dentro de que estos matrimonios fueran más o menos efímeros, hubo uno en verdad, que chorreó sangre…el de Rafael “El Gallo» con Pastora Imperio. Se dice que no se sabe si el matrimonio llegó y pasó de la noche de bodas ya que no duró ni el año completo.

Pasó que, Rafael Gómez Ortega y Pastora Rojas Monje, ”Gallo” él, “Imperio» ella, contrajeron matrimonio en Madrid en el mes de febrero de 1911, y sin saber como y por qué, se asegura que aquello no duró más de un día. ¿Razones? Se apuntaban algunas, pero nadie tiene la certeza de cuál fue la verdadera. Tal vez ¿Impotencia? ¿Originalidad sexual? ¿Aberración? ¿Incompatibilidad? ¿Quién lo sabe? ¿La sabrá alguien alguna vez? Estas son las preguntas que están sin respuesta.

 

Se dijo que Rafael había raptado a Pastora y a la inversa. No fue así. El caso es que se querían y pretendían celebrar la boda sin alborotos y sin familia. A Rafael “El Gallo» no le gustaba los barullos.

Pasado el tiempo y con motivo de su separación Pastora Imperio fue entrevistada por el periodista sevillano Enrique Vila, y así contestaba:

“Mire usted, este asunto es totalmente del pasado de mi existencia. Podría estar en presencia de Rafael tal como estoy ahora mismo en la de usted. Le aseguro que no queda en mí nada de él, ni en él nada mío. Como si no nos hubiéramos visto nunca.

En la otra orilla opinaba Rafael “El Gallo» -en una entrevista que le realizó José María Carretero, “El Caballero Audaz»-, y lo hacía con evasivas… que la mujer que él más quería era a su madre y que madre no hay más que una y que no se había vuelto acordar de Pastora, que su melancolía no era debida a su recuerdo sino a una enfermedad y lo que lamentaba era no haber podido vivir al calor de una familia…

 

Rafael llama a su ruptura con Pastora trastorno de familia. ¿A qué podía referirse? ¿Al posible vínculo fraterno? ¿A la virginidad que tanto valoran los gitanos?¿Tal vez a los celos?

De aquellos tiempos y por esos recuerdos, la voz del pueblo le puso ésta letra a la música del pasodoble “Gallito» que el maestro Santiago Lope le había dedicado a su hermano Fernando:

“Se fue a Sevilla, / Se enamoró de una Pastora / Y con ella se casó. Al poco tiempo se divorciaron / Porque los celos / Al Gallo le devoró.

“El Pollo Posturas», un personaje popular de Sevilla, aseguraba que él fue el que les presentó a los dos en un viaje a Madrid, que el torero era muy raro para eso del amor y que en una relación pasajera que tuvo con “La Coriana», una artista de Coria del Río, la cosa acabó fatal porque le hizo darse un baño en agua de colonia. Un detalle, una premonición.

Un día, Pastora Imperio definió a Rafael Gómez Ortega: “El Gallo» fue lo que fue: un extraño fenómeno como torero y como marido»… Tan extraño que ni ella misma pudo o quiso descifrarlo.

 

 Antonio Rodríguez Salido.-

Compositor y letrista.

Escalera del Éxito 176.-

 JOSE LUIS CUEVAS 

MONTAJE Y EDITOR Y FOTOGRAFIAS