Tarde de pocas alegrías en el primer festejo de la temporada capitalina, un encierro que tuvo como característica común el mal comportamiento. Dos orejas se cortaron en La Santamaría por parte de Juan Camilo Alzate y Guillermo Valencia, los dos frutos de la Escuela de Tauromaquia de Santiago de Cali.

Se lidió un encierro de Armerías de presentación desigual y mal comportamiento, el único de los novillos picados que tuvo potencial fue  el sexto de la tarde, que fue muy mal lidiado por parte del español Paco Chávez. En su mayoría los ejemplares buscaron tablas y algunos acusaron mansedumbre con peligro; el lidiado en séptimo  lugar que no fue picado tuvo movilidad y motor.

Como director de lidia se presentó Juan Camilo Alzate, demostró valor y madurez en su toreo; se vio la experiencia que le han dado los años frente a la cara del toro. Buenas tandas ligadas y aseadas, que conquistaron a la afición de Bogotá. Estuvo sereno frente a las complicaciones de los dos ejemplares que le correspondieron; cortó una oreja en su segundo astado.

David Martínez perdió el control de la situación tras una voltereta fuerte en el primero de su lote, pases  sin profundidad y sin lentitud marcaron las faenas del novillero. La voluntad que puso para cumplirle a la afición, se revirtieron en impaciencia y desorden; valentía y disposición hubo pero faltó entendimiento a las condiciones de los toros que fueron mansos.

El español Paco Chávez deja poco que decir, ejecuta de buena forma el tercio de las banderillas pero con el capote y la muleta le falta calidad. Faenas de unipase y con poca plasticidad y elegancia en sus manos; dejó ir las cualidades del sexto de la tarde, que le hubiese brindado la oportunidad de torear con gusto; le mostró constantemente las tablas y  el astado no tuvo más opción que buscar querencia e irse de la muleta de Chávez.

Cerró la tarde el payanés Guillermo Valencia, quien toreó el séptimo novillo (sin picadores); Bogotá lo recuerda después de sus grandes triunfos en la temporada de  verano, el ánimo en los tendidos cambió por un buen rumbo al ver una faena de pases ligados. Guillermo buscó al ejemplar cuando trataba de huir, empeño y calidad en este chico de catorce años; abre bien el compás y estira con facilidad sus brazos, pinchó dos veces y en el tercer intentó pasaportó al novillo. La afición pidió fuertemente el apéndice que le fue otorgado a este pequeño gran torero.

 

Desde Colombia, Informa Carolina Baquero (Directora para América)