Cuando se lleva muy por dentro el gusanillo de lo taurino, se siente en carne propia, la impotencia de no poder alcanzar la meta deseada porque los facinerosos de la Fiesta Brava le truncan la esperanza de hacerse ver, torear, no existe mejor protesta, valedera con dignidad, dada la ocasión para ello, que lanzarse al ruedo como espontáneo para que todos sepan como se le niega oportunidad a quienes desde las Escuelas Taurinas habrán de conformar la nueva generación de cantera taurina venezolana.

 

La Plaza de Toros Maestranza «César Girón» de Maracay, Estado Aragua, ha sido fiel testigo de la protesta del novillero Miguel Moreno, quien valientemente se lanzó de espontáneo al momento de la lidia del novillero español Emilio Huertas en la novillada de la Feria de San José, en digna actitud que merece respeto y admiración, porque dejó sentado del por qué los novilleros venezolanos son relegados por los compromisos contraídos por quienes no entienden que su gloria ya pasó, poco les importa malograr el futuro de la nueva generación taurina para lograr que les den, tal cual limosneros, un cupo en cualquier festival o corrida de toros, en otras latitudes del universo taurino.

 

Digno espontáneo ha sido Miguel Moreno, aplaudo su entereza, rechazo las críticas que le hicieron algunos que se desviven por alabar lo extranjero y menosprecian lo nuestro, sin dejar pasar por alto lo dicho por un seudo empresario en el sentido de que al muchacho lo tenían visto para futuras novilladas pero al lanzarse de espontáneo ya no tendría tal oportunidad, o sea, toda una represalia contra el novel novillero por reclamar no le tomaron en cuenta por darle preferencia a un extranjero quizás ajeno o conocedor del entuerto taurino que dio pié a su actuación.

 

Que pobre y miserable actitud y posición de quienes se dicen arraigados taurinos venezolanos, más pobre y miserable es la actitud desvergonzada de aquellos que adquieren compromisos menospreciando y regalando a la nueva generación taurina del país, para que como limosneros de oficio, les den un cupo en festivales o corrida de toros en el exterior, se las dan de grandes profesionales e impulsores de nuestra Fiesta Brava pero son peores que los llamados perros de guerra  pero de algo estoy seguro, el mundo da muchas vueltas y han de caer por su propio peso, víctimas de su  propia mezquindad.

 

Miguel Moreno ha sido un digno espontáneo, dio la cara, tuvo gran valor, entereza, firmeza en hacerse sentir, en una protesta muy valedera que dejó claro como le fue negada la oportunidad a él y a otros de sus compañeros, por los facinerosos que hacen vida en lo taurino venezolano.

 

Todo lo que mal sube estrepitosamente cae y en el taurino se siente más. Amanecerá y veremos caer, uno por uno, a estos facinerosos taurinos venezolanos y «al que le caiga el guante que se lo plante» si acaso tiene suficiente dignidad para hacerlo.