A plaza llena, Luis Francisco Esplá, quien se despidió de la afición ecuatoriana, abrió la tarde ante un toro de Huagrahuasi con el que se lució en los delantales del prólogo, iniciando su labor muleteril, y con la montera puesta, por derechazos en series colmadas de docilidad y temple, llevando el alicantino al burel siempre embebido en el engaño. Pero cuando la faena cobraba vuelo, la res se dañó una mano y hasta ahí llegó todo. Ante su segundo, de Triana, Esplá fue aplaudido en un quite por delantales rematados con un recorte, e inició el trasteo por alto. Al astado le costaba desplazarse, y tomaba la franela echando las manos por delante. Entonces, Luis Francisco lo sometió con muletazos por la cara y de castigo, despachando de media estocada y saludando una ovación.

 De su parte, José Tomás, uno de los toreros más esperados en Quito, pechó con un ejemplar de Triana al que le planteó una faena variada, evidenciando un gran dominio de distancias y alturas. Tomás instrumentó derechazos y naturales con quietud, temple y mando, cruzado siempre al pitón contrario. Citando con suaves toques y corriendo mucho la mano para engarzar cada muletazo al siguiente, el de Galapagar se adornó por manoletinas, mató de media estocada y fue ovacionado. Con su segundo, de Huagrahuasi, ejecutó una buena serie de derechazos rematados con un trincherazo, y siguió dibujando muletazos diestros bajando la mano, pero sin la dimensión deseada, debido a lo corto del viaje de la res. Por naturales quedaron plasmados algunos pases de gran sello, aunque sin ligazón, finalizando Tomás su actuación con un afarolado. Pasó así José Tomás por Iñaquito, dejando ver bastante, pero no todo su genial repertorio.

Diego Rivas no tuvo muchas opciones ante un ejemplar parado y flojo de remos de Triana, el cual embestía al paso, luego de salir abollado de la suerte de varas. Si más, y pese a su voluntad, actitud y porfía, Diego debió abreviar. Ante su segundo, de Huagrahuasi, Rivas dio inicio al tercer tercio doblándose, pero el burel no tuvo fijeza y fue incierto. Al abrigo de las tablas, Diego le robó algunos pases aprovechando la tendencia de la res hacia los adentros, terminando su labor con un circular completo previo a la suerte suprema.

 

 

Desde Quito (Ecuador), crónica de Fabricio Guerra

Fotografías: Iván Reyes