Por otro lado, en El Relicario de mis partes nobles cada vez se ven cosas más indignas, como el catálogo de lo insulso y baladí, presentado por cortesía de la sevillana Vanesa Montoya y las coterráneas Carla de los Ángeles y Melina Parra. Tercia que no tuvo el menor recato para matar un encierro de tiernos becerretes de la ganadería de Ajuluapan. Asunto que monta un cirio por ser mujeres las actuantes, pero si se metieron a toreros vestidos de luces tienen la obligación de hacer las cosas como Dios manda, y en un festejo anunciado como novillada, lo que manda es que por la puerta de toriles salgan novillos. El cartel femenil sirvió para celebrar con unas horas de anticipación el Día Internacional de la Mujer que, cada año el 8 de marzo, conmemora la lucha de la especie hembra por su participación, en condiciones de igualdad con el hombre, en las actividades de la sociedad de una manera integral.

 

A lo de la becerrada hay que agregar un buen número de pequeños detalles. Por ejemplo, Vanesa le hizo ascos a su primer choto que era más cómodo que una cama de agua. Con su segundo creó lo más artístico de la noche. Carla, por su parte, eligió una prudente distancia para ejecutar. Melina, como si se le estuviera quemando la sopa, tenía mucha prisa. A la hora de montar la espada, las tres recurrieron al Método Acero y Teflón de Estocadas Fáciles y se quitaron de pasar las penas del infierno con unos sartenazos infamantes, tal vez, por aquello de la frase publicitaria: “Ecco para nosotras las mujeres”. Todavía hubo más. Cuando parecía que las dos mexicanas iban a hacer un quite al alimón, la realidad es que se estaban peleando el novillín. La contienda la ganó la tlaxclateca sólo para recibir un arropón patético. Carla sumó puntos para su causa, paseando sin el menor pudor las dos orejas del que venía en el séptimo cajón, un buen ejemplar escogido previamente por si las dudas, al que pinchó en dos ocasiones y luego, le arreó una estocada baja.

 

Mientras todo esto pasa por estos rumbos, allá en España, los diestros Paco Camino y José Tomás, devuelven las medallas de oro al Mérito de las Bellas Artes, por considerar que al haberla otorgado este año a Francisco Rivera Ordoñez, el Ministerio de Cultura está degenerando el concepto del arte del toreo. Carajo si vieran, lo singulares y relajados que nosotros somos. Aquí, los premios y homenajes inmerecidos son cosa de todos los días. Eso sin contar que el arte del toreo está más degenerado que una tortilla elaborada con masa de maíz transgénico.

 

 

 

 

Crónica de José Antonio Luna