Informa desde M茅xico. Jos茅 Antonio Luna Alarc贸n. Profesor Cultura y Arte Taurino. UPAEP

Se torea con el capote y con la muleta, se torea con el cuerpo y a caballo, pero tambi茅n se torea sin hacer nada.

Los Jandilla salieron infumables, m谩s ins铆pidos que un pepino y m谩s sosos que un alem谩n contando un chiste. La corrida fue un fiasco, claro que un fiasco estilo Madrid, es decir, con toros adultos y bien armados.

脕ngel Tellez confirm贸 alternativa enfrentando a un t铆o que se acostaba por el pit贸n derecho y que lo espiaba y tiraba derrotes en cuanto lo ten铆a a tiro. Dignidad fue el valor con el que suscribi贸 su quehacer y mat贸 de una estocada de libro, misma que los espectadores pagaron con injusta indiferencia. En el sexto, colore贸 de rosa la tarde con ajustadas saltilleras. En el tercio de muerte recibi贸 de rodillas para dejar en claro su manifiesto de intenciones. A cambio, no sac贸 nada en claro, salvo el buen sabor de boca que dej贸 en la afici贸n.

Sebasti谩n Castella la quiso dar con queso, pero aqu铆 no se lo comen. Como no cargaba la suerte, como tore贸 con el pico y se quedaba fuera, o sea, enhilado al pit贸n, la gente se le ech贸 encima. En el cuarto toro, la pens贸 mejor y con intenciones m谩s serias, enmend贸 la farsa que quiso brindar en el primero. Valor fue la consigna y quieto como un faro de malva y oro, a cambiados por la espalda burl贸 los embates del negro oleaje. Intent贸 la faena acad茅mica, pero el toro ten铆a muy poco aliento y se apag贸 muy r谩pido.

Emilio de Justo que era esperado con ilusi贸n, al igual que los jandillas que no se portaron como sus hermanos de Sevilla, se tuvo que ir sin aportar nada ante la soser铆a de sus encornados colaboradores.

Sin embargo, como Madrid es Madrid, y de Las Ventas no se sale sin algo guardado en la memoria, el torer铆simo detalle de la tarde, corri贸 a cargo de Sebasti谩n Castella y de 脕ngel T茅llez, cuando en el tercio de quites de Emilio de Justo, el toro se toc贸 con el torero franc茅s. Paso a paso, el animal se fue acercando al diestro y este, como una columna se qued贸 firme sin mover ni las pesta帽as. Cuando todos esper谩bamos la arrancada y el capotazo para librar la acometida, el merengue se detuvo muy cerca del espada galo y ah铆, frente a 茅l, alucin贸 por unos segundos largu铆simos. Como no hubo movimiento alguno que lo incitara, opt贸 por cambiar de objetivo e hizo lo mismo frente a T茅llez. Si el maestro hab铆a dictado lecci贸n de torer铆a, el confirmado hizo lo propio y resisti贸 la tensi贸n de alto voltaje, entonces, el toro viendo que el par de columnas espartanas se manten铆an en su sitio, se帽oriales y valient铆simos, se larg贸 de ah铆 buscando una capa a la que embestir. Desde luego, la emoci贸n vivida por los espectadores estall贸 en una ovaci贸n clamorosa.

Ser torero es saber estar en todos los terrenos del ruedo y en todas las situaciones que la lidia requiera. Se torea con lances de tanteo, tambi茅n, con los que manda el canon y con las florituras; se torea con el caballo en la suerte de varas; se torea con el cuerpo en banderillas dejando los morrillos cuajados de gladiolos; se torea con la muleta obsesionante para el toro, los toreros y los p煤blicos; pero tambi茅n se torea sin hacer absolutamente nada, qued谩ndose m谩s quieto que una estatua.