Es superlativo. El tan ponderado ingenio del mexicano, rebasa cualquier frontera. Nosotros, con un alambre o con un pasador podemos hacer casi cualquier cosa. Miren ustedes, la historia que les voy a contar tiene su agudeza, además, de no ser porque salió a luz, tendría una chispa en el anecdotario de Joselito Adame, como para jiñarse de la risa al momento en que el matador se los contara a los amigos de confianza. Resulta que a la plaza de Mérida, para la corrida del pasado veintidós de febrero, llegó un toro de la ganadería de San Isidro, que parecía novillo -ustedes perdonen la suspicacia, pero todo el encierro tenía pinta de novillada- ese merengue, no sé si en los corrales o antes, se rompió un cuerno. Casi se lo partió por la mitad. Ahí es donde entra la chispa nacional. A un ingenioso hijo de puta o a varios que puede ser, se le ocurrió que darle solución al asunto era la cosa más sencilla del mundo. Nada más con echarle un lazo al animalito, inmovilizarlo, aplicar un poco de pegamento, colocar el pitón roto en su sitio, amarrarlo con un alambre y embadurnar con una pasta para ocultar el timo, solucionaría todo el problema.

Resulta que durante el sorteo y el enchiqueramiento nadie se dio cuenta, tampoco Joselito Adame que durante la lidia lo tuvo a menos de metro y medio de distancia por más de veinte minutos. El torero de nuestro tiempo ya no es el héroe casi mitológico que los aficionados venerábamos. Ahora, se ha convertido en un ser común y corriente, muchas veces, demasiado corriente, que un día acomete una hazaña y luego, se pasa haciendo fullerías el resto de la temporada. Un hombre que ventajosamente aniquila a un toro minusválido, deja de ser un matador para convertirse en un mata toros.

La infamia cometida contra el toro trescientos cuarenta y cuatro de San Isidro obliga a exigir el veto a José Adame, al ganadero, las destituciones del veterinario y del juez de plaza, Ulises Zapata León, y la suspensión del permiso a la empresa Espectáculos Taurinos de México, Sociedad Anónima, propiedad de Alberto Bailleres. Que nadie diga que no se dieron cuenta, si días antes de la corrida, en las redes sociales ya corría la acusación de la felonía que se iba a acometer en el Coliseo de Mérida.

Por otra parte, esta empresa es la que quiere regentear la Real Maestranza de Sevilla y darle con ello un toque mexicano, o sea, como para poner el ambiente del asco. Si el papa Francisco habló de que la economía argentina corre el riesgo de mexicanizarse, ojalá, pronto diga algo sobre la nopalización de la plaza de Sevilla. El asunto, ustedes perdonen, es más grave. Esta acción, de darse el caso, sería una desgracia y un sacrilegio.

El ingenio casi siempre caracteriza a los cobardes, a los ladrones y a los holgazanes. Los pueblos que no lo son, utilizan no el ingenio sino la creatividad y la ocupan en inventar cosas realmente importantes. Para hacer una asadura de estos vuelos, como lo del cuerno y el alambre,  hay que tener el hábito, el entrenamiento y la práctica. Las cuadrillas mexicanas son más hábiles en arreglar pitones que en mover el capote. Nuestra torería, tiene juego de muñeca, afición y vocación para la engañifa. Por otro lado, ¿saben qué? si las cosas van a seguir así, si el toreo que es símbolo de la verdad y de la belleza, va a continuar sobre la tesitura del fraude y la infamia de matar novillos y minados de las defensas, ojalá,  que se acabe y muy pronto.

Por lo que a mí toca, prometo escribir una novela poniendo en el paredón del fusile al escritor Luis Spota. Una novela del más puro ambiente taurino mexicano. Entre los personajes habrá autoridades especialistas en rascarse los huevos, toreros con más morro que un tapir, ganaderos absolutamente desleales con los colores de su divisa,  unos empresarios despojados del menor rastro de vergüenza y un público manso como un borrego. Mi protagonista se llamará José y de apellido llevará el de Adame. ¿Ya adivinan el título?. Exacto, Más cornadas da el alambre.

 

 

 
ProfesorCultura y Arte Taurino
UPAEP
Puebla, México