Bicentenario hasta en la sopa. Ustedes han de perdonar, pero hay cosas que me purgan: Himnos, banderas, símbolos, porras, lo de ponte la verde cuando la selección de fútbol va a pegar alguno de sus acostumbrados petardos, o en su defecto, va a hacer tiras a los negritos de su similar de Songozoro, campeones de la Concacota. También, me da colitis el quince de septiembre cuando el gobernante de turno espeta resonantes vivas y la masa conmovida contesta cívica y devotamente. Estoy seguro de que muchos de los que esa noche abarrotan las plazas públicas, juran que Allende, Aldama y Abasolo, fueron delanteros de las Chivas Rayadas y que La Corregidora es un estadio. Como yo, si me preguntaran qué cosa conmemoramos el 5 de febrero, contestaría al punto y radiante: la inauguración de la Plaza México. Cada vez que un político, una cantante o un deportista agita una bandera o una alcancía, en lugar de conceptos como patria, caridad, honor y heroísmo, se me ocurre que alguien se va a llevar al huerto a una panda de desventurados.  

Se veía venir, conociendo lo excelsos que somos para mamar de la palabra Historia. Desde hace un par de años, a todas las carreteras de este país les colocaron una multitud de banderolas de lámina con la leyenda: Ruta 2010. Lo que eso habrá costado y la enorme dicha que con nuestros impuestos le habremos proporcionado al autor de tamaño despropósito. Más lo que falta, porque habiendo tanto que celebrar la fiesta va a ser en grande. Alegría y felicidad, entre otras cosas, por lo bien que nos ha ido en materia económica, política, agraria, educacional y demás. Viva, viva, lo que hemos avanzado. Poniendo su granito de arena, imaginativos y fervorosos empresarios de toros, al igual que los villistas en su tiempo se subían a los trenes, ahora ellos, se trepan al carro de las celebraciones y aprovechan el recurso patriótico taurino para bautizar sin ton ni son.

En la tele y en la radio, se difunde un nacionalista y emotivo comercial. La voz es joven y cálida, un hombre que nos dice: Tú eres el pueblo que dejó tu abuelo (no agrega, cuando muerto de hambre y sin apoyo tuvo que dejar su siembra y marcharse a algún mercado citadino a trabajar de mecapalero), eres un grito en una feria, eres a lo que sabe el mole, eres pasión, eres alegría… Vale mucho la pena completarlo: eres una ráfaga de metralleta en Ciudad Juárez, eres vendido y manipulado por partidos políticos inmorales, eres parte de la estadística más corrupta y pobre en educación del mundo. Eres tantas cosas porque tú eres México. Felicidades eres orgullosamente mexicano y eso, hay que celebrarlo.

 

 

 

 

 

 

                                                                                                                                                                                Desde Puebla, José Antonio Luna