Hay que fastidiarse, con la cantidad de problemas para dar y regalar que tiene esa ciudad, que alguien sin un conocimiento profundo de la historia y la tradición se proponga despachar la costumbre de dos mantazos y media estocada, suena a ocio y a una omisión injustificable de análisis concienzudo. Cosa que se comprende cuando uno conoce de buena tinta los antecedentes del diputado plurinominal, priista, Alan Cristian Vargas Sánchez. Para abrirse de capa, el legislador carece de educación. Con lo que se vuelve inútil apelar al aspecto cultural, sería mucho pedir que antes de proceder se hubiera enterado del relato histórico de la Fiesta Brava en nuestro país. El asunto de esta iniciativa suena a prendida de foco o a intereses velados. Peor si se considera que, más allá de lo ancestral y sin tomar en cuenta que el toro de lidia no ha sido exterminado gracias al rito de la tauromaquia, no fueron sopesados  minuciosamente los pros y los contras de una actividad que da empleo directa e indirectamente, a cientos de familias y que además, genera una derrama económica para diversos sectores, incluido el turístico y el de servicios, ahora que precisamente, el horno no está para bollos ni la magdalena para tafetanes.

El señor Vargas Sánchez debería estar preocupado por otras minucias, por ejemplo, el despilfarro de recursos que significa una campaña electoral, o el mantener a un grupo de legisladores como él que están de sobra, tanto así que tienen tiempo suficiente para dedicarse a la ocurrencia desatinada cuando la problemática capitalina desborda las acciones prioritarias. Si lo que le turba es el viso sangriento y cruel, debería ponerse a estudiar la manera de crear leyes que exijan a las autoridades más seguridad y menos hechos violentos.

Por otra parte, el que escribe no se da por ofendido y muy preocupado –no sé si capten el doble filo-  contempla la necesidad apremiante de someterse a tratamiento. Si el Señor Vargas nos ha llamado a los taurinos psicópatas y sádicos, es un hecho que tiene en su haber profundos conocimientos de sicología. Por que se necesitan los arrestos de un torero tremendista, para atreverse a utilizar términos de esa magnitud sin un fundamento muy amplio que sustente un diagnóstico tan categórico.

Claro, por otra parte, entiendo que la iniciativa de ley que nos ocupa es muy urgente y por ello debió aplicarse el buen Diputado Vargas; ya me lo imagino en mangas de camisa, plan lluvia de ideas, tazas de café vacías y ceniceros llenos de colillas, sobándose la frente y mirando por la ventana: a ver, a ver, qué se me ocurre para salvar a los desdichados habitantes de esta urbe contaminada, corrupta, insegura, sucia, atiborrada, caótica y descomunal, ah sí, lo de los toros. Dios mío, me apabulla tanta solidaridad. Y pensar que con nuestro dinero mantenemos como príncipes a esta fauna. Carajo, los que no tenemos dos dedos de frente, ni media gota de casta somos nosotros. 

 

 

 

 

                                                                                                                                                                 José Antonio Luna