Luego, una magnífica comida: langostinos de río al mojo de ajo y Federico Paternina blanco puesto a enfriar un rato. Después, muy conscientes de lo que iba a pasar y bajo la consigna de que sin expectativas no puede haber frustración, comprar las entradas y meterse a los toros.

Así que la colitis no se me está acentuando por los acontecimientos del ruedo. Por ejemplo, Rafael Ortega presentó un álbum muy completo con estampas del pase ramplón, el que también contenía el extra de un desplante por demás ordinario. En el culmen de su propia emoción y de la de algunos despistados que le coreaban sus simplezas, arrojó lejos muleta y ayudado para situarse frente al toro, precisamente en el ángulo central en el que el animal no podía verlo y allí, expuso el pecho mientras el castañito ni se enteraba. Por su parte, Ignacio Garibay conociendo que iba a una feria serrana dejó atrás los buenos modales y se sumó a la chanza. También tuvo su punto sobresaliente al citar de rodillas en los medios. Sin que el pequeño cárdeno se enterara de su presencia tuvo a bien, el torerísimo desplante de quitarse una zapatilla y arrojársela al mansurrón que barbeaba las tablas. Si alguna vez, alguien con la muleta plegada inventó el cite del cartucho de pescado, este puede quedar como el cite del chanclazo. Si esas son pinturerías, por qué no hacer unas bolas de lodo en la boca de riego y recetarle unos cuantos pelotazos al toro por pazguato. En su turno, Alejandro Martínez Vértiz dejó patente que no tiene ni la más remota idea de lo que hay que hacer en el ruedo.

Todo esto entraba dentro del paquete y era parte de la oferta. Lo que no se vale y me enfurece, fue leer al día siguiente las cabezas de la sección de toros en algunos periódicos: “Gran tarde ayer en Teziutlán”, “Triunfo grande”. Así mismo, está lo de los comentarios en las crónicas. Entre otras, ahí les van estas perlas: “Garibay muy torero…”, cuando debería decir que no hizo nada del otro jueves. “Martínez Vértiz con detalles de mucho sabor…”, “…pinceladas de arte…” pero si debería mencionar que pegó un petardo de paga y vámonos. Desde luego, nadie dijo que su segundo fue regresado vivo porque no lo pudo matar, y eso que el presidente generoso con los premios y tolerante con los avisos, no los hizo sonar en el tiempo reglamentario. Barra libre para todos y que cada quien se sirva lo que guste. Cierro los periódicos, los lanzó al cesto de la basura y me largo apretando los puños con angustia de esposa desesperada. Críticos de cuarta, chalados. Ni siquiera lo hacen por dinero. Su único afán es que los saluden los matadores. Por farsas como las que escriben, ponderando lo que carece de emoción, desencantada la clientela no vuelve al tendido. Hay que ver, con esmero de parlamentario catalán, renglón a renglón, ponen su granito de arena.