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A quién se la habrá ocurrido.

 

 

 

 

 

En los primeros lances parecía el piloto de un barco sin brújula ni sextante. Además, se le vio tomar más precauciones que a un puerco espín haciendo el amor. Sin embargo, se impuso con coraje y gesto de hombre y aunque no se mostró solvente, aguantaba con dignidad el oleaje embravecido de morrillos en esa mar tempestuosa que es una miurada. Corrida tradicional con los de Zahariche en la feria de Sevilla.

 

Todo el encierro tuvo enorme catadura, pero a él, le correspondieron un par de tíos con más de seiscientos kilos. Tal vez porque no se ha vuelto un mercenario de la muleta, o porque es joven y osado, o porque es optimista, o vayan ustedes a saber si el apoderado carente de escrúpulos le firmó la tarde del legendario hierro, el caso es que Israel Téllez, sin posibilidades de ganar y con todo que perder, se zumbó la de Miura.

 

La corrida grande y complicada no permitió un pestañeo a los espadas y si el que está acostumbrado a la guerra como lo es Rafaelillo, -este sí, por su técnica, valor y arte debe ser reconocido como figura del toreo- pasó las penas del infierno en sus dos toros, ya se podrán imaginar cómo se las vio el moreno de Uriangato cuando salió “Canelito” y, con sus seiscientos setenta kilos de peso que con gran esmero crió la casa Miura, soberbio se plantó en la arena a echar un vistazo cara arriba con objeto de enterarse de quién estaba en los tendidos. Gran alzada y un par de pitacos para atemperar el más enardecido de los entusiasmos fueron el comité de bienvenida que recibió al torero azteca. No obstante, el que le dejó a los higos a veinticinco fue “Higuerito” que después de una faena decorosa, pintó bastos al torero y volteando grupas, al trote dio siete vueltas al ruedo. Mientras tanto, Israel Téllez confundiendo la Real Maestranza de Caballería de Sevilla con La Petatera de Colima, quiso venderle al público la imposibilidad de tirarse a matar, achacando la huida a una manifiesta falta de casta, cuando en realidad, debió comprender que los de don Eduardo son más inteligentes que un premio Nobel de Física. “Higuerito” se orientó intuyendo lo que le deparaba el destino. Así que “ahí te ves”, le dejó dicho con un trotecillo cansino mientras Téllez, esperando que se obrara un milagro, algo así como que se abriera el cielo y una centella celestial con dedicatoria al castaño lo fulminara. Se quedó observando la escena cuando lo procedente era que el diestro mexicano cortara la vuelta y lo cazara de frente. A evitar el naufragio se aplicaba el resto de la torería, incluidos los matadores Rafaelillo y José Luis Moreno, que perseguían al cornúpeta tratando de detenerlo.

 

Tres toques de clarín participaron a la concurrencia que la presentación del mexicano había colapsado. “Higuerito” fue devuelto a los corrales con un broche muy indigno para cerrar la feria y dejarnos a todos con cara de qué onda, ante el cuestionamiento clásico del a quién se le habrá ocurrido tamaña estulticia: Debutar en España a un coleta que torea poco, con Miuras, en Sevilla y televisada. Olé tus huevos, campeón de la administración y del sentido común.

 

 

 

José Antonio Luna Alarcón

Profesor Cultura y arte taurino

UPAEP

Puebla, México