Las crónicas, narraciones y comentarios taurinos poseen, como todo en la vida, su gracia y sus propias características.

Verter una opinión tiene sus consecuencias sobre todo cuando no son muy agradables. Cuando se dicen cualidades todo es sonrisas hasta llegan a agradecerlo, pero otras veces…

Hay varias formas de darle la vuelta al asunto y no meterse en problemas. Se han acuñado frases para decir lo que se quiere, pero sin mencionarlo abiertamente.

“Toros terciados” es una de esas formas. Cuando los toros no tienen la presencia propia de un toro de lidia, que solamente son novillos engordados se utiliza la mencionada expresión alcahueta.

El origen de la frase se debe a que hace muchos años, cuando se mandaban los seis toros disparejos en presencia -pero todos con trapío- se decían que venían tres y tres, de ahí viene la palabra terciado. El término se quedó y fue degenerando, ahora toro o toros terciados, quiere decir: chicos, sin trapío.

El Juli ante un novillote descastado, se puede decir:“toro terciado y noble”

También hablando de toros, algunas veces se recurre a la locución “justos de presencia”. En estricta teoría tendría que significar que sí califican, que sin ser muy grandes tiene justeza. Sin embargo ya el uso se generalizó. Sirve para disimular que los toros están chicos.

Otro asunto en el que se tiene mucho cuidado es al hablar de la bravura de los bureles. Como si estuviera prohibido decir: ¡toros mansos!, ¡toros descastados!, ¡toros sosos!, ¡toros sin bravura! Para disimular el asunto se han encontrado frases sustitutas. Hay quien les dice: “toros con arte”, “toros nobles”.

Hay ganaderías muy específicas cuya crianza se ha basado en eliminar la bravura, han hecho cruzas de tal forma que los toros salgan descastados, sin ápice de bravura. Ese tipo de ganado sirve para que los toreros extranjeros, sobre todos las figuras, puedan estar más tranquilos cuando están en el ruedo frente a ellos.

Esos toros a nadie le gustan, sin embargo la mayoría de los cronistas y comentaristas no pueden decirlo tal cual. Ignoro si por algún compromiso económico, amistoso u otro motivo, el caso que es que hay que decirlo… pero sin mencionarlo.

A ese tipo de toros y ganaderías se les dice “comerciales”, que es la forma de evadir los defectos en cuanto a bravura.

Para prueba están los binomios de El Juli y el ganado de Fernando de la Mora, Sebastián Castella con astados de Bernaldo de Quiroz, el propio Castella con reses de Teófilo Gómez, hasta Enrique Ponce con animales de San José. Ninguno de los diestros actúa ante toros bobos, mansos o descastados, sólo torean reses de “ganaderías comerciales”.

Lo más justo sería diferenciar crónicas y comentarios, que las hay de todo tipo. Evidentemente existen las crónicas en las que les dicen a las cosas por su nombre, pero también las crónicas, digámosles, comerciales.

Cuando no se disimulan las cosas, no es que uno esté amargado o que únicamente le busque lo malo a la fiesta de los toros. Es que las verdades a medias, el encubrimiento, le hace más daño a la tauromaquia que escribir todo color de rosa, como si todo estuviera bien.

Por eso es mucho mejor decir toros chicos, toros mansos, toros descastados a hacerse cómplice de la corrupción taurina, a ser parte de la pléyade de tramposos y disimular todo con crónicas comerciales.