El encierro de Valparaíso estuvo muy bien presentado, los siete toros lidiados coincidieron en lo bonitos de pinta y en lo malos para la lidia: mansos, faltos de calidad y apencados en la arena no permitieron el lucimiento de los toreros. El segundo de reserva, de la ganadería de Marrón, toro anovillado que embistió al principio con calidad y bravura, pero que tendió a mansear, a desparramar la vista y a salir suelto al final de una prolongada lidia, no era, definitivamente, un toro para indulto. Los toros indultados funcionarán posteriormente como sementales, y en tanto se siga dando el indulto a animales como el de hoy, se contribuirá a que sigan saliendo malos ejemplares a los ruedos de las plazas mexicanas. 

Por eso la polémica: la división de opiniones en los tendidos se prolongó afuera; y mientras unos aficionados, tal vez por ignorancia o por el arrebato sentimental del momento salieron felices por el indulto; otros, tal vez los menos, salimos con un amargo sabor de boca, un tanto decepcionados porque decisiones como ésta perjudican a la más bella de todas las fiestas. Hilda Tenorio, bordó el toreo en el último toro de la tarde; pero pertenezco a esa pequeña minoría que opina debió tirarse a matar al de Marrón. Hubiera sido preferible que pinchara, eso de ninguna manera demeritaría los logros de su faena realizada. David Silveti, el Rey, dejó en la memoria de los aficionados grandes faenas para la posteridad… y casi nunca mataba al primer viaje. Hilda tiene condiciones para ser reina, pero no con indultos como el de hoy.

Alfredo Ríos El Conde (de rosa mexicano y oro), tuvo en suerte a Libertador, No. 14, 513 kg. –negro, listón, bragado, con sombrero charro-; toro brusco que por lo menos permitió ser toreado, aunque era tardo y distraído. El Conde hizo breve labor con el capote, pero se lució con las banderillas; con la muleta toreó con suavidad al toro que por momentos pasaba con claridad metiendo bien la cabeza pero que terminó con ésta a media altura; deja una estocada entera, pero defectuosa: cruzada y desprendida, que sin embargo, le valió la primera oreja de la tarde. Se segundo toro, Corregidor, No. 67, de 541 Kg. –negro, calcetero, listón, bragado corrido, sobaquero y lucero- salió acalambrado y evidenció debilidad desde el inicio; fue de todos el toro que menos transmisión tuvo; Alfredo Ríos mostró voluntad en la faena; al segundo intento, deja una entera, caída y pescuecera estocada.

Fabián Barba (champagne y oro), recibió a Independiente, No. 54, 567 Kg. – cárdeno claro, nevado de los cuartos traseros, bragado-, con una larga cambiada de rodillas; en los caballos y con la muleta, Independiente simplemente se negó a embestir y es despachado con una estocada desbarrancada. Con su segundo toro, Barba era otro, con actitud y mucha voluntad; recibió a Patriota, No. 12, de 473 Kg. –cárdeno claro, bragado corrido, gargantillo, caribello, listón- a portagayola, y  luego de rodillas le hizo dos largas cambiadas más; el toro dio un tumbo al caballo y picador pues embestía violentamente; Eduardo Noyola, el Güero de la Capilla, ejecutó el mejor puyazo de la tarde; Patriota después se volvió reservón y calamocheador; a pesar de esto, Barba se fajó y le robó más pases de los que tenía, con ganas de agradar y de convencer al público de que quiere ser figura de toreo; desafortunadamente, perdió por lo menos una oreja pues dejó un sendo bajonazo. Vuelta al ruedo.

Jorge Delijorge (de negro y oro), recibió a Trigarante, No. 63, 499 Kg. –castaño, cornidelantero, moro, bragado corrido-, toro que se volvió de marmolillo y no le permitió al torero de la tierra hacer su labor; muy bien estuvo con el capote al ejecutar dos caleserinas al quite y rematar con un Manguerazo de Villalta;  deja una estocada desprendida. Palmas. Su segundo toro, Pipita, (sic) No. 65, de 580 Kg. –berrendo, cinchado, calcetero, rabicano, bragado y astifino-; fue complicado desde el inicio, pero Delijorge supo imponerse a las condiciones del animal; se mostró valiente, con sitio y decidido a cortar las orejas; pero falló nuevamente con la espada.

Hilda Tenorio (de blanco y oro), recibió  primero al reseñado como segundo de su lote, pues el primero se despitorró; Siervo, No. 21, 481 Kg. – colorado, cornivuelto, moro-; fue un toro distraído y debilón al que Hilda no obstante, logró hacerle una buena faena; falló con el estoque y perdió las orejas; recibió un aviso. Palmas y vuelta al ruedo. El último toro, Comodín, No. 730, 483 Kg. –negro, corniapretado, bragado, meano-; embistió con calidad con el capote y recargó con bravura en los caballos; Hilda lo toreó con garbo, con conocimiento de este difícil arte de torear, con sentimiento e inteligencia; bordó el toreo, emocionó al respetable en los tendidos con un toreo variado y sentido… luego el indulto ante la petición de una mayoría de aficionados. Salió en hombros.