Se lidiaron cuatro toros de la ganadería portuguesa de Parladé y dos de La Laguna.

 

José Ignacio Uceda Leal, que reaparecía en Madrid después de su última actuación en este ruedo donde resultó cogido el pasado domingo de Resurrección no tuvo suerte con su lote. El primero, que chocó de salida contra un burladero por culpa de un capote mal jugado, no se empleó en varas y blandeó de manos. Hizo hilo a los banderilleros y llegó a la muleta embistiendo tardo y con la cara a media altura. La decisión del diestro quedó en su empeño y mató de cuatro pinchazos y una corta entrando con su buen estilo estoqueador. El cuarto, de La Laguna, manso y deslucido, hizo imposible la faena que remató de pinchazo y una estocada hasta la bola haciendo gala de nuevo de su depurada forma de ejecutar la suerte suprema.

 

El Fandi con sus facultades de atleta se enfrentó en segundo lugar al otro remiendo de La Laguna. El toro iba bien de salida, cumplió en varas y el granadino se lució en un quite por delantales. Banderilleó clavando a cabeza pasada y brincando en la reunión. El toro entró rebrincado a la tela y con brevedad lo muleteó para despacharlo de un pinchazo y una estocada entrando con el brazo suelto, perdiendo la muleta en el embroque. El quinto empujó en varas y nuevamente el diestro banderilleó clavando dos pares a cabeza pasada con salto incluido y cerró con un par al violín, estilo que cómo ya hemos citado en otras ocasiones, proviene del toreo cómico. Muleteó voluntariosamente para atacar con el brazo suelto y dejar la estocada.

 

Daniel Luque con el tercero relució su buen estilo con el capote. El toro fue bien a la muleta y la faena tuvo clase aunque algunas veces citó fuera de cacho. El uso repetido de la espada le impidió redondear el triunfo pues sumó dos pinchazos, un aviso, estocada pasada entrando con el brazo suelto, y remató de tres descabellos. El público le recompensó con saludos desde el tercio. El sexto, de salida lo piensa y se vuelve a toriles. De nuevo en el ruedo, con seiscientos diez kilos a cuesta y cinco años y medio presentó pelea en varas derribando en el primer encuentro. Llegó a la muleta humillado y repitiendo en la embestida. Faena con buen relieve de clase torera, aunque a veces los pases eran al hilo del pitón sin cruzarse lo debido. Terminó entrando con el brazo suelto dejando una estocada pasada y caída. Sonó un aviso y remató de dos descabellos.

 

De atenderse al tradicional concepto que hasta ahora ha existido en la plaza de Madrid, al no ser la estocada correcta hubiera perdido la oreja el diestro sevillano. Pero el público actual que ocupa el graderío se la pidió y el presidente no tuvo más remedio que concederla. Los aficionados auténticos, los entendidos, al final del festejo decían: “Esta plaza no es mi plaza, me la han cambiado”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Crónica de José Julio García

Decano de los críticos taurinos de España