Cuando conocí a Raúl Salcedo me pareció un ejemplo clarísimo, como los que nos cuenta la historia, de la estrecha relación que existe entre la tauromaquia y el flamenco. Él es un bailaor mexicano, maestro de flamenco y ex torero.

 

Personalmente, el primer acercamiento que tuve al flamenco fue en América del Sur. Recuerdo lo mucho que me impresionó la fuerza, la expresión, el palmeo, el zapateo y la guitarra, y después, no dejé de fantasear con estar alguna vez arriba de un tablado. De vuelta a México busqué algún lugar en donde impartieran clases y lo encontré. Algunos pasos después, empecé a descubrir en el artista, un personaje que tenía ciertas poses que me referían a la figura de un torero y que a la vez me enseñaba a bailar una sevillana.

 

En la espigada figura de Raúl Salcedo, el maestro de flamenco,  conviven sus dos grandes pasiones en la vida, el bailaor y el torero. Me contaba que su padre fue novillero en tiempos de Garza, del Soldado y de Valderas,  y también sus hermanos mayores fueron novilleros y que de pequeño quiso ser torero. Aunque nunca lo llegó a hacer profesionalmente, como aficionado toreó becerras y novillos. Y también de pequeño empezó a escuchar flamenco con el padre después de las corridas.

 

Tenía cinco años cuando fue por  primera vez a una corrida, al debut de Marco, su hermano, en la plaza de toros de Tlanepantla, en el Estado de México. Un par de años más tarde hizo el primer zapateo flamenco frente a su padre escuchando un disco de Juanito Valderrama.

 

El deseo de conocer España, cuna de sus pasiones,  fue la principal motivación que lo llevó a estudiar flamenco. Empezó a formarse como bailaor en la ciudad de México de la mano de Carmen Guridi y de Joaquín Fajardo, maestro gitano de Granada. A España llegó en 1988 a la compañía de Paco Romero. Los años ahí fueron la base de sus conocimientos de danza española y flamenco. Otros maestros, como María Magdalena, el Güito, Manolete, Ciro, Caty Palma y Cristóbal Reyes lo terminaron de formar. De ellos aprendió que para ser un buen bailaor de flamenco hay que saber también de cante y conocer la historia, y con lecturas de Manuel Machado y Federico García Lorca profundizó en el aprendizaje del flamenco. “El bailaor tiene que ir más allá del flamenco, ser bailaor es una manera de vivir”.