Estoy hasta la montera de dichos bien intencionados y posibles que no se llevan a la práctica. Estoy hasta la montera de dichos en general y de dichos tauromáquicos en particular. 

Estoy hasta la castañeta de los bla, bla, bla confusos, enrevesados, oscuros, contradictorios, fracasados o demagógicos. Estoy hasta la castañeta de los bla, bla, bla en general y de los bla, bla, bla tauromáquicos en particular.

Estoy hasta la montera y la castañeta de mentiras, corrupciones y violencias que amenazan o bloquean a la mayoría de las personas.

Menos dichos al tun tun, y más hechos con ton y son es lo que reclamamos y necesitamos.    

SÍ, soy aficionado práctico a La Tauromaquia. Y si volviese a nacer o me reencarnase, seguramente lo seguiría siendo. ¿Qué pasa?

Conozco y reconozco que haya paisanos y forasteros que no asistan a los quehaceres o rituales taurinos… ¿porque les puede más la parte dura que la parte madura? A mí  me puede más la parte madura aunque siempre tengo dudas con la parte dura. Y a incontables personas y personajes de todo tiempo, tipo y condición…también. Lo maduro en animalismo es, o debería de ser, lo que trasciende a las circunstancias o adversidades de lo duro…y después brilla por méritos propios con reconocimiento, pundonor y belleza. De ahí tantas cabezas de toros bravos disecadas como homenaje y recuerdo eterno a su entrega y bravura. Nada que ver con el desprecio y el olvido.

Es verdad, hay rituales taurinos que tienen partes duras como son los derivados sangrientos de puyas, banderillas y estoques…sobre todos, los que están mal interpretados o predomina la mala suerte en su ejecución, pero, esas desventuras inevitables se dan en casi todos y cada uno de los inventos o eventos ociosos o laborales donde el género humano, directa o indirectamente convive, alterna o subsiste con una parte del género animal. Todos los días se sacrifican cientos de millones de animales para abastecernos de alimentos. Y las puyas, banderillas o estoques que duelen y matan a los toros; son, por ejemplo, anzuelos, tiros, cepos, golpes, potingues o descargas eléctricas que duelen y matan  infinidad de animales…o acaban con especies enteras. Lo más terrorífico es que esas situaciones de dolor y muerte se ejecuten entre seres humanos.

De lo que se trata, es que el género humano sepa ser y estar en su justa medida con respecto al género animal en general, y con al género animal doméstico en particular. Es decir, que el hombre no se transforme en animal ni con los de su especie, ni con el resto de seres vivientes.

Cuando hay desventuras excesivas o sobrantes en los ruedos de las plazas de toros, los aficionados doctos y cabales toman nota para que con sus aptitudes y actitudes más o menos sonoras, limiten, censuren o denuncien usos y abusos incorrectos, irrespetuosos, ventajistas o impresentables según los cánones en los hechos taurinos.

Para ejercer como profesional práctico y cabal de cualquier actividad; y por su extrema sensibilidad, para ejercer como aficionado taurino cabal y práctico, hay que tener unos conocimientos mínimos de lo que se alardea, pregona, defiende, contrasta, afirma y firma. A la corta y a la larga suele ser el conocimiento lo que da credibilidad a los expertos… sobre los oportunistas o voceros… sin más acreditaciones. Conocimiento…son los cimientos de abajo hacia arriba de la acción y efecto de conocer. Conocimiento es entendimiento, inteligencia, razón natural, etc. No, no puede haber entendimiento en conversaciones con asnos o sordos.

En los últimos lustros, una de las palabras que más se pronuncian en los discursos y discursillos taurinos es: cultura. Y en los discursos y discursillos antitaurinos se repite sin miramientos la palabra: tortura. Circula por ahí un libro con el título de: ¡TORTURADORES?, escrito por el ilustre cineasta Jordi Grau y yo mismo, que además de otras asuntos curiosos e interesantes, intenta demostrar la tortura a la que nos someten los antitaurinos a los taurinos.  Y además de tener la conciencia tranquila, tengo poco o nada que sumar o restar a ese respecto.

El caso es que algunos taurinos por el mero hecho de nombrar la palabra cultura creen que La Tauromaquia está a salvo de todos los acosos  y derribos internos y externos que la incordian, difaman y maltratan.

Nada más lejos de la realidad…aunque sea verdad que La Tauromaquia se ajusta en mayor o menor medida a todas las acepciones de la palabra cultura… hay que demostrarlo sin frivolidades, simplezas o complejos. A esto último lo llamo conocimiento de causa.

Una parte insuficiente de La Tauromaquia se gestionaba a distancia desde el Ministerio del Interior, dicha gestión pasó hace unos años al Ministerio de Cultura. Poco o nada se ha hecho  en  Interior o en  Cultura por La Tauromaquia.

Con todo el bombo y platillo que se dio al paso de un ministerio a otro: ¿Cuáles son los proyectos en marcha o realizados y que frutos han logrado? ¿Solo es otro paripé propagandístico, o es más bla, bla, bla sin continente ni contenido para el futuro del sector? ¿Tiene futuro La Tauromaquia integral y plural sin el amparo y el apoyo logístico de un sector público sensato, solvente, sabio, independiente, consensuado y aceptado más allá de partidismos o bipartidismos políticos? ¿Tiene futuro La Tauromaquia solemne sin tener presencia en casi todos los medios más influyentes en comunicación y divulgación?

El futuro de La Tauromaquia no se sostiene desde posiciones caciquiles, de medias tintas o prepotentes. La Tauromaquia del futuro se sostendrá desde su naturalidad, su autenticidad, su adaptación y con el  máximo conocimiento de causa genuino en lo que a señas de identidad ancestrales, actuales y venideras aporta principalmente la mayor parte de España a la globalización o confusión del mundo mundial. El mundo mundial está hasta el gorro de artificios y más pronto que tarde descubrirá o redescubrirá – si hay oportunidades- la verdad en la metáfora del verdadero arte de torear, que en el fondo, es, ni más ni menos: “como la razón y el valor humano dominan  al miedo y a la fuerza deshumanizada o animal”. Ojalá que la única sangre derramada tan limitada como puntual y generosa fuese la de los toros y toreros. Ojalá.

España es un país medio con virtudes y defectos. Uno de los defectos más preocupantes es que un amplio porcentaje de españoles ni escuchamos ni leemos…está bien ciertas espontaneidades…pero hasta ciertos puntos.

Hoy, primeros del año 2.015, la mayoría de jóvenes españoles saben de toros, toreros, toreos y Tauromaquia lo mismo o parecido que los jóvenes australianos, indios, congoleños o estadounidenses. Parece lógico que los jóvenes de los países donde se celebran rituales taurinos – y al margen de que les gusten mucho, poco o nada- al menos, tengan un mínimo de conocimiento de causa cuando les pregunten jóvenes de países donde no se celebran, porque…el saber no ocupa lugar y se resuelven muchas sandeces y muchos equívocos. La globalización sin reflexión que están sufriendo miles de millones de personas, en principio, solo favorecen y potencian los opacos intereses de grupos económicos “todopoderosos” que hacen o deshacen las cosas y causas a su medida y antojo. El hecho taurino no pinta nada en esa catástrofe, ni entra en sus planes como ocio, socio o negocio.

No me gustan las globalizaciones en general y menos en particular la que a base de imposiciones vamos ¿conociendo?

A esos olvidos y atropellos hay que darlos réplica con conocimientos genéricos, honestos y coordinados. El atontamiento en vez del conocimiento, es el caldo de cultivo para que un muy minoritario género humano insaciable se hagan más peligrosos e insaciables, y las inmensas mayorías sociables influyan menos que el burro de Sancho Panza en el devenir de las cosas y causas que a todos nos afectan e importan.

Queda mucho por hacer en general y en La Tauromaquia en particular. En lo tauromáquico, hay que mantener su esencia, sus principios, su envidiable hábitat y sus fines…pero los taurófilos tienen que actuar y torear con la máxima épica, don y maestría ante las embestidas malignas o profanas que la tergiversan, atosigan o paralizan. Es mejor afrontar tantos asedios que ignorarlos o creer que con el silencio o la indiferencia se subsanan.  Y una buena parte de esos daños se superan a base de cultura taurina y conocimientos de causa.

En resumen, podemos pasar de decir la palabra cultura a hacer con la palabra cultura.

¿Cómo?

Para empezar, de forma buena, bonita, barata y práctica, sugiero y exijo, que, a miles y miles de abonados de muchas plazas y ferias en el planeta de los toros se premien y se obsequien sus fidelidades con reproducciones y ediciones de múltiples motivos culturales taurinos. Motivos culturales taurinos con derivados sociológicos, filosóficos, idiosincrásicos, ilustrativos, humanistas etc. etc.

Motivos y conocimientos que van desde textos breves e imprescindibles como puedan ser las conferencias añejas de I. Sánchez Mejías, Domingo Ortega o ensayos como los de J. Bergamín y de E. Tierno Galván, pasando con obsequiar el  reglamento –a poder ser universal-, colecciones de carteles, historial de cosos, toros y toreros emblemáticos y creativos, de célebres aficionados extranjeros,  películas, esculturas, pinturas, músicas, poesías, fotografías o los textos más vanguardistas y certeros en el área tauro científica.

No todos los profesionales, abonados, aficionados o curiosos conocen y exponen en sus argumentos tanta riqueza taurina cultural y plural para contrarrestar ataques sin fundamento a la legal y original Tauromaquia en general y al arte de torear en particular. Y el abonado que tenga algo de lo que se obsequia…que a su vez lo regale a personas sin medios o hambrientas del sabor y saber excelsos de la casi desconocida y compleja Tauromaquia… y de su metáfora dura, madura, realista y también idealista de la vida misma. Sin complejos.

Con estas sugerencias gratuitas, y con estas exigencias lógicas, facilísimas de llevar a la práctica, las “élites” taurinas ya no pueden echar la culpa de todos los males de La Tauromaquia a  no sé qué o los demás. Dejar las cosas como están; sin atención, intención, voluntad y compromiso es más de los mismo o peor para ir hacia la marginación o el abismo.

El conocimiento y la cultura son el padre y la madre del respeto, la tolerancia, la admiración y la compresión… local y global.

Es hora de pasar de los dichos a los hechos, hay que abandonar o aislar la pereza, la incapacidad,  la demagogia y las justificaciones  injustificables. Es hora de poner en valor y divulgar con firmeza y convencimiento las palabras: conocimientos y culturas taurinas.

¿Cuándo empezamos?