Se celebró el 64º aniversario de la México con un mano a mano entre el tlaxcalteca Rafael Ortega y el francés Sebastián Castella. Abrió el de Apizaco, con el toro «Chema» con peso de 483 kilogramos, cárdeno claro, sin tener lucimiento con el capote ni en las banderillas. Inició su faena por derechazos a un astado que mostró poca fuerza, intentó por naturales sin lograr trasmisión, por lo que siguió con la diestra. Mató de estocada que le valió las palmas y el toro fue pitado en el arrastre.

Con el tercero de la noche, de nombre «Segoviano», reseñado con número 30 y un peso de 512 kilos, negro bragado, Rafael Ortega quitó por chicuelinas y en las banderillas agradó a la concurrencia que se dio cita al cumpleaños de la monumental. Arrancó su faena en los tercios, predominando el toreo por derecha, sin embargo al notar impaciencia en los tendidos decidió abreviar. Tras la estocada escuchó palmas como premio la voluntad y el esfuerzo que demostró y el toro recibió pitos en arrastre.
 
Con el tercero de su lote, de nombre «Ximeno» y peso de 525 kilos, cárdeno bragado, recibió a la verónica y posteriormente lució en los quites por chicuelinas, aprovechó la transmisión del astado y decidió tomar las banderillas, tercio que cubrió con enorme lucimiento colocando un bonito par al violín tras varios intentos en falso. Con la muleta, dio tres tandas por derechazos a un toro enrazado y con genio, por lo que fue presionado por la afición capitalina ante la posibilidad de que Ortega se llevase la primera oreja del festejo. Al no lograr el temple que ameritaba el de Los Encinos, se dejaron escuchar los gritos de «¡toro, toro!». El matador se descuidó y recibió tremenda voltereta que le costó un golpe en la frente y en la pierna derecha, fue ingresado  la enfermería y regresó en cuestión de segundos para dejar una buena estocada que sólo levantó la división de opiniones del respetable y el toro recibió palmas en el arrastre.
 
Sebastián Castella recibió por hermosas verónicas a «Lupe», número 54 y peso de 485 kilos, cárdeno bragado, al que después dio quites por tafalleras. Empezó su faena con estatuarios y lo metió a la muleta por derechazos, para continuar con naturales, dejando ver adornos por vitolinas y dosantinas. Como en su presentación anterior, no malogró con el acero, tras pinchar dejó media estocada y tuvo que recurrir al descabello. Escuchó palmas por el arte y poderío mostrado con la muleta y el toro fue pitado en el arrastre.
 
El cuarto que salió por la puerta de toriles, fue «Moctezuma», número 42 con 480 kilos, negro bragado, protestado por falta de tamaño, mismo que fue devuelto a los corrales por el juez de plaza, Eduardo Delgado. Se cambió por el toro «Nieto», número 56 con peso de 493 kilos, cárdeno claro, al que recibió por mandiles y quitó por chicuelinas. Con la muleta dejó ver elegantes estatuarios, para continuar una faena por derechazos y dosantinas. Ya con el estoque en mano, hizo vibrar los tendidos con su toreo por naturales. Para no variar, falló con la espada dejando un bajonazo que desagradó al público despidiéndolo con pitos.

Después vino el toro «Barrero», número 58 con 540 kilos, negro bragado, al que el galo recibió por mandiles y chicuelinas. Al concluir la labor de los picadores, el burel dio vuelta de campana y se fracturó la mano derecha. Aún cuando había sido picado, fue cambiado por el tercer reserva, un ejemplar de Los Ebanos, reseñado con el nombre de «Capulín» y el número 679 pesando 451 kilos, negro bragado, con poca presencia, que de inmediato fue protestado por el público que aventó cojines en casi todo el redondel. El maestro de Béziers se negó a torearlo y fue cambiado por otro reserva, de nombre «Piri», número 446 y peso de 476 kilos, cárdeno bragado, con nobleza y recorrido. Castella dejó ver una faena variada, pero al ligar hermosos naturales y hacerse uno con el de Los Encinos, la afición empezó a pedir el indulto. Sebastián mostró largueza en sus pases, ritmo, largueza y dibujó el arte con la muleta como sólo él lo sabe hacer. No obstante, la espasa siguió siendo su talón de Aquiles, tras pinchar tuvo que descabellar por lo que fue ovacionado ante lo que ya era una fiesta en la México.

 

622010362319~12654806164420.jpg    Crónica de Paulina Romero Barrientos